La gran mayoría de los Argentinos apoya la democracia como único sistema de gobierno viable y está en contra de los golpes de Estado como alternativa, aún en escenarios con altos niveles de crimen y corrupción. Pero en contraste, sólo alrededor de un tercio está conforme con su funcionamiento.
Esas son las principales conclusiones que se desprenden del último informe del Barómetro de las Américas, un proyecto de recabación y análisis de opinión pública de la universidad estadounidense Vanderbilt. El estudio, que se publica cada dos años, realiza una radiografía de la salud democrática de los países de América Latina y permite realizar comparaciones temporales tanto a nivel nacional como regional.
Su conclusión, antes de analizar los avances o retrocesos que cada país pueda haber tenido a nivel individual, es que “el pulso de la democracia" en Latinoamérica y el Caribe se ha debilitado en los últimos años.
Por más que sea el sistema predominante en el continente, su consideración ante los ojos de la ciudadanía se redujo sustancialmente en el anteúltimo reporte -llevado a cabo entre 2016 y 2017- mientras que la última publicación muestra que la curva continuó en descenso, si bien a una velocidad menor.
El promedio regional de apoyo a la democracia llegó a un pico de 69,2% en el 2008, pero comenzó a descender desde entonces. Tuvo una caída drástica entre 2014 y 2016 -de 66,4% a 58,2%- y en este ciclo terminó en 57,7%.
De manera inversamente proporcional, el apoyo a los golpes de Estado creció. Y lo hizo sobre todo en el caso de los que definen como “Golpes de Estado Ejecutivos”: “La disolución del Poder Legislativo por parte del Ejecutivo”.
Entre las causas que pueden generar el deterioro de las democracias regionales, el estudio menciona “la persistencia de regímenes electorales autoritarios donde se manipulan votos o se acosa a la oposición”. “Distintos académicos sugirieron que se está desarrollando un proceso de ‘recesión democrática’ o autocratización en la zona de Latinoamérica y el Caribe”, agregó el informe.
Más aún, explicó que los retrocesos “suelen ser consecuencia de revelaciones de hechos de corrupción y/o el aumento de tendencias autoritarias, populistas y violentas”. Y que "las dificultades económicas y las elevadas tasas de crímenes “crean terreno fértil para el advenimiento de alternativas autoritarias”.
Para realizar el estudio se entrevistó a más de 31.000 personas en zonas urbanas y rurales. Suele llevarse a cabo en 20 países, pero esta vez no incluyó a Venezuela y Haití debido a las preocupaciones de los coordinadores por la seguridad de los encuestadores.
En este marco, el estudio dió a conocer su “índice democrático”, una combinación de todos los componentes que conforman la calidad institucional de un país, que luego analiza de manera particular. En este caso, Argentina se ubicó en el cuarto lugar, por detrás de Costa Rica, Uruguay y Chile. Además, fue uno de los ocho cuya índice aumentó con respecto al informe anterior.
En último lugar se ubicaron Guatemala, Honduras y Nicaragua, que ya estaba último pero vio un retroceso notable. “Es evidente por el hecho de que mantiene cientos de prisioneros políticos, quienes han sido arrestados por fuerzas paramilitares que responden al Gobierno de (Daniel) Ortega, por protestar contra el régimen. Socava derechos humanos que se supone deben ser garantizados por regímenes democráticos", analizó.
Argentina también estuvo entre los países con mayor porcentaje de individuos que apoyan a la democracia como sistema de gobierno. Ocupó en tercer lugar dadas las respuestas afirmativas del 71,1% de los encuestados. Primero quedó Uruguay (76,2%) y segundo Costa Rica (72,4%), mientras que Honduras se ubicó en el último lugar con 45%. Las posiciones, explicó el informe, están estrechamente relacionadas con la solidez de las democracias a lo largo de las últimas décadas.
En cuanto a los resultados demográficos, se notó que aquellos beneficiados por el status quo tienden a ser quienes más defienden el sistema: son “los hombres, las personas de mayor edad, los de mejor pasar económico, de áreas urbanas y aquellos con niveles educativos más altos”. Mientras que “las mujeres, los jóvenes, los más vulnerables económicamente, quienes viven en áreas rurales y la gente de menor nivel educativo mostraron niveles más bajos de apoyo”.
La otra cara de la moneda llegó de la mano de otra pregunta. Sí los encuestados creían en la democracia como único sistema viable. En otras palabras, sí tolerarían golpes de Estado en distintas circunstancias: en marcos con altos niveles de crimen o corrupción, o llevados a cabo por el poder Ejecutivo.
Argentina se ubicó en el cuarto lugar entre aquellos con menor tolerancia a estas disrupciones en un marco de alta criminalidad, con 30,2% de respuestas afirmativas. Uruguay quedó en primer lugar con 23%, mientras que Jamaica lo hizo en el otro extremo de la lista, con un 65% de tolerancia.
El promedio regional, en tanto, vio un pico de 51,5% en 2008; bajó a 34,2% en 2014 y de allí volvió a subir a 39,3% en este último informe.
En contraste, la tolerancia a los golpes en contextos de corrupción bajó de manera sostenida a nivel regional: de 51,8% en 2004 a 37,2% ahora. En este caso Argentina quedó en segundo lugar (25,3%), sólo detrás de Uruguay (23%). Jamaica nuevamente quedó último, con un 58,3% de tolerancia. Los
Las potenciales decisiones del Poder Ejecutivo de disolver su par Legislativo son las que menos apoyo cosechan a nivel regional, pero las que más crecieron con respecto al último informe: un 3,5% en promedio. Una vez más, Argentina quedó segundo (13,2%) detrás de Uruguay (9,2%).
En Perú, un resonante 58,9% dió su apoyo a un eventual “Golpe Ejecutivo”. No obstante, el estudio aclaró que esto responde a las circunstancias particulares que están teniendo lugar en el país, donde la batalla entre el presidente Martín Vizcarra y el Congreso dominado por la oposición tuvo su corolario a finales de septiembre, con la disolución del Legislativo.
La históricamente mala reputación del Congreso contribuyó a que decisión tuviera un amplio apoyo por parte de la población, y explica que la cifra sea un 21,1% mayor que la del segundo en el ranking, México.
La última parte del informe se propuso indagar acerca de sí, más allá de su apoyo a la democracia como concepto abstracto, los ciudadanos estaban conformes con su funcionamiento. Y aquí los resultados fueron dispares.
Los argentinos, en contraste con su posición en las otras mediciones, no tuvieron una visión positiva en este caso. El país se ubicó como el quinto más insatisfecho, con un 35,5% de respuestas afirmativas, 4,1% debajo del promedio regional.
El país con niveles más altos de satisfacción fue Uruguay (59%) seguido sorpresivamente por Nicaragua (46,4%). En último lugar estuvo Panamá, con 26,1%. A nivel regional el resultado fue negativo: bajó de 58,7% en 2010 al 39,6% actual.
En base a la información recabada, el informe concluye que “los análisis de este informe dan razones para preocuparse por la profundidad del compromiso de los ciudadanos con la democracia en el sentido abstracto, y también en algunos aspectos más específicos”.
“La reducción del apoyo a los principios básicos de la democracia podrían hacer que la ciudadanía esté más abierta a líderes no democráticos que usualmente prometen tomar acciones drásticas en tiempos de crisis. Teniendo en cuenta el vínculo entre la opinión pública y la estabilidad democrática, el estancamiento de los índices de apoyo es preocupante”, cerró el informe.
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