Primero, Jair Bolsonaro había anunciado que no participaría de la asunción de Alberto Fernández. Después, que enviaría a su vicepresidente, Hamilton Mourao. Pero tras bajar del viaje a Mourao, ahora el Poder Ejecutivo de Brasil determinó que será el ministro de Ciudadanía, el médico neurólogo Osmar Terra, quien representará al principal socio de la Argentina en la asunción del próximo presidente.
Esta será la primera vez en 17 años que un presidente brasileño no participe personalmente de la ceremonia de asunción de un presidente argentino. Bolsonaro no tiene buena relación con Fernández -el sentimiento es recíproco- y de esta manera se rompe una tradición que viene desde Eduardo Duhalde.
Integrante del partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), Terra fue diputado desde 2001 y el detalle de su vida profesional que lo ubicará como representante de Brasil en la ceremonia del 10 de diciembre es que vivió e hizo política en un pueblo de Río Grande del Sur, estado fronterizo con varias provincias argentinas y que el ahora ministro vivió en Buenos Aires en los años 70.
Nacido en Porto Alegre en 1950, Terra fue alcalde de la ciudad de Santa Rosa y luego fue electo diputado. Durante su carrera política trabajó en distintos programas de salud hasta que en 2016 el entonces presidente Michel Temer lo designó al frente del Ministerio de Desarrollo Social y Agrario, una de las carteras más importantes del área social.
Tras el triunfo de Fernández el 27 de octubre, el jefe de Estado brasileño afirmó, de entrada, que no estaría presente en el traspaso del mando de Mauricio Macri al dirigente peronista. Pero en ese momento llegó a señalar que daba libertad para cualquiera de su equipo que quisiera sustituirlo: “El que quiera ir que me venga a hablar”. El martes había trascendido que sería el vicepresidente de Brasil, Hamilton Mourao, quien viajaría a Buenos Aires. Pero esta mañana se supo que no le tocaría a él estar en la asunción de Fernández.
Así se lo informó directamente a Infobae la portavoz de la Vicepresidencia, Elane Cajazeira. La eventual presencia de Mourao, una figura diplomática y moderada, había generado expectativas de deshielo en las ríspidas relaciones bilaterales que se insinúan con el próximo gobernante argentino. Por algún motivo, el presidente Bolsonaro decidió retractarse de la iniciativa de “dejar en libertad a cualquier miembro de su gobierno” para asistir a la consagración de Fernández como jefe de la Casa Rosada.
Esa versión, surgida de boca del propio jefe de Estado, pareció confirmarse cuando el martes, un llamado telefónico desde Brasilia indicó a los asesores de Alberto, de viaje en México, que Mourao iría a prestigiar la ceremonia con su participación. Pero el presidente Bolsonaro decidió revisar su propia postura y demostrar que la decisión de quien habrá de representarlo la debe tomar él mismo.
La designación de “un ministro” representa, de hecho, disminuir la categoría de la representación brasileña. A todo esto, el presidente Bolsonaro decidió manifestar una vez más la intensidad de sus disgustos con el rumbo que Argentina tomará a partir de la presidencia de Fernández. Hoy publicó un mensaje en su cuenta de Twitter donde anticipaba que tres grandes empresas se retirarían del país, por temor al futuro plan económico. Las empresas en cuestión desmintieron esa versión y el tuit de Bolsonaro fue borrado una hora después de publicado.
Fernández deberá enfrentar, en adelante, el desafío de mantener una “relación pragmática” con el líder brasileño, que insiste en dejar trascender “diferencias ideológicas” que lo separan del presidente electo argentino. En Brasil no dudan que es preciso que Argentina mantenga “buenas relaciones con su mayor socio comercial, que es Brasil”.
Señalan que esto será “crucial” para los intereses cruzados entre ambos países. Bolsonaro había dado señales en esa dirección cuando dijo que “Argentina precisa de Brasil como nosotros precisamos de Argentina”. Fue horas después que el presidente norteamericano Donald Trump se comunicara, personalmente, con Fernández para felicitarlo por su elección. Con esa actitud, la Casa Blanca puso en evidencia que pretende garantizar una América Latina “segura y estable”, especialmente luego de las protestas verificadas en Chile.
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