El presidente electo, Alberto Fernández, le adelantó ayer al diplomático argentino Rafael Grossi, quien en unos días asumirá como Director General de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), el máximo organismo a nivel mundial para controlar los planes de desarrollo nuclear, que la Argentina avanzará finalmente con China en el contrato para la construcción de la IV central nuclear.
El dato pasó inadvertido en medio de la vorágine de reuniones y cruces por la transición que protagoniza Fernández en estos días con la Casa Rosada. Sin embargo, la decisión del próximo presidente de avanzar con el proyecto nuclear que financiará China con un préstamo de unos 9.000 millones de dólares con tecnología exclusiva de Beijing es de suma importancia si se registra un antecedente inmediato: el gobierno de Mauricio Macri canceló tres veces con el presidente Xi Jinping la posibilidad de avanzar en este acuerdo y la paciencia de los chinos estaba al borde del enojo diplomático.
“Con relación al futuro inmediato y las nuevas centrales se espera que el próximo gobierno finalmente concluya y avance con la construcción de la cuarta central de potencia argentina, que será construida con tecnología China. El acuerdo estuvo siempre cerca de firmarse pero a pesar de innumerables conversaciones quedó en la lista de pendientes de la Presidencia Macri”, explicó Grossi a Infobae después de la reunión que mantuvo con Fernández en las oficinas que el presidente electo tiene en Puerto Madero.
Según se pudo saber, en el encuentro con Grossi también participó Felipe Solá, quien suena como eventual canciller del nuevo gobierno. Y durante esa reunión Fernández adelantó que uno de los temas de interés en la agenda internacional de su gobierno será reforzar la alianza estratégica integral de Argentina con China que incluirá la puesta en marcha del contrato por la IV central nuclear que se proyecta construir en Campana.
El tema pondrá también en una situación de alta tensión diplomática a los vínculos bilaterales de Estados Unidos con la Argentina ya que el gobierno de Donald Trump está abiertamente enfrentado con la administración de Xi Jinping.
No obstante, este eje de debate no fue abordado en la reunión de Grossi y Fernández. Se dialogó sí sobre el futuro trabajo del embajador argentino en la OIEA y la misión que tendrá desde ese organismo internacional para atender los más importantes desafíos mundiales, incluidos los programas para controlar los planes de desarrollo nuclear de Irán y Corea del Norte. Estos países amenazan permanentemente con la construcción de bombas nucleares y se muestran reacios a recibir observadores de la OIEA para tener controles por la tenencia de uranio enriquecido.
Grossi llegó a ese lugar por un voto unámime de todos los países que integran la OIEA, tras la presentación formal de su candidatura avalada por Macri. De hecho, hace 10 días el propio embajador argentino se reunió con el Presidente para agradecerle las gestiones en favor de su postulación.
Por otra parte, Grossi comentó ayer, después del encuentro con el presidente electo, que “no estuvo ausente de la conversación el futuro del programa nuclear argentino”. Es decir, el desarrollo de las actuales centrales, los proyectos de INVAP para exportar tecnología y las negociaciones con China.
<b>Un acuerdo complicado </b>
Tanto Fernández como Solá se interesaron en la visión del embajador Grossi del proyecto de China de la construcción de la IV central nuclear. Es que el virtual director de la OIEA es uno de los hombres que más conoce de energía nuclear y siguió en detalle la historia trunca de las negociaciones entre Macri y Xi Jinping por ese proyecto.
En rigor, la propuesta de China para realizar una central de reactores nuclear en Campana con tecnología estrictamente china empezó a moldearse en el último año del gobierno de Cristina Kirchner. La propuesta original tenía un costo de USD 12.000 millones que, cuando llegó Macri al poder y tras arduas negociaciones del actual embajador en Beijing, Diego Guelar, se logró reducir a un préstamo blando de USD 9.000 millones.
Esta iniciativa dejará afuera la tecnología canadiense CANDU que históricamente utilizó la Argentina para sus centrales nucleares. Ese acuerdo, que ya tenía forma de contrato en borrador a principios de este año, fue vetado por Macri en tres oportunidades por “problemas presupuestarios”. En julio de este año, poco antes de las PASO, el secretario de Energía Gustavo Lopetegui y el canciller Jorge Faurie tuvieron que disculparse con los chinos por las reiteradas cancelaciones de los acuerdos avanzados.
“En la administración de China había mucho malestar con Macri y los desplantes que la Argentina hizo ante el proyecto nuclear”, admitió ante Infobae un destacado diplomático que conoce el tema.
Con la victoria electoral de Fernández, los ánimos de Beijing cambiaron sustancialmente. El embajador chino en Buenos Aires, Zou Xiaoli, se reunió hace unos días con Fernández en las oficinas que inauguró en Puerto Madero para hablar de la futura relación con el nuevo gobierno.
En ese encuentro estaban, entre otros,Felipe Solá, Santiago Cafiero, probable jefe de Gabinete, y Matías Kulfas, que aparece como posible ministro de Economía. Allí se habló de la necesidad de relanzar las relaciones bilaterales y, por supuesto, el embajador Zou reiteró el interés de China por avanzar de una vez con el proyecto nuclear.
Ya había mejor clima y el presidente electo había entregado a Solá una carta para Fernández del presidente Xi en donde lo felicitó por el triunfo electoral y destacó: “Argentina es un buen amigo y socio”. Ahora restará saber si esos gestos se corresponden en Buenos Aires con las promesas que deslizó Fernández para la concreción de la central nuclear en Campana.
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