Las encuestas no son concluyentes. Mano a mano con Matías Lammens, la diferencia es inapelable. Pero adosado a Mauricio Macri, y frente a Alberto Fernández, Horacio Rodríguez Larreta tiene dudas. “La pelota pega en el palo. Y puede entrar o salir”, repiten a su lado con metáfora futbolera.
El jefe de Gobierno quiere ser reelecto el 27 de octubre. No es cierto que haya planeado con su equipo más cercano una campaña de “tres vueltas”, como se ocuparon de instalar públicamente en las últimas semanas.
Y no porque Lammens no pueda forzar un balotaje. De hecho, desde el Frente de Todos se entusiasman con alcanzar ese objetivo y aprovechar el triunfo de Alberto Fernández si es que el candidato a presidente confirma finalmente su triunfo de agosto y liquida la elección dentro de dos domingos.
Si no porque Rodríguez Larreta desplegó desde las primarias un intenso operativo electoral que incluyó negociaciones con otros postulantes -José Luis Espert le cedió sus votos nacionales-, acuerdos con el sindicalismo -con Luis Barrionuevo, por caso, para apuntalar la fiscalización en el sur-, campaña “a lo conurbano” en la periferia y en las villas, saturación en el norte de la Ciudad y movilidad para los adultos mayores que, en un considerable número, no votaron en las PASO y que, para el jefe de Gobierno, no puede, o no debería, fallar.
Si falla, Rodríguez Larreta tiene, de todos modos, motivos para ilusionarse. Son casi nulas las chances numéricas de que el jefe de la Ciudad llegue a una segunda vuelta junto a Macri. Y viceversa. Es que si el candidato municipal de Juntos por el Cambio tiene que definir su reelección en noviembre es porque el Presidente no pudo ampliar lo suficiente su base electoral en territorio porteño y Fernández ratificó en primera vuelta su victoria del 11 de agosto, explican desde la sede de la calle Uspallata.
Por el contrario -agregan-, si Macri recibiera un inesperado espaldarazo el domingo 27, apuntalado especialmente por los votos de la ciudad de Buenos Aires, y consiguiera llevar al ex jefe de Gabinete de Néstor y Cristina Kirchner a una segunda vuelta -una ilusión a las que algunos se aferran en Casa Rosada-, Rodríguez Larreta lograría cerrar su elección en primera vuelta, beneficiado por la tracción de esos votos.
Los responsables de la campaña local se entusiasman en ese sentido con la marcha convocada para el próximo sábado, que se prevé multitudinaria. Para los organizadores, el éxito de la convocatoria se mide solo por la cantidad y no por la calidad. Dicen que hacen falta al menos 100 mil asistentes. Por estas horas terminaban de definir la ubicación y la posición del escenario: la última orden fue la de montarlo sobre la Plaza de la República, en torno al Obelisco. Pero se barajó también el Ministerio de Desarrollo Social, que tiene una enorme estructura con la figura de Eva Perón.
Rodríguez Larreta, apoyado en Diego Santilli, pidió hacer “peronismo” en los barrios del sur de la Ciudad. En especial en las comunas 4 y 8, en las que el Frente de Todos obtuvo su mejor performance en las PASO. El jefe de Gobierno cerró en persona una alianza con Barrionuevo, que le prometió los fiscales que en el 2015 trabajaron para la candidatura de Martín Lousteau. El sindicalista se ofreció después de que crujió su vínculo con el diputado Marco Lavagna, que controla la campaña local de su padre.
Hay, además, un intenso trabajo en las villas. El barrio 31, en el que el Gobierno de la Ciudad invirtió millones de pesos para su urbanización, es el caso más emblemático. Para el jefe de Gobierno, es simbólico: en las PASO, Lammens le ganó por casi 47 puntos. El oficialismo sacó solo 990 votos en un padrón de 8 mil electores sobre una población de 40 mil personas que tiene una alta consideración de la gestión local: en torno al 65%. La derrota fue tapa de diarios y acaparó la atención de editorialistas.
“Ahora vamos a hacer campaña a lo conurbano”, enfatizó a este medio uno de los funcionarios que sigue la diaria de la estrategia electoral, en alusión a la metodología clásica de la campaña en el Gran Buenos Aires. Como en buena parte del Conurbano bonaerense, resaltado por los propios funcionarios locales, en ese barrio, enclavado en el corazón de Retiro, la crisis económica caló hondo. “La gente odia a Macri”, admiten.
Desde hace algunas semanas, la campaña se hace casa por casa. Vecino por vecino. En el Barrio 31 ya tienen identificadas, por caso, a unas 3.900 personas que el 27 podrían votar a Juntos por el Cambio. Hubo un trabajo de saturación territorial, al igual que en el resto de los barrios populares.
Aunque la apuesta de Rodríguez Larreta, en el tramo final de la campaña -se prevé como cierre una recorrida masiva por los barrios-, a una semana y media de las elecciones, pasa en gran medida por lograr que aumente considerablemente la participación del electorado. En especial en la zona norte, la más identificada con el PRO.
El puntapié inicial de la campaña bajo el eslogan “Sí se puede” se hizo por eso en Barrancas de Belgrano. Donde el oficialismo sacó la mayor diferencia, y donde aspira a ampliarla mucho más. Los cerebros del análisis de datos de la Ciudad aseguran que cada tres votos que se sumen, dos son para el jefe porteño. Y eventualmente para Macri.
En esa franja se ubican los adultos mayores, que en muchos casos no votaron en las primarias por falta de movilidad. Les van a poner transporte. Buscan voluntarios para ese trabajo. Cualquier cosa con tal de evitar el balotaje.
Rodríguez Larreta quiere empezar a armar su gabinete a partir del lunes 28. Y encarar desde el 10 de diciembre su proyecto presidencial. Si gana el Frente de Todos, deberá lidiar en Casa Rosada con Fernández, que ya arrancó a mostrar reparos: “No soy el presidente de los porteños, soy el presidente de los argentinos”, dijo el lunes, en Rosario. Trascendió horas después que buscaría resignar fondos de la Ciudad y pasarlos a otros distritos.
En la Ciudad interpretaron el gesto como un mensaje al interior, aunque tomaron nota. El 85% del presupuesto porteño son recursos de la Ciudad, y el 15% restante es por coparticipación, que aumentó al 3,5% cuando Macri traspasó la Policía, en enero del 2016. En todo caso, Fernández si podría redireccionar partidas presupuestarias destinadas, por ejemplo, a planes de viviendas. U obturar la salida a los mercados internacionales.
Al jefe de Gobierno aún no le preocupa esa discusión. Ahora está obsesionado con ganar en primera vuelta.
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