Hacía tiempo que Mar del Plata no concentraba con tanto interés la atención de la dirigencia política nacional.
No es casual que Mauricio Macri haya elegido esa ciudad para su última función de campaña -el miércoles- en la provincia de Buenos Aires junto a María Eugenia Vidal, que el jueves tendrá su cierre solitario en el estadio del club Platense, para el que los intendentes del PRO del Conurbano bonaerense pusieron a trabajar a sus punteros desde hace días.
Tampoco es casualidad que Alberto Fernández, el favorito para las elecciones del domingo, se haya decidido por esa localidad balnearia, la más atractiva y populosa del municipio de General Pueyrredón, para el broche final de su campaña, el jueves. Junto a Cristina Kirchner.
Mar del Plata se convirtió en un atractivo para el Presidente y el candidato del Frente de Todos. Guillermo Montenegro y María Fernanda Raverta, los candidatos locales del Gobierno y del kirchnerismo, están “palo y palo”, según las encuestas.
La imagen del diputado y ex ministro porteño está directamente vinculada a Macri. En la campaña de 2015, el entonces jefe de Gobierno lo paseó por todos los medios y lo presentó ante el círculo rojo como su referente en materia de seguridad, pero cuando ganó las elecciones sacó a relucir viejas rencillas y se inclinó por Patricia Bullrich. Con el tiempo, el Presidente y Montenegro limaron asperezas, previo paso del ahora postulante a intendente por la embajada de Uruguay.
El ex juez federal representa el electorado duro de Macri, que en las primarias de agosto sacó el 36% de los votos frente al 40% del Frente de Todos.
Raverta, por su parte, es la representación del kirchnerismo ortodoxo. Su paraguas es La Cámpora, la agrupación liderada por Máximo Kirchner. Raverta fue la candidata más votada, con el 27,7% de los votos. Montenegro sacó el 20,6%, pero la radical Vilma Baragiola, que competía internamente con el diputado, obtuvo el 14,2%. Se suman de cara al domingo. Gustavo Pulti, el ex intendente, quedó tercero con el 17,5% de los votos. Y divide electores con Raverta. De hecho, circula un video confeccionado por el Frente de Todos que concluye que votarlo a Pulti es lo mismo que votarlo a Montenegro.
Marcos Peña pidió que la convocatoria de este miércoles, el ante último acto de Macri en su campaña bajo el lema “Sí se puede”, sea una postal frente al mar. En la avenida Pedro Luro y la costa, frente a las playas más populares del distrito: a metros del Hotel Provincial, de las tradicionales estatuas de los lobos marinos y frente al muelle de pescadores. A contramano de la habitualidad: las principales concentraciones tuvieron siempre lugar en la Plaza San Martín, a unas cuadras, frente a la municipalidad.
Los responsables de la organización fantasean con convocar “unas 30 mil personas”. Pero miran de reojo el pronóstico del tiempo, que anticipa lluvias y que, en ese caso, atentaría contra la logística y asistencia al evento. El macrismo no planea movilizar. Apela a la espontaneidad. Solo dirigentes de la quinta sección acercarán manifestantes. Pero en un número marginal.
Mar del Plata fue, además, una de las ciudades elegidas por Roberto Zapata, el español que lidera los trabajos de focus group en el equipo de Jaime Durán Barba, para medir el humor social previo a las PASO. Es un municipio clave para las aspiraciones del oficialismo.
Macri hará su penúltima gira en esa localidad en busca del voto duro del centro. Tiene un dato al que aferrarse: en las primarias, el nivel de concurrencia en esos barrios -la periferia es más afín al kirchnerismo- fue de solo el 69%. En el acto del sábado en la avenida 9 de Julio, que envalentonó al Gobierno, el mandatario pidió que el domingo sea “la votación con mayor asistencia desde 1983”.
Elisa Carrió, que tiene buenos índices de popularidad en el municipio de General Pueyrredón, iba a ser de la partida. Pero el lunes cerró su participación en la campaña con la presentación de su libro en San Nicolás. “Está cansada, prefirió levantar todo lo que tenía pautado”, avisaron sus colaboradores. Iba a ir a Rosario y, por último, a Mar del Plata.
El Presidente y sus colaboradores más íntimos estuvieron los días posteriores a las primarias recluidos en la búsqueda de respuestas por la derrota ante el Frente de Todos, y atravesados por la zozobra del temblor de los mercados.
Ante eso, el Gobierno diagramó una campaña opuesta a la diseñada para las elecciones de agosto para afianzar al electorado macrista que se radicalizó después de las PASO, según los estudios encargados por la Casa Rosada. Una estrategia destinada a forzar una segunda vuelta, un escenario al que se aferran solo los funcionarios más optimistas, en su mayoría con despacho en el primer piso de la Casa de Gobierno. Y a agudizar la polarización con el kirchnerismo.
Bajo esa premisa, Macri llegará el jueves a la capital cordobesa y compartirá escenario junto a Miguel Ángel Pichetto y Mario Negri, entre otros. Desde Juntos por el Cambio no hicieron por ahora estimaciones sobre la concurrencia a la Plaza Vélez Sarsfield, en el centro neurálgico de la ciudad, en las puertas de la casa radical.
El Gobierno busca sumar algunos de los votos que cosechó el gobernador Juan Schiaretti en las elecciones provinciales de mayo, por encima del 50%. El mandatario se quedó en agosto con el 47% del electorado. El Frente de Todos con el 29,7%.
El lunes, Negri denunció que en su domicilio cordobés llegó un sobre cerrado con la boleta de Juntos por el Cambio en el tramo presidencial y la de Hacemos por Córdoba, que lleva lista corta, en el tramo para diputados. La pelea local es por las bancas.
Ese distrito le trae a Macri buenos recuerdos. Fue la provincia que lo llevó a la Presidencia en 2015. En el balotaje frente a Daniel Scioli, fue récord: sacó el 71,5% de los votos, la diferencia más abrumadora de todo el país. Eran otros tiempos.
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