La “remontada” de Mauricio Macri en las elecciones de octubre respecto de las PASO de agosto dejó al Gobierno con una sensación de conformidad -la tan nombrada “derrota digna”- y, sobre todo, le inyectó optimismo de cara a lo que viene para empezar a formarse como oposición.
Si bien aún no se sabe qué será del futuro del Presidente -de acá a diciembre se ocupará de lograr una transición lo más ordenada posible para diferenciarse de lo que ocurrió con Cristina Kirchner en 2015- en el Gobierno ya hay varios espacios en donde se habla de empezar a construir una alternativa y definir liderazgos para 2021 y 2023.
Uno de ellos es el Congreso de la Nación, en donde el oficialismo mantendrá una posición fuerte en ambas Cámaras -en Diputados será primera minoría- y desde allí podrá ejercer con firmeza su rol opositor. En paralelo habrá que prestar atención con lo que ocurra con Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, pero todo parece indicar que la injerencia de ellos no estará clara hasta que Mauricio Macri defina si liderará el espacio o si dejará que otros tomen su lugar.
En la Cámara de Diputados, Cambiemos -seguramente mute a Juntos por el Cambio- tendrá 119 representantes. Según los cálculos que hacen dentro del interbloque que conforman el PRO, la UCR y la Coalición Cívica, el Frente de Todos puro tendrá 106 pero tejiendo alianzas con los legisladores peronistas de Santiago del Estero (7), Misiones (3), Catamarca (2) y San Luis (3) podría llegar a los 121.
Ante esto, la primera conclusión que sacan es que la polarización será muy grande y, por ende, el futuro gobierno tendrá que reposar en el oficialismo saliente para avanzar en las principales leyes. La intención de Cambiemos es no poner palos en la rueda: “No vamos a actuar como se actuó con nosotros hace cuatro años. La primera muestra fue la reunión entre Macri y Alberto el otro día. La tensión en la transición no va a existir”, graficó un importante diputado ante la consulta de Infobae.
La idea es ser un bloque homogéneo que no levante barreras innecesarias y acompañar en la solución de los problemas estructurales. Y, al menos por ahora, la supervivencia está asegurada: “Nadie planteó romper el bloque”, desestimó el mismo dirigente.
A pesar de esto, hay un concepto que atraviesa a toda la bancada y que tampoco están dispuestos a dejar de lado: cuidar y representar al 40% que los votó el 27 de octubre. Entre esto y ser una oposición moderada estará basado el equilibrismo que practicará Cambiemos en la Cámara baja. Otro hombre de peso de la coalición lo comparó con el rol que jugó Sergio Massa para con ellos durante el 2016 y 2017.
Los liderazgos internos son otra incógnita y una puja silenciosa. El actual presidente del interbloque es Mario Negri, quien, además, conduce la bancada de la UCR. La pelea interna es con Alfredo Cornejo, recientemente electo por Mendoza, quien anhela presidir el bloque del partido. Sin embargo, no le será fácil ya que el diputado cordobés cuenta con más apoyo interno y a la hora de votar se impondría.
Además, Negri no está dispuesto a ceder la presidencia, más aún sabiendo que cuenta con el soporte de entre 30 y 32 diputados de los 47 que tiene el radicalismo. Lo que suceda con el interbloque pasa a un segundo plano porque se define más adelante y es una discusión que involucra al PRO y a la Coalición Cívica. En este punto, el partido amarillo, que ahora no tendrá el poder que le daba la Casa Rosada, podría reclamar el liderazgo y que sea conducido por Cristian Ritondo o Álvaro González.
Esta disputa tiene como trasfondo el plano nacional. Sucede que Cornejo milita un futuro sin Mauricio Macri porque considera que debe correrse ante la contundente derrota que sufrió. Pero esta idea surgió después de las PASO, en donde el Presidente perdió por casi 20 puntos, y ahora que redujo esa brecha y alcanzó el 40% de los votos, quienes apoyaron la campaña y estuvieron los cuatros años “en la trinchera” -Negri se considera dentro de ese grupo- creen que el mandatario aún no está muerto políticamente.
Por eso, el bando que no coincide con el diagnóstico de Cornejo tiene en mente otro tipo de liderazgo. Consciente de que al perder la presidencia también se acaba la verticalidad en la forma de actuar, piensan que hay que mantener Cambiemos pero darle un marco de institucionalidad a la coalición que permita tomar decisiones de manera horizontal con los principales actores sentados en una misma mesa.
Todos estos movimientos comenzarán a delinearse a partir del 10 de diciembre y hasta entonces la Cámara se mantendrá estática como hasta ahora. Lo más probable es que se convoque a sesiones extraordinarias para discutir, entre otras cosas, el Presupuesto 2020, pero desde el Ejecutivo no impulsarán ninguna medida sin consultar previamente al gobierno entrante.
Cuando se consolide la nueva composición del recinto y Juntos por el Cambio se transforme en oposición se verán los primeros chispazos con el Frente de Todos. Una buena parte del bloque alienta a tener una relación dialoguista -los que responden a Emilio Monzó principalmente- pero todos coinciden en que estarán marcados por la actitud del gobierno de Alberto Fernández. Pero con una ventaja: el Congreso será, para el postmacrismo, una plataforma importante para la reconstrucción.