La elección de este domingo en la ciudad de Buenos Aires es mucho más que una competencia por ver quién ocupa la jefatura de Gobierno. Está en juego, además, el futuro de una fuerza política y de dos líderes partidarios que podrían estar entre los grandes protagonistas de los próximos cuatro años.
El actual alcalde, Horacio Rodríguez Larreta, obtuvo el 46% de los votos en las PASO y quedó muy cerca de ser el primer candidato en ganar en primera vuelta desde la sanción de las Constitución de 1994. Con este objetivo en mente, conformó una gran alianza que incluye a radicales, PRO, “lilitos” y socialistas.
Fue así como el oficialismo logró sortear el primer obstáculo que tenía en su camino: sumó a Martín Lousteau al oficialismo y evitó su eventual candidatura. En 2015 el ex ministro de Economía había forzado un balotaje y estuvo a pocos puntos de ganarle la elección. Este acuerdo le otorgó el primer lugar en la lista para senadores nacionales y le permitió a Rodríguez Larreta polarizar la elección únicamente contra la oposición peronista. A su vez, Juntos por el Cambio sumó al socialismo de Roy Cortina -va en la lista de legisladores- y el apoyo de José Luis Espert, cuyo espacio había competido en las PASO con boleta corta.
Del otro lado de la grieta, el kirchnerismo también optó por formar una gran alianza con los sectores del peronismo porteño liderados por Víctor Santa María y Juan Manuel Olmos. Y fue el mismo Alberto Fernández quien sumó al presidente de San Lorenzo, Matías Lammens, para encabezar la boleta.
La propuesta, que incluía a otros referentes del peronismo y el progresismo que en el pasado fueron críticos con el kirchnerismo, como Pino Solanas o Victoria Donda, tenía como objetivo representar al “gran arco opositor” que no se siente identificado con el macrismo. Un espacio amplio que contuviera al kirchnerismo pero que sumara a otros sectores para ser electoralmente competitivo.
Las otras dos fuerzas, Consenso Federal y el Frente de Izquierda, se vieron perjudicadas por el alto nivel de polarización y por cierta falta de conocimiento masivo de sus candidatos. En las PASO, Matías Tombolini obtuvo un 7% y Gabriel Solano sacó el 4%. Sus aspiraciones para este domingo se concentran en obtener bancas y afianzar territorialmente a sus partidos. Además de Presidente y Jefe de Gobierno, los porteños elegirán tres senadores -dos por la mayoría y uno por la minoría-, 12 diputados nacionales y 30 legisladores porteños.
Desde el punto de vista político, la ciudad de Buenos Aires es un distrito clave para el macrismo debido a que allí nació como partido y todavía conserva su mayor nivel de apoyo popular. Además, podría ser el único distrito que quede en su poder si María Eugenia Vidal es derrotada en Provincia y Mauricio Macri cae ante Alberto Fernández a nivel nacional. En el peor de los escenarios, una derrota en los tres distritos sería una catástrofe para la alianza oficialista y obligaría al macrismo a entrar un profundo proceso de renovación.
En ese contexto, una victoria de Rodríguez Larreta en primera vuelta lo pondría automáticamente en carrera para las elecciones presidenciales de 2023, ya sea como sucesor de Macri o como referente de la oposición si gobierna Fernández. Como demuestran los casos de Fernando De la Rúa, Mauricio Macri y el mismo Alberto Fernández, la ciudad de Buenos Aires es un gran trampolín hacia la presidencia.
El otro actor que seguramente tendrá un lugar preponderante en el escenario nacional es Martín Lousteau, la gran esperanza del radicalismo. El economista ya tiene garantizado su lugar en la cámara de Senadores y, si Macri pierde, estaría en condiciones de protagonizar junto a Alfredo Cornejo tanto la renovación de la alianza Cambiemos como de la UCR. En principio, su aspiración es competir por la jefatura de Gobierno en 2023. Aunque los tiempos de la política Argentina son vertiginosos y en cuatro años el panorama político podría cambiar completamente.
Mientras tanto, Matías Lammens y el Frente de Todos sueñan con llegar al balotaje para dar un verdadero batacazo el 24 de noviembre. Confían en que la imagen negativa de Mauricio Macri y el impacto de la recesión empujarán hacia abajo la boleta oficialista. Al mismo tiempo, calculan que la fórmula Fernández-Fernández tendrá un efecto contrario.
Un victoria del peronismo marcaría un hito histórico en un distrito que le resultó esquivo en las últimas décadas y concretaría el golpe de gracias al macrismo como lo conocemos. Tras la inesperada diferencia que Alberto Fernández y Axel Kicillof sacaron en las PASO -no prevista por casi ninguna encuesta-, el Frente de Todos porteño se anima a soñar. En el oficialismo, por su parte, evitan dar cualquier señal de exitismo. Pero les da tranquilidad saber que como este domingo no se cuentan los votos en blanco, les alcanza solamente con repetir la misma cantidad de votos para superar el umbral del 50%.
Seguí leyendo: