Alberto Fernández viaja al Distrito Federal para proponer al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador un plan destinado a resolver la crisis política en Venezuela. Fernández cree que es necesario sumar a Nicolás Maduro a la mesa de negociaciones y que Estados Unidos debería aplacar la agresividad política que ejerce contra el régimen populista a través del presidente interino Juan Guaidó.
La propuesta del presidente electo argentino se enfrenta a la estrategia diseñada por el Departamento de Estados, el Departamento del Tesoro, el Pentágono y la CIA para forzar la caída de Maduro. Esa estrategia es articulada desde el Salón Oval de la Casa Blanca que transformó al líder populista en su enemigo regional.
Donald Trump hace operaciones de inteligencia en Caracas, controla el espacio aéreo venezolano por medio de satélites espías, asfixia a las finanzas del régimen con sucesivas medidas bancarias y propone una agenda diplomática con el Grupo Lima. Trump tiene un plan que apunta a un solo propósito: terminar con el régimen de Maduro, y no aceptará variables que contradigan su objetivo de máxima.
Fernández considera que Argentina debe renunciar al Grupo Lima para encontrar una solución a la crisis venezolana. El presidente electo sostiene que ese foro regional es una creación diplomática de Washington, que su agenda es un dictado de la Casa Blanca y que hasta ahora no logró ningún avance respecto a la transición democrática en Venezuela.
El Grupo Lima es una construcción del sistema internacional que lideran Argentina, Brasil y Colombia. Estados Unidos influye, pero no arrastra a sus socios regionales. Durante la cumbre del Grupo Lima en Bogotá, el vicepresidente americano Mike Pence sugirió la vía militar para concluir con el régimen de Maduro. Mauricio Macri, Jair Bolsonaro e Iván Duque se negaron a esa hipótesis de conflicto y preservaron el diálogo diplomático.
Pese a estos ejemplos de balance de poder en el Grupo Lima, Fernández considera que ese foro multilateral no sirve para su estrategia destinada a terminar con la crisis en Venezuela. El presidente electo piensa que ya es un resorte oxidado y que Guaidó fue apoyado para coronar una jugada que fracasó cuando Maduro resistió el embate internacional.
Fernández pretende construir una troica regional integrada por Argentina, México y Uruguay, si el Frente Amplio triunfa en el balotaje. Esta troica tratará de lograr consensos con otros países para empujar un plan que pueda resolver la crisis venezolana. A diferencia de Trump, Macri, Bolsonaro y Duarte, el presidente electo considera que Maduro tiene que estar sentado en la mesa de negociaciones.
Esa condición indispensable desde la perspectiva de Fernández, puede significar un roce diplomático de magnitud con Trump, que tiene la llave para abrir la puerta del Fondo Monetario Internacional (FMI). El presidente tiene que evaluar si un plan alternativo a la mirada de Washington no puede generar un efecto dominó que complique su negociación con el FMI.
Trump apuesta al Grupo Lima y no lo quiere a Maduro en la mesa de negociaciones. Si lo hubiera querido, lo hubiera tenido: hay docenas de lobbistas en DC que ofrecen un backchannel con el líder populista para iniciar la transición hacia la democracia. Y el Presidente de los Estados Unidos dijo que no, porque Maduro es una pieza clave para la campaña electoral 2020.
Fernández va a encontrar resistencia en la Casa Blanca, y débiles certezas en México. López Obrador lidera un país que comparte fronteras con Estados Unidos y exhibe una debilidad estructural cuando Trump aprieta las clavijas. El presidente electo no debería aguardar mucho entusiasmo de su anfitrión mexicano, ya que se trata de una propuesta que desafía el discurso geopolítico de Trump.
López Obrador se desmarca de Washington en asuntos que no son estratégicos, pero se pliega sin dudar cuando considera que pueden afectar la seguridad o los negocios americanos. El presidente de México, como Fernández, sabe que en la crisis venezolana influyen Estados Unidos, Cuba, Irán, China, Rusia y la Unión Europea. Venezuela es rica en petróleo y tiene una posición estratégica en América Latina.
En este contexto, Fernández viajará a México con un plan para Venezuela que estará sujeto a una fuerte presión en contra de Estados Unidos, Brasil, Colombia y la Unión Europea. El presidente electo argentino necesita que Trump facilite sus negociaciones con el FMI, mientras que su anfitrión mexicano ya tiene suficientes diferencias con la Casa Blanca para sumar una más vinculada a Maduro.
La reunión entre Fernández y López Obrador está prevista para el lunes. Será con agenda abierta, y al final habrá un comunicado oficial. El presidente electo regresa a Buenos Aires el martes, si no hay cambios en su agenda de viaje. Estará a 25 días de asumir en la Casa Rosada.