En un escueto comunicado de dos párrafos, el gobierno de Donald Trump dio la primera señal clara hacia el presidente electo. “Felicitamos al pueblo argentino por las elecciones presidenciales del 27 de octubre y estamos listo para trabajar con Alberto Fernández para afrontar los intereses que ambos países comparten”.
“Estados Unidos y Argentina disfrutan de una larga y respetuosa relación que ha beneficiado a ambas naciones y es testimonio de todos los valores democráticos y prioridades que compartimos. Esperamos trabajar con la administración de Fernández para promover la seguridad regional, la prosperidad y el Estado de Derecho”, agregaron.
Unas horas más tarde, el presidente electo, Alberto Fernández, contestó el mensaje haciendo incapie en la necesidad de una “relación de respeto” y entendimiento. “Deseo que construyamos una relación de respeto y mutuo entendimiento con los Estados Unidos. Confío en que el trabajo conjunto fortalezca los lazos que nos unen y ayude a que Argentina recupere el rumbo del desarrollo”, sostuvo Fernández en un tuit.
Previamente, la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, saludó a Fernández por el triunfo logrado en las urnas. “Esperamos colaborar con su administración para enfrentar los desafíos económicos de Argentina y promover un crecimiento inclusivo y sostenible que beneficie a todos los argentinos”, escribió en sus redes sociales.
Luego, Fernández le agradeció el saludo y le respondió: “Los argentinos también esperamos salir lo antes posible de esta crisis para volver a crecer y que eso nos permita cumplir con nuestros compromisos, además de tener una economía sólida que nos beneficie a todos”.
Esto es una señal importante de cara a la transición, sobre todo porque en la previa de las elecciones había ciertas dudas de cómo afectaría a la política exterior un cambio de gobierno. Se especulaba con que habría cambios respecto a la lógica diplomática que ahora existe con Estados Unidos, el Grupo Lima, Brasil, Israel, la OMC, Perú y Chile. Macri tiene acuerdos ideológicos con estas naciones y foros internacionales, mientras que Fernández ya explicó en público y en privado que no comparte los parámetros generales que aplicó la Cancillería para integrarse al mundo.
Además, Macri habla con Donald Trump y Jair Bolsonaro cada vez que una situación doméstica o una crisis regional se transforma en una prioridad para su agenda política. En contrapartida, Fernández no tiene esta llegada a la Casa Blanca o al Planalto y, menos todavía, una mirada similar respecto a cómo deberían ser las relaciones bilaterales con Estados Unidos y Brasil.
Fernández sabe que las relaciones diplomáticas con Estados Unidos y Brasil son importantísimas para la Argentina. Sin embargo, el candidato presidencial repele la mirada ideológica de Bolsonaro y no le quedó otra alternativa que actuar con diplomacia y realpolitik frente a Trump y su gabinete conservador.
La relación con el FMI, que le prestó a la Argentina USD 57.000 millones en un crédito stand by el año pasado, será uno de los principales desafíos para el nuevo gobierno, en un contexto de fuerte volatilidad y dudas sobre cómo se van a encarar los próximos vencimientos.
Durante la campaña, Fernández dijo que a partir del 10 de diciembre podría comenzar a buscar una salida “a la uruguaya” para aliviar la carga de la deuda pública. O sea, un acuerdo voluntario con plazos de pago y sin quitas de capital.