Donald Trump celebró la caída de Evo Morales y rechazó la consumación de un golpe de Estado ejecutado por las Fuerzas Armadas. “Estados Unidos aplaude al pueblo boliviano por exigir libertad y al Ejército boliviano por acatar su juramento de proteger no solo a una persona, sino a la Constitución de Bolivia”, sostuvo el presidente de los Estados Unidos.
En cambio, Alberto Fernández consideró que Morales fue victima de un golpe de Estado y cuestionó la posición pública de la Casa Blanca. “A mi juicio, Estados Unidos intercedió décadas en la región. Ahora volvió a las peores épocas de los años setenta, avalando intervenciones militares contra gobiernos populares que fueron elegidos democráticamente”, aseguró Fernández al ser consultado por las opiniones de Trump.
La discusión pública entre Trump y Fernández no sorprendió al Despacho Oval. El presidente electo habló ayer con un funcionario de la administración republicana que ubicó en el Departamento de Estado, cuando en realidad trabaja en el Ala Oeste de la Casa Blanca. Fernández argumentó ante Mauricio Claver -lo conoció la semana pasada en México- que Morales había sufrido un golpe institucional y que Estados Unidos no podía regresar a la década del 70. En esa época, Washington promovía los regímenes castrenses para evitar que América Latina girará hacia la izquierda versión Revolución Cubana.
Claver escuchó con paciencia al presidente electo y ratificó la posición de Trump respecto a la crisis en Bolivia: Morales hizo fraude, su renuncia es un triunfo del pueblo boliviano y la Casa Blanca apoyará un rápido proceso institucional para desembocar en elecciones libres y transparentes.
Las diferencias entre Fernández y Trump no concluirán respecto a la caracterización política de la crisis boliviana. El presidente de los Estados Unidos y el presidente electo coinciden con la necesidad de llamar a elecciones en el corto plazo para superar las consecuencias institucionales de la renuncia de Morales. Pero Fernández considera que no hubo fraude y por lo tanto Morales “no debe ser proscrito", mientras que Trump piensa exactamente lo contrario.
El tuit de la oficina de prensa de Fernández contrasta con las declaraciones que un funcionario del Departamento de Estado ofreció a determinados periodistas que participaron en un conference call que unió a América Latina con Washington. “Nuestra posición es que los que han participado en la manipulación del voto, no tendrían que participar en un nuevo proceso electoral”, dij{o el diplomático americano cuando se le preguntó si Estados Unidos aceptaría que Morales se presente como candidato presidente en los próximos comicios.
Por razones políticas o económicas, Trump se enfrentó con violencia a Xi JInping, Justin Trudeau y Emmanuel Macron, Y semanas después, el presidente de los Estados Unidos fijó una tregua vía Twitter, y al final hizo las paces con el líder chino, el premier canadiense y el jefe de estado francés. Trump tiene un twitter filoso, pero siempre acuerda con su eventual adversario geopolítico.
En el caso de Evo Morales, Trump y Fernández chocaron a la distancia por un proceso institucional que seguirá abierto durante meses. La Casa Blanca aguarda al presidente peronista para diseñar una agenda común, en un escenario regional complejo e inestable. Washington proyectó a Mauricio Macri como líder en América Latina, y prepara la misma receta para Fernández, aunque tenga otras ideas acerca del mundo y los mercados.
Trump no quiere mayores conflictos en la región y hace una apuesta con el presidente electo. Claver y Eliott Abrams -un halcón que opera en el Departamento de Estado- estuvieron con Fernández en México y quedaron bien impresionados. Y esa buena impresión llegó sin escalas al Despacho Oval. Entonces, Trump tomó nota de los reclamos del líder peronista, mantendrá sus diferencias en torno a Morales y no hará nada que perjudique el inicio de su gobierno.
Trump prometió ayuda a Fernández en el Fondo Monetario Internacional (FMI), y esa ayuda seguirá en pie al margen de las opiniones que exhiba el líder peronista sobre Morales y su renuncia. En Washington descuentan que Fernández no compartirá la presión política americana para excluir a Morales de los próximos comicios en Bolivia, pero consideran más importante que juegue a favor de la estabilidad regional y de la búsqueda de un nuevo plan para terminar con Nicolás Maduro y su régimen populista.
La ecuación geopolítica es fácil de explicar, al margen de su continuidad en el tiempo: si Fernández colabora para resolver la crisis venezolana y bloquear una eventual rebelión social que ponga en jaque la estabilidad de América Latina, Trump jugará a su lado en la negociación con el FMI.