Este año, distintas voces se alzaron pidiendo que las Primarias Abierta Simultáneas y Obligatorias (PASO) sean modificadas o bien, eliminadas. Es que las candidaturas presidenciales únicas y la hecatombe económica generada por los resultados de agosto pasado volvieron a poner sobre el tapete el régimen electoral que el próximo 2 de diciembre cumplirá 10 años desde su sanción.
La “reforma política” que instauró a las primarias obligatorias fue una respuesta a las elecciones legislativas de 2009, cuando el ex presidente Néstor Kirchner se presentó como diputado nacional por la provincia de Buenos Aires y perdió contra el empresario Francisco de Narváez (Unión PRO). Los comicios, que expusieron una profunda crisis silenciosa del peronismo, estuvieron repletos de tácticas amañadas, como la creación de listas colectoras y la presentación de candidaturas testimoniales.
Tras una década de vigencia, una actividad encabezada por el ex jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina y Gerardo Scherlis -directores del Observatorio de Partidos Políticos de la UBA- junto a las diputadas Silvia Lospennato (PRO) y Carla Carrizo (UCR), el apoderado del PJ Jorge Landau y diversos especialistas finalmente llegaron a un consenso en torno a las PASO: el sistema debe continuar, pero con modificaciones.
Menos partidos políticos y candidatos
"Las PASO fueron un instrumento relativamente eficiente para atender dos de tres problemas relevantes de la política argentina de inicios del 2000: la creciente fragmentación del sistema partidario y la territorialización o desnacionalización del sistema de partidos”, afirmó Miguel de Luca, investigador del Conicet y presidente de la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP).
De Luca, uno de los expositores de la jornada que se realizó en la sede de la Coneau en la avenida Córdoba 1450, lideró varios grupos de investigación en torno a la evolución de las PASO y cuenta con una vasta trayectoria en análisis electoral, procesos de gobierno y partidos políticos.
“En cambio su impacto sobre la representación política ha sido menos contundente o quizá menos visible para la ciudadanía en general", aclaró el politólogo en diálogo con Infobae sobre la meta principal que tuvieron en su origen las primarias.
En la primer mesa de debate, el politólogo Juan Camilo Parra esbozó un análisis sobre ese “impacto en la representación”. En uno de sus trabajos de investigación, consideró que la Ley 26.571 pudo “cumplir con sus objetivos", ya que entre las elecciones 2007 y 2017 permitió una reducción de listas, bajó la cantidad de partidos políticos participantes y representó un incentivo efectivo para la confluencia en alianzas. Por el lado de los votantes, reveló que disminuyeron los votos en blanco y aumentó la participación en las urnas.
Un fenómeno similar ocurrió en la provincia de Buenos Aires. Según Ignacio Santoro, docente (UBA-Universidad Di Tella) y especialista en gobernanza electoral, concluyó que la ley de PASO bonaerense produjo una caída de la fragmentación del sistema de partidos y favoreció su democratización.
De acuerdo a su análisis sobre el período electoral entre 2005 y 2015, Santoro afirmó que la ley pudo unificar la conformación de las alianzas para todas las secciones electorales de la provincia. Ese hecho provocó un “efecto democrático en las alianzas, pero no en los partidos”: desde 2011 se registró una menor competencia interna en los armados. Para el profesor de la carrera de Ciencia Política de la UBA, una hipótesis posible es el “riesgo electoral” existente cuando hay una disputa abierta entre distintos adversarios.
Las politólogas María Cristina Girotti y Cecilia Galván se enfocaron en las reformas aún necesarias para avanzar en una efectiva aplicación de la paridad de género, sobre la que se resaltó la clara resistencia que hubo de parte de los dirigentes partidarios. Es decir, reflexionaron, debatir la igualdad entre candidatos hombres y mujeres “implicó tensiones entre género y representatividad”.
A su turno, durante el segundo panel, Jorge Landau resaltó que las PASO fueron un intento de resolver el “desorden institucional” del sistema electoral argentino. El apoderado del PJ pudo corroborar de primera mano que la ley mejoró los procedimientos en lo que respecta juntas electorales, padrones y autoridades, entre otros aspectos.
La obligatoriedad
Al tomar la palabra, la diputada Silvia Lospennato resaltó el valor de las PASO para fomentar la competencia interna en los partidos, pero cuestionó que sea obligatorio para la ciudadanía participar de las primarias. Para la referente del PRO, las candidaturas tienen que ser dirimidas entre los adherentes, como ocurre por ejemplo en la Provincia de La Pampa.
En contraste, la legisladora radical Carla Carrizo se diferenció al indicar que la obligatoriedad en las PASO genera una ciudadanía “más informada” sobre el sistema político.
La duración de las PASO
Otro aspecto que se criticó en la actividad fue el impacto que tuvo el diseño electoral este año, en relación a la distancia temporal entre las primarias y las elecciones generales. Lospenatto advirtió la peculiaridad de que un posible balotaje convirtió a las PASO en un “voto estrátegico”, en alusión a la abultada diferencia que logró Alberto Fernández sobre Mauricio Macri. Esa particularidad produjo “efectos no deseados”, entre ellos, la crisis cambiaria y la volatilidad financiera que impactó en la devaluación del peso.
En su turno, Juan Manuel Abal Medina coincidió con las críticas que señalan que las PASO alargan en exceso el proceso electoral, aunque recordó que originalmente las primarias fueron pensadas como parte de la elección general y que, por lo tanto, podían realizarse con poca antelación, por lo que no es necesario eliminar este mecanismo.
Sin embargo, se recordó que una advertencia de la Justicia electoral definió que la distancia entre las PASO y las generales fuera mayor a lo pensado inicialmente. “Cuando diseñamos el sistema intentamos que entre la primaria y la elección (definitiva) no hubiese más de tres o cuatro semanas como mucho", afirmó Abal Medina en el marco de la jornada.
“Nunca imaginamos que podía darse un resultado como el del 11 de agosto y menos aún que la situación económica podía volver a estar tan complicada. Con una economía menos vulnerable o con cualquier resultado “normal”, no había por qué suponer que ese plazo entre las dos elecciones fuera tan significativo sobre la vida cotidiana de los argentinos”, agregó el profesor titular regular de Sistemas Políticos Comparados y director del Observatorio de Partidos Políticos (OPP) de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
En esa línea, Carla Carrizo se mostró de acuerdo en que es necesario mejorar la duración de las PASO y reconoció que el “voto estratégico” es un “tema a resolver”. Sin embargo, planteó que ese voto no depende tanto de un efecto del diseño institucional, sino de cómo los candidatos plantean la elección.
Cuatro posibles reformas
Además de la no obligatoriedad y acortar los tiempos, el politólogo Miguel de Luca hizo cuatro propuestas para modificar el régimen de las PASO. La primera es que las boletas partidarias no permitan votar candidatos a vicepresidente. “Esto promovería la competencia interna, ya que quien pierda podría ser designado como compañero de fórmula”, afirmó.
Para De Luca, otra propuestas plausible es la “habilitación de candidaturas múltiples”. Por ejemplo, permitir que una misma persona pueda ser candidato a distintos cargos en diferentes niveles, lo cual ayudaría a los partidos más pequeños.
En tercer lugar, un nuevo régimen de primarias puede permitir que se rubriquen “acuerdos ex ante” a las PASO. Esos pactos pueden definir la distribución del espacio en las listas, de acuerdo a la cantidad de votos conseguidos en las primarias.
La cuarta iniciativa es la llamativa de todas las reformas: que el Estado pague un “bono” para aquellas agrupaciones que fomenten la competencia interpartidaria. “Se puede dar mayor espacio para publicidad electoral en los medios de comunicación o un adicional presupuestario para los partidos que desarrollen primarias competitivas”, concluyó De Luca.
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