Tras la victoria de Fernández, el Frente de Todos buscará seducir a Schiaretti y alejarlo del “cordobesismo”

Qué deberá hacer el presidente electo para sumar el apoyo del gobernador de Córdoba

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Alberto Fernández se reunió varias
Alberto Fernández se reunió varias veces con Juan Schiaretti en Córdoba

Córdoba es especial. Lo saben los cordobeses y lo sabe buena parte de una Argentina que reconoce esa excepcionalidad de la provincia identificada con el cuarteto y el fernet. Pero el baile y la bebida no son los únicos aspectos que hacen de ese distrito un lugar particular. Allí fue donde se dieron algunos de los momentos más trascendentes de la historia argentina, como la reforma universitaria de 1918, o el Cordobazo de 1969.

Todo eso forma parte de la identidad local, que a su vez incorpora el subgénero de la política cordobesa. “Los cordobeses tienden a abordar la comprensión de la política a través de tres narrativas, una política, una económica y una cultural, que cuando operan en conjunto, confluyen en la noción de autonomía provincial”, aseguró a Infobae Federico Zapata, politólogo y director de la consultora Escenarios.

Enumera Zapata: “En primer lugar, la idea de que Córdoba es una ‘isla republicana’ en el oscuro juego de la política nacional. En segundo lugar, la idea de que la pujanza y el dinamismo económico de la provincia se ve obstaculizado por el peso y/o las distorsiones del Estado nacional. En tercer lugar, la idea de que Córdoba es una reserva moral frente a la crisis de valores que caracteriza al derrotero nacional”.

Pero así como la identidad cordobesa tiene sus características, para Zapata “existe un desacople comprensivo entre lo que Córdoba piensa de sí misma y lo que la nación suele pensar de Córdoba, un desacople que contribuye a explicar los desacuerdos políticos e institucionales entre la provincia y el país”.

Una postal del Cordobazo
Una postal del Cordobazo

“En primer lugar, desde Nación solemos pensar a Córdoba como una identidad moderna unificada. Sin embargo, Córdoba es una identidad de frontera, donde conviven elementos avanzados con elementos tradicionales. En segundo lugar, se suele pensar a Córdoba desde un abordaje progresista u obrerista, a partir del hito del Cordobazo. Sin embargo, el Cordobazo es un hecho maldito de la historia provincial. En tercer lugar, se suele asociar el peronismo cordobés con la identidad del peronismo nacional. Sin embargo, el peronismo de Córdoba se parece muy poco al peronismo nacional. Es un peronismo singular, periférico en el relato nacional justicialista”, detalló Zapata.

Por su parte, el politólogo Daniel Montoya considera que además de tener sus particularidades, “Córdoba es una provincia díscola, siempre va a tener una relación distante del poder nacional. En Córdoba hay una especie de partido transversal, el llamado ‘Cordobesismo’, no importa quién gobierna a nivel nacional o a nivel local, una situación que es siempre explotada por los gobernadores es tener equidistancia respecto de los gobiernos nacionales”.

Justamente este aspecto particular de la política cordobesa, y del peronismo mediterráneo en particular, va a ser clave para determinar la relación entre Alberto Fernández y Juan Schiaretti, el gobernador que cuando el ex Jefe de Gabinete asuma al frente de la Casa Rosada va a comenzar su tercer mandato no consecutivo como titular del Poder Ejecutivo provincial.

Schiaretti renovó su mandato este
Schiaretti renovó su mandato este año

¿Pero cuáles son esas características particulares del peronismo cordobés? Para Zapata, cuando surgía el peronismo, “en la Córdoba del ‘45 la clase obrera era débil y el fenómeno de migraciones internas inexistente. Como resultado, el peronismo se construyó sobre fuentes tradicionales: Acción Católica, el Partido Conservador, y sectores nacionalistas de la Unión Cívica Radical. En otras palabras, en Córdoba -como en el resto de las provincias no industriales de la Argentina-, la ‘oligarquía’ no fue la enemiga del peronismo, sino la base de su construcción”.

Pero tras esa primera etapa, el peronismo cordobés evolucionó de la mano del impulso de la renovación interna del partido luego del regreso de la democracia. Según Zapata, “la facción que tomó las riendas del peronismo cordobés fusionó elementos conceptuales de la renovación (institucionalización y democracia partidaria) con una teoría neoclásica del crecimiento económico”.

“Esa innovación se plasmó en la alianza Unión por Córdoba, que implicó la fusión entre el Partido Justicialista (PJ), la Unión de Centro Democrático (Ucedé) y Acción para el Cambio (APEC). El peronismo de Córdoba fundó una nueva isla democrática en la radiografía provincial: una democracia tecnocrática de mercado, alejado de los discursos y las concepciones nacionales y populares sobre las que el peronismo nacional suele edificar su proyecto político”, detalló el politólogo.

En la misma línea opina Montoya: “El peronismo cordobés es sui generis. Es un peronismo con mucho diálogo con los medios de comunicación, que respeta las instituciones y con un discurso muy republicano que no es discordante con el discurso de Macri, por eso no es casual que Macri haya logrado los resultados que logró en Córdoba”.

Una historia de choques entre la provincia y la nación

Carlos Menem y Eduardo Angeloz
Carlos Menem y Eduardo Angeloz

Se dieron todas las combinaciones posibles: presidente y gobernador radical; presidente peronista y gobernador de la UCR; presidente radical y gobernador del peronismo; y presidente y gobernador del PJ. Casi que no importa el origen de los dirigentes, en la relación entre la provincia y la nación se imponen las dinámicas históricas antes que las relaciones personales.

“Desde la recuperación democrática, se han dado algunas situaciones paradójicas con partidos diferentes con buena sintonía versus partidos del mismo signo con tensiones. La relación de Angeloz con Alfonsín estuvo marcada por la tensión entre dos liderazgos en puja al interior del partido: el principal opositor a Alfonsín al interior del partido era el gobernador de Córdoba. Por el contrario, entre Angeloz y Menem hubo una relación de acuerdos ya que ambos compartían una mirada del país y Angeloz reportaba una utilidad adicional a Menem: minimizar y cercar al peronismo cordobés”, explicó Zapata.

En tanto, el politólogo agregó: “Con algunos matices, el vínculo político Menem-Mestre fue similar. Desde Córdoba, el gobernador radical fue el más férreo opositor al armado nacional de lo que después fue la Alianza, que desplazó al menemismo del poder”. Por otro lado, Zapata destacó que “la llegada al peronismo al poder provincial en 1999 no modificó estos juegos cruzados. De la Sota tomó nota rápido de la debilidad de De la Rúa, y fue uno de los gobernadores duros. Con la caída del radical, intentó que Duhalde lo nominara, pero Duhalde se inclinó por Néstor Kirchner y la relación con el santacruceño fue de tensión”.

Schiaretti y Cristina Kirchner
Schiaretti y Cristina Kirchner

En tanto, el director de la consultora Escenarios sostiene que “la relación de Schiaretti con Cristina Kirchner tuvo una primavera que estalló con el conflicto con el campo en 2008. Desde ese acontecimiento, la relación fue de tensión. De la Sota llegó a su tercer mandato no consecutivo como gobernador con un acuerdo de paz con Cristina Kirchner, pero nuevamente la reconciliación fue fugaz. Ante la discriminación en el envío de fondos, De la Sota recurrió a la Corte Suprema para exigir el cumplimiento de convenios por la Caja de Jubilaciones. El conflicto se fue agigantando al extremo de que la Nación rechazó enviar fuerzas federales durante el acuartelamiento policial de diciembre de 2013”.

“Respecto a la relación Schiaretti-Macri (2015-2019), el mandatario provincial volvió al poder con un discurso anti K y construyó una relación estrecha de trabajo constructivo. Esto le permitió a la Provincia recuperar fondos nacionales y avanzar con obras públicas frenadas. La sintonía fue marcada”, concluyó.

¿La llave está en el Senado?

Mauricio Macri y Miguel Angel
Mauricio Macri y Miguel Angel Pichetto

Después de que Miguel Pichetto aceptara ser el candidato a vicepresidente de Macri, la jefatura del bloque del PJ en el Senado pasó a manos del cordobés Carlos Caserio, de buena relación con Schiaretti, pero que al mismo tiempo tiene contactos con el Frente de Todos.

Desde su banca, Caserio ratificó la doctrina que durante años sostuvo el ex jefe de bancada y aseguró que el bloque de senadores del PJ “no le va a dar curso” a los eventuales nuevos pedidos de desafuero contra la ex presidente Cristina Kirchner.

Además, Caserio ya adelantó que “existe la voluntad” de que la bancada del PJ se una con la del Frente para la Victoria en caso de que Alberto Fernández se convierta en Presidente, lo que le permitiría al peronismo ser nuevamente mayoría en la Cámara alta, y en más de una oportunidad le envió mensajes a Schiaretti: “Hubo una charla entre Alberto y el gobernador, me da la impresión de que de a poco hay una aproximación pero no puedo decir que haya un arreglo ni que estemos en el mismo camino, me da la impresión de que de apoco las cosas se van desandando”.

Carlos Caserio
Carlos Caserio

“Para mí, personalmente, y para todo el peronismo, sería una cosa muy agradable que el gobernador se sume porque es un hombre muy querido en Córdoba, ha hecho una gran elección, y su aporte será bienvenido, es un hombre fuerte para el pueblo cordobés”, agregó.

En tanto, en declaraciones a radio Cadena 3, Caserio dijo que “el gobernador de Córdoba no puede no tener un definición”, y afirmó que “Alberto dijo que si bien a los votos se los tiene que ganar él, lo que no entiende es que para un dirigente tan importante y significativo como el gobernador de Córdoba le da lo mismo cualquier para arriba cualquier cosa”.

Todavía está a confirmar si Caserio continuará en ese puesto cuando se renueve un tercio de las bancas de la Cámara alta, al igual que no se sabe si podrá hacer de celestino entre Fernández y Schiaretti, pero si sigue allí, desde ese lugar puede llegar a ser clave para la relación entre el “Cordobesismo” y el Frente de Todos.

El futuro de la relación entre Fernández y Córdoba

Juan Schiaretti y Alberto Fernández
Juan Schiaretti y Alberto Fernández en la misa

Más allá de la histórica distancia que impusieron los gobernadores con los Presidentes (Montoya cita un ejemplo: “La autopista Rosario-Córdoba, que la provincia la esperó durante muchísimos años, se terminó concretando con el gobierno de los Kirchner, pero con De la Sota como Gobernador, por lo que el Poder Ejecutivo nacional no pudo tener su acto de inauguración de la autopista en Córdoba”), hay dos factores que obligarán a Schiaretti a, por lo menos, mantener un diálogo habitual con el presidente electo.

“Córdoba es una provincia con muchas exigencias fiscales, y eso le pone también un límite al distanciamiento que puede tener del gobierno nacional y explica que Schiaretti tenga gestos de acercamiento con Alberto Fernández. Por un lado, la provincia tiene un endeudamiento en dólares bastante grande que con las devaluaciones se multiplican, no es tan comprometido como el de la provincia de Buenos Aires; por otro, Córdoba tiene un régimen de jubilaciones VIP en comparación con el resto del país, un sistema que paga el 82% móvil, y es una caja deficitaria que funciona gracias a un acuerdo con la Anses. Eso lo obliga a tener una relación y un acercamiento con el nuevo gobierno del Frente de Todos”, explicó Montoya.

Pero, como diría un ajedrecista, “las negras también juegan”, y, para Zapata, “Alberto Fernández tiene un desafío complejo con relación a Córdoba: lograr reconciliar al peronismo nacional con la sociedad cordobesa. En parte, la reconstrucción de la relación con Schiaretti requiere zurcir esa grieta, para que la base social y electoral de Schiaretti pueda sintonizarse con la base electoral del Frente de Todos. Es un desafío complejo, porque las heridas están aún abiertas”.

Entre otras, para Zapata, las claves con las que cuenta Fernández para lograr esto son cuatro: “Debe instalar una agenda de políticas de modernización nacional que incluya un capítulo Córdoba’; debe evitar disputar el poder con el peronismo provincial; debe hablarles a los cordobeses con el lenguaje político de los cordobeses: realismo, pragmatismo y modernización gubernamental, con foco en apuntalar y dinamizar el desarrollo económico nacional; y debe evitar cruzadas ideológicas y discursos que se sustenten en dividir el mundo rural del urbano. Ambas dimensiones son partes constitutivas de Córdoba. La reconciliación debe ser con ambas a riesgo de no ser con ninguna”.

Por el momento, un rápido saludo de Schiaretti tras la confirmación del triunfo de Fernández en las elecciones puede ser un gesto. El cordobés congratuló al ahora presidente electo a través de un mensaje en su cuenta de Twitter: “Te felicito por el triunfo obtenido en las urnas. Y te reitero mi compromiso y el de Córdoba, de trabajar juntos en la gran tarea de construir una Argentina entre todos y para todos”.

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