El presidente electo Alberto Fernández siguió atento el discurso de Lula Da Silva frente a la Superintendencia de la Policía Federal en Curitiba. Sentado frente a la pantalla que acaban de colgar sobre la pared de su nueva oficina de Puerto Madero se comunicó por teléfono con Celso Amorim, ex canciller de Lula que se encuentra en Buenos Aires para participar de la cumbre del Grupo de Puebla, un nuevo bloque regional de partidos progresistas y de izquierda.
Fernández, que mañana se reunirá con Amorim en la apertura del evento, le pidió que le transmitiera su alegría y su saludo y le contó que se siente “muy feliz” por lo que sucede en Brasil tras el fallo de la Corte que abrió la puerta a la liberación del ex presidente mientras haya recursos en pie y no haya condena firme en la causa por Lava Jato. También está en Buenos Aires la ex presidenta Dilma Roussef, quien junto a Fernández y el ex canciller brasilero integran el Comité por la Libertad a Lula.
Apenas el ex presidente del Brasil y líder del Partido de los Trabajadores terminó de hablar, sentado solo junto a su vocero Juan Pablo Biondi, Fernández tuiteó un mensaje que escribió desde su celular: “Conmueve la fortaleza de @LulaOficial para afrontar esta persecución (solo esa definición le cabe al proceso judicial arbitrario al que fue sometido). Su entereza demuestra no solo el compromiso sino la inmensidad de ese hombre”.
En paralelo escribió Cristina Fernández, la vicepresidenta electa: “Cesa hoy una de las aberraciones más grandes del Lawfare en Latinoamérica: la privación ilegítima de la libertad del ex Presidente de la República Federativa de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva”. También en su caso redactó y subió el mensaje a las redes aunque lo hizo desde La Habana, Cuba. Lula y Brasil son el espejo en el que estos últimos años se miró el kirchnerismo.
Desde Curitiba Lula Da Silva había escrito una carta pública de felicitación y agradecimiento a Alberto Fernández tras ser electo presidente de la Argentina. El ex jefe de Gabinete tuvo varios gestos antes y después de ser elegido por Cristina Kirchner para liderar la fórmula presidencial. Primero viajó al Vaticano y pidió la intermediación del papa Francisco como integrante del Comité por la libertad de Lula. A principio de julio viajó a Brasil y, junto a Celso Amorim y Santiago Cafiero, lo visitó en la Superintendencia de la Policía Federal. Volvió a pedir su libertad en un brindis el mismo 27 de octubre a las seis de la tarde cuando cerró el comicio y se sintió ganador. Su postura le valió el rechazo de Jair Bolsonaro de quien lo distancian muchos otros temas, no sólo la situación procesal del ex presidente del PT.
Ahora se espera una comunicación entre el ex presidente de Brasil con Alberto Fernández. Sin embargo, todas las fuentes consultadas dicen que sería apresurado especular sobre la posibilidad de que Lula viaje en diciembre a la asunción presidencial de la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner. Antes de evaluar esa posibilidad, dicen, deben considerar el alcance de la libertad del ex presidente, las condiciones que se le impongan y la conveniencia para todos en ambos países. Brasil y Argentina son socios estratégicos y la diplomacia es un arte de precisión y equilibrio, aun con la distancia y rispideces entre Fernández y Bolsonaro.
Lula Da Silva prometió en una entrevista que en la cárcel le hizo el rector de la UMET y coordinador de los equipos técnicos del Frente de Todos, Nicolás Trotta, para su ciclo de charlas que al salir volvería a hacer política, a recorrer Brasil y América Latina.