En el segundo debate, como ya había hecho en el primero en Santa Fe y en las PASO en el búnker donde esperó los resultados, Alberto Fernández tuvo como invitadas en su comitiva a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Entre ellas estuvo Estela de Carlotto, presidenta de la institución que desde hace 42 años busca a nietos desaparecidos, secuestrados o nacidos en cautiverio durante la última dictadura militar.
Cuando ambos se saludaron el domingo pasado, el candidato a presidente del Frente de Todos le contó que el martes 22 iría a La Plata. “¿Por qué no pasan por casa? Es mi cumpleaños”, Carlotto invitó a Fernández, quien amablemente le dijo que estaban de un lado para otro pero le prometió acompañarla en la ceremonia en la que le entregarían el Doctorado Honoris Causa en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. El acto fue en la tarde del viernes en la sede del rectorado ubicada en Juncal al 1300, en Recoleta, a una cuadra y media del departamento de Cristina Fernández de Kirchner, que por su parte se preparaba para volar un rato más tarde a Santa Cruz.
Carlotto llegó veintisiete minutos antes del horario estipulado, vestida con un traje de pollera y saco color celestes. En la solapa llevaba una escarapela y en la mano derecha su bastón. Un rato después llegaron sus hijos Remo Carlotto y Guido Carlotto. Remo contó el susto que pasaron por la tarde: mientras regresaba de Mar del Plata, luego de asistir al acto de cierre de la campaña del Frente de Todos, recibió un llamado de una radio. Querían chequear si su madre estaba bien porque había una versión sobre su salud.
En el acto hubo familiares de desaparecidos y varias mujeres con canas y pañuelos blancos. Temprano, un taxi se detuvo frente al portón del rectorado y con dificultad descendierion dos mujeres: Vera Jarach, de 91 años e integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y Clara Weinstein, de 93. Llegaron solas. Jarach casi no ve y Weinstein, que camina con bastón, avisó que enseguida llegaría su marido, un ‘Padre de Plaza de Mayo’. En ascensor ambas mujeres subieron al primer piso donde esperaron al candidato para una breve charla junto a Carlotto y sus hijos; Lita Boitano de Familiares; la directora del Banco Nacional de Datos Genéticos Mariana Herrera Piñero que le regaló a Fernández un libro; y tres nietos: la diputada porteña Victoria Montenegro, el diputado nacional Horacio Pietragalla y Manuel Goncalvez, hoy a cargo de gran parte de la tarea en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), el organismo estatal que se ocupa de la búsqueda de los bebés y niños desaparecidos entre 1976 y 1980. Se sacaron una foto con Alberto Fernández y luego se fueron sonriendo al hall: “Es la primera foto de los nietos con Alberto”, dijeron. En un rincón debatieron si por la veda podían o no difundir la imagen en las redes sociales. Finalmente la compartieron.
Cuando llegó, Fernández repitió varias veces la misma respuesta a los periodistas que lo esperaron en la vereda: “De eso no puedo hablar, de eso no puedo hablar”. Tampoco habló en el acto donde sí hubo varios discursos en los que se lo mencionó. Victoria Tolosa Paz elogió la tarea de las Abuelas e hizo hincapié en la “luminosidad” de Carlotto. Y destacó: “No buscaron revancha, nos muestran que todo se puede construir desde el inmenso valor de un pueblo”. Después se entusiasmó y recordó las “leyes de impunidad” (Obediencia Debida y Punto Final) y el impulso en el Congreso para su derogación por parte de “Néstor, Alberto Fernández y Cristina”. Fernández escuchaba atento en la primera fila, sentado entre los hermanos Carlotto. Los aplausos taparon el resto del discurso de la concejala platense, que se había vuelto acalorado. Si violó la restricción del cronograma electoral, no se escuchó.
En la presentación, cuidadoso por la veda, Jozami no había mencionado a Fernández. Lo contagió el entusiasmo de Tolosa Paz. Cuando volvió a tomar la palabra criticó que “hoy hay un presidente que se jacta de que las clases dirigentes se tienen que formar en la Universidad privada porque las públicas son un desastre”. Miró al candidato del Frente de Todos que esbozaba una sonrisa y agregó: “Nos llena de alegría que su gobierno va a tener especialmente en cuenta a la Universidad Pública”. Luego le dio la palabra a su hermano, el profesor y escritor Eduardo Jozami, quien leyó varias páginas de un minucioso discurso con términos inclusivos. Dijo “les nietes” varias veces. También él habló sobre el posible cambio de gobierno dándolo como un hecho y reivindicó que son “30.000 desaparecidos”.
Entre el público estaban Nicolás Trotta, rector de la UMET y coordinador de los equipos de Fernández; ‘Pepe’ Albistur y su hija Agustina Albistur; el ex ministro León Arslanian, ex juez e integrante del tribunal del Juicio a las Juntas; Víctor Penchazadeh uno de los científicos que trabajó en el ‘índice de abuelidad’; la ex funcionaria de Cancillería Magdalena Faillace; y Fernando Peirano y Christian Asinelli, de los equipos de Fernández. También estaba Cristina Alvarez Rodríguez, candidata a diputada nacional y sobrina nieta de Evita; Alejandra Naftal, directora del Museo Sitio Memoria ex Esma y Roberto García Moritán, diplomático y padre del futuro esposo de Pampita. Hubo varias actrices entre ellas Luisa Kuliok y Alejandra Darín.
Después de los discursos formales, Carlotto recibió un ramo de flores y la placa que acredita su Doctorado Honoris Causa, uno más de los tantos que ya ha recibido. De pie dio su discurso. Se mostró contenta y revindicó a los hijos desaparecidos. “Justicia social era el pedido más grande de nuestros hijos”, señaló. Varias veces, como antes había señalado Tolosa Paz, habló de cómo armaron Abuelas a pesar de las diferencias entre quienes integraron e integran la asociación. “Sola ninguna podría haber hecho nada”, las destacó y habló de “la fuerza que tiene el amor. Somos distintas unas de otras como lo fuimos desde que empezamos pero ese amor por los hijos es un tronco fuerte que nos mantiene unidas mientras tengamos vida... y aún quien sabe” continuó arrancando risas a su auditorio que minutos antes la había aplaudido de pie.
La presidenta de Abuelas justificó que los organismos de Derechos Humanos se involucren en otros reclamos. “Hemos enviado un documento a Chile ”, contó a la hora de la marcha contra el presidente Sebastián Piñera y también pidió que en Argentina “se juzgue y se condene y se pruebe” tras señalar que familiares de víctimas de la dictadura “luchan para sacar de las cárceles a los presos políticos que tiene este país”.
Luego recordó cómo fueron sus inicios cuando la abuelas hablaban en código entre ellas para evitar que las descubrieran quienes las escuchaban. “Como nos escuchan ahora”, denunció con tono casi amable pero hizo un pedido con voz firme: “No hay que callarse, hay que seguir hablando”. Y volvió sobre los otros temas en los que se involucran: “El dolor nuestro es igual al de una madre a la que la policía le mata a su hijo por la espalda”.
Carlotto hizo público lo que varios sabían pero no se animaban a preguntar. “Hoy me mataron a mí”, afirmó sobre una versión según la cual había fallecido “en un palacete de Belgrano”, cuando en realidad estaba en una charla con el ex juez Eugenio Zaffaroni y el arzobispo de La Plata Víctor Fernández. Fue irónica al respecto.
Cuando estaba terminando Carlotto, que acaba de cumplir 89 años y celebra estos días el “Mes de la Identidad”, le habló al candidato del Frente de Todos. “Este Presidente que me está mirando no sabe la que le espera”, bromeó para luego mostrarse bien decidida: “Lo vamos a ayudar, no va a ser fácil, vamos a poner el hombro, si aguantamos hasta ahora cuánto más vamos a aguantar sabiendo que sus prioridaes son el trabajo, los jubilados y la educación”.
Por si quedaba alguna duda, reafirmó: “Alberto, contá con todos nosotros”. Y luego pareció retomar el discurso que el propio candidato pronunció en los últimos tiempos para impulsar el fin de la llamada ‘grieta’ al mencionar nuevamente que se pueden hacer cosas entre quienes sean diferentes o piensen distinto. “Vamos a decirles a todos vení, abrazate y caminemos juntos”, cerró en medio de aplausos y mientras los Jozami y Tolosa la abrazaban.
Fernández entonces se acercó, la abrazó también, y se tomó varias fotos mientras empezaba a levantarse el público y lo apretaban pidiéndole selfies. “Alberto, Lita quiere una foto”, le gritaron. Otra voz rogó: “Alberto, los compañeros de los 70″. El siguió apretujado y su propio fotógrafo, Esteban, los hacía posar mientras el candidato sonreía relajado. Una joven se acercó y le pidió una selfie. Era Analía Kalinec, hija de un ex militar, “un genocida”, le aclaró ella, que es cofundadora del grupo “Historias Desobedientes” que integran hijos que denunciaron y revelaron información que tenían sobre la participación de sus propios padres en la represión.
A la salida del rectorado se oyó el canto de “Alberto Presidente”. El candidato se subió al auto que maneja Daniel, su amigo y colaborador que también hace de chofer, y antes de arrancar le apretó las manos a la actriz Cristina Banegas que lo miraba en silencio parada junto al vehículo. Recoleta es una comuna esquiva al Frente de Todos y especialmente al kirchnerismo. Aún así desde varios balcones se asomaron a grabar videos y tomarle fotos.
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