Nicolás Maduro los miró fijo y les dijo: “Nuestro gobierno va a ayudar a restaurar los barcos petroleros. Y, si hiciera falta, podemos ayudar a algún otro sector de la Argentina en crisis”. Era de tarde en una salita del Palacio de Convenciones de La Habana, donde deliberaba el Tercer Encuentro Antiimperialista de Solidaridad por la Democracia y contra el neoliberalismo, y allí el dictador venezolano, a instancias de sindicalistas de ese país, aceptó reunirse con la plana mayor de la CTA Autónoma.
En el encuentro informal con Maduro estuvieron el titular de la CTA, Ricardo Peidró (propaganda médica); el adjunto, Hugo “Cachorro” Godoy (ATE); Alejandra Angriman (propaganda médica) y otros dirigentes de esa central que pertenecen a los estatales de ATE como Adolfo “Fito” Aguirre (el experto encargado de las relaciones internacionales), Julio Fuentes, Olivia Ruiz y Oscar de Isasi.
El contacto no fue extenso, pero sí fructífero. Los argentinos le contaron acerca de la virtual parálisis de las tareas finales de restauración de dos buques petroleros de PDVSA en Astillero Río Santiago por el “retaceo” de los fondos necesarios por parte del gobierno de María Eugenia Vidal, que entabló una fuerte batalla en 2018 contra el otorgamiento de 3.500 millones de pesos anuales a esa empresa debido a supuestas irregularidades halladas en su destino.
“Hay horas extras que nadie sabe dónde van, un turno nocturno de una empresa pública que hoy sólo el 1% de su gasto se solventa con las reparaciones que hace”, había dicho en noviembre del año pasado Hernán Lacunza cuando era ministro de Economía bonaerense. La batalla entre el gobierno de Vidal y ATE por Astillero Río Santiago llevó largos meses, incluyó la mediación de la Iglesia y terminó con menos fondos de los previstos, lo que derivó en la compra de muchos menos insumos para la restauración de los barcos petroleros.
Maduro no les reveló a los dirigentes de la CTA si se había reunido en Cuba con Cristina Kirchner, pese a que la vicepresidente electa estaba en esas horas en ese país para ver a su hija Florencia. Aunque sí la elogió y les aseguró que quiere reunirse “cuanto antes” con Alberto Fernández.
Desde la CTA Autónoma no le precisaron cifras a Maduro, pero el dictador venezolano sabe que terminar la reparación de los barcos puede costarle algo menos de 30 millones de dólares. En el Astillero Río Santiago, ubicado en la ciudad bonaerense de Ensenada, trabajan actualmente 3.100 personas, aunque no lo hacen a pleno porque faltan fondos que debería proporcionar el gobierno bonaerense para terminar con la restauración de los dos buques: la reparación del Eva Perón está avanzada en un 98% y la del Juana Azurduy, en un 60%.
“Fuimos a un país bloqueado y nos trajimos dos barcos”, bromean entre sí los dirigentes de la CTA Autónoma (Ricardo Peidró, Hugo Godoy, Julio Fuentes y Adolfo Aguirre), que llegaron al ambicioso acuerdo que incluyó la bendición de Maduro y que espera el aval de Fernández. En la interna sindical, este sector se mantiene lejos de la posibilidad de sumarse a la CGT, tal como lo auspicia el presidente electo, porque insiste en que para ello debería acordarse un nuevo modelo de organización sindical, democrático y representativo, lejos de las prácticas de los dirigentes sindicales peronistas más ortodoxos.
Sí, en cambio, están dispuestos a hacerlo los miembros de la CTA de los Trabajadores, la fracción kirchnerista de esta organización, que lidera Hugo Yasky e integran Roberto Baradel (Suteba), Beto Pianelli (metrodelegados) y Pedro Wasiejko (Federación de Trabajadores de la Industria y Afines), entre otros. Los dirigentes de la CTA Autónoma que hablaron con Maduro ya hablaron con el intendente de Ensenada, Mario Secco, para analizar el cuadro de reactivación en la zona que provocaría la inversión bolivariana, que incluiría trabajo para pymes que se dedican a reparar buques. Además, ya invitaron a sus colegas de la central sindical bolivariana y del gremio petrolero venezolano para el congreso que la CTA Autónoma hará en Buenos Aires el 2 de diciembre próximo, con la mirada puesta en una mayor integración continental de esas organizaciones, iniciativa que la CGT, en el fondo, mira con mucho recelo por motivos ideológicos.
Seguí leyendo: