A pesar de sus diferencias personales e ideológicas, Mauricio Macri y Alberto Fernández están haciendo un formidable esfuerzo político para liderar una compleja transición presidencial en medio de una crisis social y económica. El presidente se puso a disposición de su sucesor e instruyó al jefe de Gabinete, Marcos Peña, que todos los ministros “abran” la información pública y reservada que sea requerida por el presidente electo.
Macri no tomará medidas de gobierno en nombre de Fernández, y su ex adversario electoral sólo pedirá los datos necesarios para diseñar su programa de gobierno rumbo al 10 de diciembre. Ese es el acuerdo tácito que Macri y Fernández cerraron al terminar el cónclave que protagonizaron en el despacho presidencial.
Este acuerdo tácito es fácil de explicar: el presidente facilita la transición, pero no asumirá ningún proyecto o medida del Frente de Todos. Y el presidente electo no quiere que se mezcle su agenda de gobierno con una administración que cesa en 41 días.
Macri designó de hecho a Rogelio Frigerio y Hernán Lacunza como sus representantes en la transición. Los ministros de Interior y Hacienda reportarán a Peña, que a su vez consultará con el Presidente. No es casualidad que Frigerio y Lacunza se sienten en la mesa de la transición representando al Gobierno, ya que tienen muy buena relación con Fernández, Wado de Pedro y Sergio Massa.
Cuando estaba festejando en el búnker de Colegiales, Fernández ya conocía las nuevas medidas adoptadas por el Banco Central para enfrentar una eventual corrida del dólar tras la derrota de Macri. Esas medidas respondían a los reclamos electorales del presidente electo -preservar las reservadas y evitar un salto del tipo de cambio-, y fueron comunicadas por Lacunza que trabajaba en medio de los resultados electorales.
Santiago Cafiero, Vilma Ibarra, Gustavo Béliz y De Pedro son los representantes de Fernández en la transición. Al otro lado de la mesa estarán Frigerio y Lacunza, aunque no se descarta que Peña se sume a las reuniones. Y cuando Fernández necesite incorporar a un nuevo interlocutor, hablará directo con Macri o le pondrá un chat para validar esa designación. Con ese nombramiento, Macri transmitirá la información a Peña para que el área respectiva entregue los datos públicos o privados solicitados por el presidente electo.
La transición, entonces, tiene un procedimiento fácil y transparente. Se activa cuando Fernández o sus cuatro representantes piden la información que necesitan para diseñar su agenda de gobierno. Y si es indispensable un encuentro mano a mano, Macri habilita al ministro y Fernández o sus cuatro delegados asignan a su representante en ese encuentro.
“Todo sin vueltas. Directo. La idea es colaborar con lo que podamos”, explicaron a Infobae en la Casa Rosada.
Macri sabe que Fernández tiene dificultades diplomáticas con Jair Bolsonaro, ya que el presidente de Brasil transformó en un blanco móvil a su sucesor en Balcarce 50. En este contexto, ante un pedido directo de Fernández, el presidente abriría un canal diplomático entre Bolsonaro y el presidente electo de la Argentina.
Macri considera clave para la democracia el éxito de la transición que protagoniza con su ex adversario electoral. Y haría semejante gesto político, si eso implica fortalecer un proceso institucional que hace cuatro años fue saboteado por Cristina Fernández de Kirchner.