Mauricio Macri y Alberto Fernández ya empezaron a trabajar en el debate presidencial que protagonizarán este domingo en la Facultad de Abogacía de la Universidad de Buenos Aires. (UBA). Será un lance frontal, donde cada candidato asume que no podrá salir invicto en los cruces mediático: Seguridad, corrupción, empleo y planes sociales, son asuntos públicos que causaron mucho costo político a Macri y Cristina Fernández de Kirchner, candidata a vicepresidente del Frente de Todos.
Fernández inicia con una leve ventaja sobre Macri: trajina los pasillos de la facultad desde los tiempos de la dictadura militar, cuando estudiaba para abogado y trataba de acordar con estudiantes de otros partidos -radicales, comunistas y socialistas- la creación del centre de estudiantes. El candidato peronista usaba el bar de la facultad como su propia unidad básica y después se quedó como profesor de Derecho Penal.
En este contexto, Fernández articula bien y no tiene que practicar frente a un atril para apuntar a su adversario con el dedo índice. Es profesor desde hace años, sabe argumentar y poner un punto a las frases cuando el tiempo de exposición asfixia y hacer perder la concentración.
El candidato presidencial recibió informes sobre la evolución del empleo, los presuntos casos de corrupción -el Correo es su leading case- y las estadísticas oficiales de seguridad durante la gestión de Macri. Fernández tiene una mirada crítica de la actuación de Patricia Bullrich como ministra de Seguridad, y esa perspectiva aflora sin diplomacia en su cuenta oficial de Twitter.
Fernandez se siente fuerte haciendo referencia a los índices de empleo del gobierno de Macri, una promesa que el líder de Cambiemos no pudo cumplir. Y si logra administrar los tiempos asignados para el debate, Fernández avanzará sobre las cifras de pobreza, indigencia e inflación, tres variables macroeconómicas que asfixian a millones de argentinos que han perdido nivel de vida y expectativas en el futuro.
Pero el candidato presidencial del Frente de Todos tiene un flanco débil y es poco probable que su dialéctica sirva de escudo cuando Macri haga referencia a los casos de corrupción cometidos durante los ocho años de CFK en Balcarce 50. Es cierto que Fernández se amigó con la expresidente, pero sus críticas puntuales a su gestión y sus códigos éticos aún permanecen inalterables en las redes sociales.
En este momento del debate presidencial, Macri asumirá la iniciativa política y recordará los casos de corrupción de la época Cristina Presidente y las declaraciones de Fernández a distintos canales de televisión. El candidato presidencial peronista fue crítico de la administración pública de Fernández de Kirchner y su adversario de Juntos por el Cambio considera recordar esos momentos para “exhibir el doble estándar” de su adversario electoral.
Pero Macri también asume que Fernández cuestionará su actuación frente al Caso del Correo Argentino y que aparecerá débil cuando haga referencia a los niveles de empleo. El presidente defenderá su política de planes sociales y de seguridad, explicando que las partidas se repartieron de manera transparente y que Bullrich cumplió un papel destacadísimo en la lucha contra el narcotráfico y otros delitos complejos.
El segundo debate presidencial se hará a siete días de los comicios. Su guión es simétrico y las sorpresas pueden ocurrir por la manara en que Macri y Fernández aborden los temas y presenten sus conclusiones al final de cada bloque y del debate en sí mismo. Los dos candidatos se concentrarán en estos momentos claves de la faena mediática. Saben que no hay margen de error, y que sólo uno ganará la batalla tras dos horas de tensión y lucha por el poder.