Las elecciones en Argentina, para las que restan solo 12 días, le quitan el sueño al gobierno brasileño. El canciller Ernesto Araújo acaba de publicar dos tuits. En el primero afirma: “Brasil quiere continuar trabajando por la causa de la libertad y de la democracia, junto aquellos que como Mauricio Macri comparten nuestros valores”. Y en el segundo advierte: “No dejaremos que vuelva un Mercosur que promueve o tolera dictaduras y restringe del comercio. El ideal de la integración regional no servirá de pretexto para rebajar nuestros estándares morales, sacrificar nuestros intereses económicos ni renunciar a nuestros principios”.
Esos tuits fueron diplomáticos, si se toma en cuenta el hilo publicado con anterioridad. Araújo, que siempre habla por boca del presidente Jair Bolsonaro, había afirmado en su cuenta oficial que “en tiempo del kirchnerismo-petismo, el Mercosur giró a un programa de promoción de las dictaduras”.
Más allá de los contenidos explícitos, lo que subyace en esas declaraciones es el temor de un próximo período económico argentino donde la escasez de dólares produzca un eventual proteccionismo. De allí la advertencia contra las “restricciones al comercio”. Claro que las preocupaciones no son solo de Brasil; también se proyectan al resto del escenario sudamericano. Esto fue manifiesto en un seminario organizado ayer por la Fundación Fernando Henrique Cardoso, que tuvo al ex presidente como primer orador y que convocó a dos economistas chilenos de primera línea, Manuel Marfan, ex vicepresidente del Banco Central de Chile, y el ex canciller Ignacio Walker; que congregó a varios ex ministros brasileños y que trajo a la cita al argentino Pablo Gerchunoff, miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, historiador económico y ex miembro del equipo de José Luis Machinea durante el gobierno de Fernando de la Rúa.
A los sudamericanos no les faltan razones para albergar incertidumbres: “Las presiones negativas se reflejan en la región en el ambiente macroeconómico más débil”, diagnosticó la agencia internacional de calificaciones Fitch, para añadir a continuación que “la profundización de la crisis en Argentina, asociada a su escenario político, ha influido en la confianza y en la actividad doméstica de los países vecinos”.
Fernando Henrique Cardoso dedicó algunos conceptos a la situación argentina al sugerir que el país “no tiene sus instituciones suficientemente consolidadas. Allí todo es un poco más móvil, más resbaladizo”. Pero como ex jefe de Estado prefirió sugerir recomendaciones. Para cualquier futuro programa de gobierno, enfatizó que es preciso en la época actual “dar absoluta prioridad a la educación y a la ciencia y tecnología; es preciso ofrecer una idea de hacia dónde se va, porque la gente demanda un futuro y eso significa también un empleo. También hay que explicar con sencillez lo que se pretende hacer. Y es indispensable compatibilizar el crecimiento económico con la democracia”.
Cardoso se formuló muchas preguntas. Dijo que en Brasil existe hoy un dilema: “¿Con quiénes vamos a ganar más en una sociedad? Está Europa, Estados Unidos y China. ¿Y cómo seguimos con nuestro proceso de integración del Mercosur y de América del Sur? Brasil puede hacer alianzas con los norteamericanos. Pero si la hace, ¿qué sucederá? ¿Dejaremos afuera a China?” El ex presidente evaluó: “En Brasil estamos sin estrategia”.
El embajador brasileño Rubens Ricupero, que fue secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo (UNCTAD) entre 1995 y 2004, alertó sobre los factores internacionales que hoy condicionan la industrialización y el desarrollo. Sostuvo que “desde el 2008 el comercio mundial perdió su dinámica. A eso se le sumó el proteccionismo de Donald Trump y estimo que aun cuando Trump deje el poder y suban los demócratas, no cambiará esa política en lo esencial. Se acabó el tiempo en que Estados Unidos parecía un agujero negro que se tragaba todas las exportaciones mundiales Y no hay otro país que haya tomado ese lugar”.
Pablo Gerchunoff enfatizó ante los invitados latinoamericanos: “No habrá hiperinflación con Alberto Fernández”. Según el historiador económico, hay una conclusión que se obtiene de las exposiciones previas tanto de Cardoso como de Ricupero: “La lección principal es la siguiente: es un error creer que ya no tenemos control sobre la voluntad política”. Argumentó que ante la muy lenta recuperación de la crisis de 2007-2009, “los primeros países en caer fueron aquellos que no desarrollaron políticas anticíclicas”. Relató: “Yo pasé dos veces por gobiernos, y lo que concluyo es que hay que tener una secuencia clara de las políticas, y una velocidad adecuada. Lo que quiero decir es que no se trata solo de la voluntad de los gobernantes; se trata de que esa voluntad pueda encontrar un sendero que sea visible para el conjunto de la sociedad”.
El establishment y el gobierno de Brasil analizan con muchísima atención lo que está sucediendo en la Argentina. Jair Bolsonaro y su canciller Araújo apuestan sin maquillaje a Macri y ya han abierto una grieta política con Alberto Fernández. Si finalmente el candidato opositor derrota a Macri, Bolsonaro y Araújo tendrán que ejercitar la diplomacia para encontrar un punto de contacto que sus cuestionamientos explícitos al kirchnerismo, Lula y el alineamiento con Estados Unidos han puesto a miles de kilómetros de distancia.
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