A los que gusten de lo orígenes de los nombres o de los significados ancestrales, el suyo parece provenir del concepto de ola de mar y quienes lo portan lucen como amables y flexibles pero son tenaces, seguros de sus ideas y resolutos. Educada en la utopía socialista del kibutz, Galit Ronen es la nueva embajadora de Israel en la Argentina. Viene de representar a su país en Uruguay y confiesa que su formación académica como bióloga la condujo a esta tarea diplomática en donde siempre hay algo por descubrir.
En la charla con Infobae habla de “ser judío” (“soy agnóstica pero sin dudas parte convencida de la tradición y del pueblo judío”), de la amenaza de Irán (“es un país terrorista”) y de la necesidad de perseguir justicia en los casos AMIA, Embajada y Alberto Nisman. La entrevista completa.
— Salvo la gripe cómo la estamos tratando.
— Bueno, como ve me enfermaron. Pero no, no es Argentina, soy yo.
— ¿Primera vez en Argentina en misión diplomática?
— Sí. Estuve aquí un fin de semana antes pero dos días nada más.
— ¿La dejaron salir de Buenos Aires o está solo en Buenos Aires hasta ahora?
— Dejaron, no es que no me dejaron, es que hay tanto trabajo aquí en el momento que todavía no llegué a salir de Buenos Aires. Espero hacerlo más tarde.
— Totalmente. Si hoy usted tuviera que definir el vínculo entre Argentina e Israel qué vínculo diría que tenemos.
— Un vínculo muy especial yo diría. Porque las relaciones siempre fueron buenas, pero también con complicaciones. Puedo mencionar el caso de Eichmann por un lado y puedo mencionar el acuerdo con Irán que ustedes hicieron del otro lado, y por supuesto el atentado contra la Embajada y la AMIA. Yo, cuando presenté mis credenciales, al día siguiente hice un homenaje a la Embajada, porque creo que cada embajador que está aquí es una pieza más en la cadena de embajadores, podría haber sido yo.
— ¿Y hoy usted cree que el vínculo está afianzado, que hay un vínculo de confianza entre ambas naciones?
— Sí, creo que sí. Tenemos muy buenas relaciones.
— Trae usted acá el tema del Memorándum de Entendimiento con Irán, que provocó tantísima discusión y tantísimo enojo de parte de la comunidad argentina. ¿Cuándo cree usted que se hará justicia con un hecho que ya se sabe quién lo perpetró el atentado y sin embargo no tiene la sanción de la Justicia?
— Ésta es la responsabilidad de Argentina. La justicia es, en la AMIA son 85 argentinos, y creo que es la responsabilidad y tiene que ser importante para Argentina que aquí hubieron dos atentados y hasta ahora, que pasaron 25 años para la AMIA y 27 para la Embajada, y todavía no tenemos justicia. ¿Cómo puede ser esto?
— ¿Mira con atención Israel el eventual cambio de gobierno pensando que puede hacerse cargo del poder una administración que fue precisamente la que impulsó el Memorándum?
— Primero que no es lo mismo. Segundo que cambió el mundo. Que Argentina cambió, Israel cambió, Irán lamentablemente no cambió, Estados Unidos cambió, Brasil cambió. El mundo es diferente. Pero esperamos que cualquier gobierno que viene va a seguir la justicia que tiene que llegar a estas personas. Y claramente sabemos quiénes están atrás de estos atentados.
— Usted dijo claramente Irán no cambió, Irán sigue siendo un Estado que usa el terrorismo como modo de, intento incluso de destrucción de Israel. Me gustaría escucharla sobre este tema.
— Irán en principio es una cultura muy antigua. Y la verdad que somos países que podrían ser amigos, nosotros también tenemos una cultura antigua. Lamentablemente Irán tiene un gobierno, digamos, que tampoco son elegidos, pero un gobierno que quiere controlar el mundo, quiere volver a ser una potencia mundial y decir a todos los demás cómo tienen que ser, no creen en la democracia. Las mujeres allá no manejan, es una locura. No creen en los derechos humanos. Irán podría cambiar y podría ser una democracia y será una democracia fantástica, pero por el momento es un país terrorista.
— Es muy, a los que hemos tenido la suerte de visitar Israel, es muy fuerte el contraste entre una nación como Israel, con una tradición democrática, con respeto de las libertades y los derechos humanos, comparada con algunos de sus vecinos bien inmediatos que siguen siendo una teocracia donde aplican la ley religiosa.
— Sí. Bueno, somos la única democracia en Medio Oriente y estamos, siempre esperamos que algunos de nuestros vecinos sean iguales. Pero no nos metemos en eso, ellos eligen lo que quieren ¿no? Lo que queremos es tener paz con todos nuestros vecinos, tenemos con Egipto y con Jordania, esperamos algún día llegar con el Líbano y con la autoridad palestina, pero somos un pueblo muy antiguo, tenemos tiempo.
— Cuál es el secreto para la prosperidad de Israel. Si usted tuviera que describirle a alguien que no entiende cómo Israel se ha transformado en una potencia, en una cuna de desarrollo tecnológico, de innovación, cuál es el secreto de Israel.
— Es un secreto, cómo puedo decirle. No, tenemos varios secretos. Uno es la tradición judía de siempre poner las cosas en duda. Segundo es no tenemos ningún miedo al fracaso. El fracaso es solo un paso más para que podamos salir adelante. Tercero, tenemos una cultura muy variada, tenemos inmigrantes de todo el mundo, y nosotros somos un país de inmigrantes, aunque yo sé que hay países que no les gustan los inmigrantes, nosotros los amamos y los abrazamos. Y esa diversidad, de ahí salen muchas ideas cuando los ponés juntos. Y también tenemos al Estado que apoya esto. Israel tiene un apoyo al research and development muy, muy alto, más del 4% del PBI. Entonces todas estas cosas juntas llegan allá.
— Qué significa que Israel es una startup nation, un país de las startup.
— Justamente ahí tenemos, sabes, en cifras totales, no estoy hablando de cifras personas, somos un país de 9 millones. Somos el segundo en el mundo con compañías en la Bolsa de Estados Unidos, la primera es Estados Unidos. Y en cifras totales, no en cifras per cápita. Entonces siempre hay, si estás dando una mano a alguien, me falta acá no sé qué, voy a hacer una app para esto. Vemos cualquier dificultad como una oportunidad.
— Quizás sea ese el secreto.
— (Risas) Bueno, es complejo.
— Claro. Hace muy poco Israel volvió a ser puesta como ejemplo en el combate contra la inflación, un mal que en la Argentina lamentablemente es recurrente en los últimos 70 años. ¿Se puede aplicar? Y yo sé que es imposible que en una nota de unos minutos usted explique cómo fue. Pero digo, ¿hay algún modo de la enseñanza de Israel ser aplicada en la Argentina?
— Sabes que ahondó mucho en este tema, era un argentino que se llama Trajtenberg, que vino a Israel e hizo un programa con el gobierno, el gobierno la verdad dolía mucho para 6 años a la gente, pero sacamos la inflación de 450% ahora es una única cifra ¿no? Es nada. Estamos muy estables. Estamos totalmente de acuerdo con compartir nuestra experiencia con Argentina y cooperar con Argentina en esto, pero yo leí últimamente una entrevista con Trajtenberg que él decía que piensa que la experiencia israelí no podría pasar aquí porque la cultura es completamente diferente. Yo siempre digo, si no tratas cómo vas a salir. Y esto es lo que hace a Israel también una startup nation, si no tratas cómo vas a salir. Entonces, tratamos ¿no?
— Claro. Sí, el intento es hay que hacerlo.
— Hay que hacerlo.
— Embajadora, llega a un país donde todavía tampoco hay justicia en una causa que golpeó mucho que es la muerte de Alberto Nisman. Me gustaría su opinión, sobre la causa y sobre el hecho en sí por favor.
— Bueno, Nisman es un gran personaje. Muy conocido, muy sabio. Y es una lástima que no podamos disfrutar más de su conocimiento. Esperamos justicia como siempre. Nosotros no nos metemos en la Justicia argentina, tanto en el caso de Nisman como en el caso AMIA, como en el caso de la Embajada. No nos metemos. Tenemos que tener fe en la Justicia argentina.
— Más allá del acto de fe, ¿siente que están dadas las condiciones en la Argentina? ¿La Justicia es independiente en Argentina como para conseguir un veredicto sobre estos temas, los tres temas?
— Espero que sí. Espero que sí, no sé. Acabo de llegar, tengo menos de dos meses aquí.
— Claro que sí. ¿Hay una característica de la comunidad judía argentina que se diferencia de la comunidad judía uruguaya donde usted ha estado, de la peruana? ¿Hay algo que usted ha percibido de diferente?
— Como hay diferencias entre los argentinos y los uruguayos, bueno, ahí no tanto, pero entre los peruanos y los argentinos, no es lo mismo, porque son, los judíos que están aquí son argentinos. Entonces la diferencia que hay entre un argentino y un peruano es la misma como un argentino judío y un peruano judío.
— Si usted dice, así, a vuelo de pájaro, apenas a dos meses de haber llegado, los argentinos judíos se caracterizan por. ¿Le encuentra una nota distintiva?
— ¿A los demás argentinos?
— No, al resto de los judíos. Digo, los argentinos tienen una tradición más en la cultura gastronómica o en la cultura…
— Sabes que es una pena, yo soy vegetariana (risas).
— Ah, nos vamos a llevar muy mal embajadora, sépalo.
— Sí, ya bajé de peso dos kilos.
— ¿De verdad vegetariana?
— No vegana, vegetariana.
— Pero rigurosa.
— Desde que tengo 14 años de edad.
— Y qué le pasó que tuvo ese problema.
— (Risas). Es una elección justa, lo veo así. Yo crecí, nací y crecí en un kibutz y ahí tienes a los animalitos sueltos.
— Bien cerca.
— Y yo no puedo comer a mi amiga la vaca, que tenía un nombre, ellos tenían nombres allá. No, no, fue una de no comer más.
— No, fue una decisión de no. Si no soy indiscreto, ¿me cuenta un poco de su vida? A propósito, en qué kibutz nació.
— Yo nací en el kibutz Ramat Hashofet, que es un kibutz de Hashomer Hatzair, que es más socialista. Fui criada, en aquella época los niños viven juntos en lo que se llama una casa de los niños e íbamos a la casa de los padres solo cuatro horas al día. También dormimos en la casa de los niños. Desde las cuatro hasta las ocho estábamos en la casa de los padres, después volvíamos a la casa de los niños. Y eso me dio mucha independencia, porque los adultos no estaban todo el tiempo, entonces las cosas que los niños hacen cuando están solos a veces son duras, pero bueno. Entonces crecí allá, fui tres años con mis padres a Estados Unidos, que ellos trabajaban allá, volvimos al kibutz después y bueno, hice el ejército como hacen todos en Israel. Después fui a la universidad, dentro del ejército y la universidad me tomé un año y medio para conocer Asia, un tour, para relajarme. Y después volví a la universidad, hice un BAC, después hice una maestría en microbiología, que hoy se llama genética, pero en la época era…
— Microbiología.
— Trabajé en el development, desarrollo y no recuerdo cómo es, de una compañía americana que tiene su desarrollo en Israel, justo aprovechamos este poder de inventar cosas y no tomar lo imposible como algo que existe. Y de ahí me llamaron de la Cancillería. Más o menos, es un…
— Ese es el resumen rápido. Hoy el fenómeno, bueno, yo tengo 55 años…
— Yo tengo 54.
— ¿Tiene 54?
— Sí.
— Voy a ser galante y…
— Parece más ¿no?
— No, no, parece mucho menos, de verdad. Pero digo, en mi niñez y en mi juventud el kibutz era como una aspiración, como un fenómeno del nuevo modo de organización social muy admirado. Hoy, 2019 casi 2020 qué es un kibutz, qué significa un kibutz.
— Casi no existen ya en la forma anterior. En la forma que yo conocí cuando yo crecí. Era una, la verdad fue una granja socialista ¿no? Pero el ser humano no quiere compartir tanto las cosas. Yo, claro, como una niña, nosotros no tenemos privado, nada. Aun nuestras ropas dentro de un año pasaban a otro y nosotros recibimos del otro. Pero tuvimos una, cómo se llama, no sé cómo decir esto en castellano, algo donde ponemos los libros que estamos leyendo ahí, juntamos, no sé, piedras, cosas así, si alguien tocó esta parte que fue privada uy, uy, uy (risas). Y no tuvimos nada allá, fueron piedras y nada, y hojas. Entonces parece que el ser humano quiere, y nadie tenía nada. Entonces no estaba la idea de ser rico o ser pobre. Pero nosotros como niños ya sabemos que es muy importante decir bueno, esto es mío. Nadie toca esto que es mío. Entonces el ser humano no es socialista aparentemente.
— Parece, la experiencia ha demostrado que por lo menos hay serias dificultades para que lo sea ¿no?
— Parece.
— ¿Y su utopía, cuál es su utopía embajadora? ¿Qué sueña, cuál es su sueño?
— Bueno, paz en el mundo ¿no? Paz en el mundo. Paz para Israel. Que la calidad de vida de todos sea igual y buena. Que haya igualdad para todos nosotros, no importa si son, no sé, mujeres, hombres, LGBT, lo que sea, que somos todos iguales, yo creo que todos los seres humanos somos iguales. Como bióloga puedo decirles que somos todos iguales.
— Eso puede asegurarlo.
— Sí.
— Cómo juega en usted la religión. ¿Es una persona religiosa?
— No, yo no soy religiosa. Pero sí pertenezco al pueblo judío, que ser judío no es solo religión, también es una nacionalidad. Y tenemos, justo acabamos de celebrar, ayer, Yom Kipur que es el Día del Perdón, que es el día más sagrado para los judíos. Eso es interesante, dentro del nuevo año nuestro hasta Yom Kipur, hasta el Día del Perdón, hay diez días. Y en estos diez días tú tienes tiempo para pedir perdón a todos los que les hiciste mal. Ellos tienen que perdonar. El último día, y solo el último día, es pedir perdón a Dios. Porque la diosa o el dios, no sé, solo podría perdonar cosas que son entre el ser humano y él o ella, todo lo demás es entre nosotros. Entonces nueve días para perdonarse uno al otro y un día para quien está arriba.
— De nuevo la pregunta merecería horas y horas de respuesta, pero la voy a hacer igual, qué es ser judío hoy.
— Cada uno lo define para sí mismo. Pero el judaísmo viene de una tradición muy larga y por ejemplo festejar Yom Kipur. Por ejemplo, pensar que nosotros tenemos una responsabilidad, que en hebrero se llama (0:17:16.4), que tenemos que mejorar el mundo, éste es nuestro deber. Que cada persona tiene responsabilidad por el otro. Todo esto está en la Biblia la verdad, y todos creemos en esto. La tradición judía, en esto está basado mucho de la cultura moderna occidental, de ser justo, de ser honesto. Mira el Antiguo Testamento, es la base de lo que creemos hoy.
— Cuánto en el mundo en general, pienso en el atentado a la sinagoga de Alemania de ayer, anteayer, y en la Argentina en particular, sigue vivo el antisemitismo.
— Lamentablemente parece que está creciendo. Mira, la DAIA sacó hace una semana, dos semanas, una información que creció aquí en Argentina en 107% el antisemitismo solo en el último año. Y yo cuando me preguntan qué hacen ustedes contra el antisemitismo yo digo ¿nosotros? ¿Por qué es nosotros? Los judíos son argentinos. Los argentinos son los que tienen que tomar en cuenta lo que está pasando aquí y es algo contra todos, no es solo contra los judíos, es contra la humanidad hacer cosas así, discriminar. Lo que pasó en Alemania, que están matando a una persona, lo que pasó en la AMIA, es algo que hace daño en el mundo. Y es la responsabilidad del mundo de luchar contra esto tan terrible.
— ¿Nota un ambiente de intolerancia en general en la política argentina? Ya estará familiarizada con la expresión "la grieta" en nuestro país. Cómo vive eso embajadora.
— Mira, como le dije, mi visión es la igualdad de todos. Estamos lejos de esto también en Israel. Pero tenemos que luchar para esto y tenemos que hacer todo lo que podemos para esto. Una forma de hacerlo es con la economía. Si mejoramos la economía estoy segura que achicamos la grieta. Y yo quiero decir que Israel y Argentina tienen mucho para compartir y son economías complementarias la verdad. Y ya comenzamos con esto, me alegra que mis antecesores han hecho mucho, y antes que venir a cualquier misión todo embajador tiene que poner tres metas que él o ella quieren cumplir, la primera que puse fue mejorar las relaciones económicas, y ya estamos en el camino. Por ejemplo, hace un mes abrieron una empresa conjunta israelí-argentina, una factory, para tubos. Y también una compañía israelí compró una compañía digital, un software de aquí, por algunos millones, pero los argentinos que están allá, que son treinta más o menos, siguen trabajando. Entonces esta fue la primera meta que puse.
La segunda meta que puse fue que los jóvenes de los dos países van a conocer uno al otro mejor. (Tose) Disculpa.
— Es la gripe, obvio.
— Sí, disculpa.
— Por favor.
— Porque el futuro está con ellos. Usted ya tiene 55, yo 54, el futuro no está con nosotros ya, pero si la gente se conoce, se miran uno al otro por el ojo, si comparten una comida, ahí crecen las relaciones entre los pueblos. Creo mucho en esto.
Y la otra no se la voy a decir.
— ¿No la va a decir?
— No. Porque no es muy serio.
— Es lo que más me divierte. O sea, es la que más me interesa.
— Bueno, en secreto eh. Quiero conocer el fútbol.
— ¿Quiere conocer el fútbol de Argentina?
— Sí.
— No lo va a poder hacer. Imposible. Hay dos cosas que no se pueden entender de Argentina, el peronismo y el fútbol. Yo casi le diría que intente por el peronismo. ¿Pero qué cosa quiere conocer del fútbol?
— Primero quiero ir a la cancha. Tuve invitaciones para el 1 de octubre, pero lamentablemente ya tenía otro compromiso. Ahora voy a ir al 22 espero.
— Al Superclásico, claro.
— Sí. Por lo menos para ver cómo es ¿no? Porque me dijeron que es…
— Es un fenómeno único. Si quiere, bueno, ahora está complicado, pero en realidad, yo soy de la ciudad de Rosario, que espero que pueda visitar, donde hay una colectividad judía activa, numerosa y etcétera, etcétera, el clásico de fútbol entre los dos equipos, que son Newell´s y Central, es mucho más caliente que el de Boca y River. Pero está bien, arranque por ese. ¿Tiene simpatía por algún equipo?
— No, yo soy por las selecciones nacionales, yo soy diplomática ¿no? (Risas)
— Está bien, hace muy bien. ¿Tuvo algún contacto ya con Alberto Fernández, el candidato del Frente de Todos? ¿O todavía no pudo entrevistarse?
— No, todavía no. Y además yo estoy, repito, ni tengo dos meses aquí. Estoy comenzando con mis citas oficiales y comienzo con un gobierno, y después vamos a ver.
— Cómo fueron sus encuentros con el presidente Macri.
— Muy corto pero muy amistoso. Comenzó "cómo está mi amigo Bibi".
— Claro.
— Que también está, bueno, nosotros ya terminamos con las elecciones, todavía no sabemos qué gobierno.
— Todavía hay que formar gobierno.
— Sí.
— Eso, que puede verse como una inestabilidad, digamos, en los sistemas parlamentarios, que surgen de allí, cómo se ve en Israel esta incertidumbre de quién va a formar gobierno. De quién va a hacer alianza con quién.
— Como en Italia, nosotros vivimos igual. La vida es buena, sería mejor si tenemos un gobierno fijo. Es la primera vez que tuvimos dos elecciones, una atrás de la otra. Igual, todos los gobiernos israelíes fueron coaliciones.
— Siempre.
— Siempre fue, casi ninguno de ellos casi completó los cuatro años que tiene que hacer. Muy pocos completaron. Entonces estamos acostumbrados.
— Claro. No, Italia les saca ventaja porque es cada 15 minutos que tienen que formar gobierno.
— Sí. Igual en Italia la vida es buena.
— Sí claro. Sí claro. ¿Hay algo que no le pregunte que querría contar embajadora en este primer encuentro? Que espero que se repita y mucho. ¿Hay algo que no le he preguntado?
— Cómo estoy (risas).
— (Risas). Cómo está.
— Bueno, un poco enferma pero más allá de esto bien. Gracias.
— ¿Se imaginó esta experiencia de venir a Argentina? ¿Le generaba una expectativa de qué tipo venir a la Argentina?
— Bueno, yo he venido aquí para trabajar. Y estoy trabajando demasiado, por eso estoy enferma creo (risas). La verdad tengo que contar en secreto ¿no? Que hasta ahora solo estuve en un restaurante, porque un restaurante, de nuevo, aquí ustedes toman la comida muy en serio.
— Sí, obvio.
— Y estuve en un restaurante como tres horas. Y en tres horas se pueden hacer tres citas en (0:25:10.0) ¿no?
— No, no podría.
— Solo estuve una vez en un restaurante (risas).
— Claro.
— Pero voy a tener tiempo.
La entrevista completa