Una parte del equipo de Alberto Fernández viajó el sábado a la mañana, por tierra, hasta Santa Fe para un ensayo general. En cambio él tenía previsto llegar este domingo al mediodía en un vuelo regular de Aerolíneas Argentinas desde Buenos Aires con destino Paraná por lo que se mantuvo expectante respecto a las condiciones climáticas que obligaron a suspender decenas de partidas desde Aeroparque y Ezeiza.
Temprano en la mañana del sábado salió a pasear con Dylan, su perro, sobre quien bromea y lo presenta como su asesor estrella. El paseo fue corto, por la lluvia. La broma es un poco en serio y tiene una raíz más profunda: el candidato a presidente del Frente de Todos descree del coaching en política, del entrenamiento ad hoc y de los mensajes escritos por publicistas. Prefiere dar ideas y que lo sigan. O leer y descansar antes del primer debate establecido por ley.
Aunque descrea del formato, el candidato del Frente de Todos escucha (un poco) a algunos consultores. No siempre sigue los consejos que le dan. Está convencido de que es más efectiva su experiencia política que el marketing que encorseta a los candidatos y obliga a dar mensajes con formatos rígidos. “Se va a mostrar auténtico”, anticipan muy cerca suyo. El adjetivo incluye sus estados de ánimo, variables según el tema, el interlocutor y el evento del que se trate. De todos modos confían en su desempeño y habilidad oratoria.
Un anticipo del debate en las redes
En el Frente de Todos no subestiman el evento ni el del próximo domingo en la ciudad de Buenos Aires. Aunque el candidato reniega de la Big Data, él y su equipo utilizan las redes sociales para mensajes puntuales, especialmente fotos y videos de sus recorridas y charlas. Este fin de semana la cuenta de Fernández tuiteó dos mensajes. Uno de condolencias por la muerte del intendente de Neuquén, Horacio ‘Pechi’ Quiroga, y el otro sobre el día de la Diversidad Cultural. El viernes había estado más picante en un duro intercambio con Patricia Bullrich sobre la llamada “ley de mentira”, un proyecto oficialista que el Frente de Todos cuestiona y con el que se quieren cambiar la garantía de no decir verdad en una indagatoria (sobre uno mismo) y penar la mentira.
En paralelo al aparentemente fundamentalismo de Fernández el equipo armó un grupo de difusión del debate, se eligieron ‘voceros’ oficiales para interactuar en las redes y se coordinó la realización y viralización de una serie de videos con cortes del último debate presidencial del 2015. En las ediciones obviaron la figura de Daniel Scioli, con quien Mauricio Macri confrontó en la previa de la segunda vuelta, e instaron a la militancia a multiplicar los mensajes que más exponen al Presidente a la luz de sus casi cuatro años de gestión. El hashtag propuesto fue #MacriMiente. Y compartieron cortes en los que se ven y oyen las promesas electorales que hizo Macri aquella noche y sus reproches al gobernador bonaerense. Editaron sus respuestas sobre el dólar, empleo, pymes, crecimiento económico, ciencia, educación pública y pobreza cero. Y además hicieron otros spots para viralizar de Macri vs. Macri: con la pantalla partida contraponen frases del candidato como si se desmintiera a sí mismo. “No cumplieron nada de lo que prometieron, que no te mientan otra vez” sobreimprimieron los creativos del Frente de Todos con una estrategia: instalar desde la tarde del sábado hasta la hora del debate las deudas de Macri y condicionar de esa manera la lectura de la nueva contienda. Antoni Gutiérrez-Rubí, el asesor catalán de Massa que tuvo alguna charla con el candidato a presidente y con Juan Courel, consultor del equipo albertista, suele sugerir oleadas de participación en las redes en las últimas 24 o 48 horas. En eso trabajó intensamente el fin de semana el equipo de México 337 (Courel), el del Instituto Patria (Santiago ‘Patucho’ Alvarez) y el del massismo con el catalán. Saben que también se mide, al menos periodísticamente, quién gana y quién pierde la batalla en las redes.
El camino hacia Santa Fe
Conociendo al candidato, a nadie se le ocurrió comentarle a Fernández uno de los ofrecimientos de la organización del primer debate obligatorio: llevar su propio maquillador o maquilladora. Ergo, no lo acompañará ningún un asistente de imagen aunque estará obligado a aceptar que el personal dispuesto por Argentina Debate le aplique un poco de base y polvo para quitarle el brillo de la cara, condición necesaria para enfrentar las luces y cámaras de televisión. Él mismo definió su vestuario aunque su estilo permite anticipar traje oscuro, camisa blanca y corbata en tono pastel.
Fernández está convencido, como sus principales asesores en la materia, entre ellos Juan Courel que trabajó con Daniel Scioli en el 2015, de que la contienda no define la elección sino que eventualmente “refuerza miradas y prejuicios” que el votante ya tiene. También piensa que pesa más el entorno, lo que se dice sobre el debate en todas las plataformas y segmentos electorales, que lo que se dice en el máximo de dos minutos que tiene para cada intervención. Insisten en que no es un solo evento lo que convierte a un candidato en ganador o perdedor, que lo que hace subir o bajar es toda la campaña y la suma de mensajes en un marco de clima social. El debate se inscribe como un paso en ese contexto.
El jueves Alberto Fernández conversó al respecto con Sergio Massa, que participó del primer debate de 2015, antes de la primera vuelta. Cuatro años atrás no era obligatorio por lo que Scioli faltó y evitó exponerse. Fue una larga charla entre Fernández y Massa en la que sobrevolaron muchos temas. El encuentro tuvo lugar en el bar del Instituto del Diagnóstico adonde Fernández fue a visitar a Malena Galmarini, la esposa del candidato a diputado nacional que fue intervenida de urgencia y se recupera favorablemente. Por la noche no siguió en vivo el debate que en la Ciudad protagonizaron Horacio Rodríguez Larreta, Matías Lammens, Matías Tombolini y Gabriel Solano. Sí vio los fragmentos y comentarios en televisión, es decir el “filtro” posterior.
Aseguran en el equipo de Alberto Fernández que el votante ve a cada candidato según el velo del momento y su contexto. Por eso CFK pasó del 54% de los votos en 2011 a la derrota contra Esteban Bullrich en 2017. Hoy, aseguran, es distinto. Pesa en la mirada el tiempo de gestión que lleva Macri y la situación económica en el día a día. El mensaje en el debate creen que debe ser el mismo que el repetido insistentemente por el candidato desde el 18 de mayo: generar empleo, su plan contra el hambre, saldar la deuda y cómo crecer para hacerle frente, resolver los problemas que deja el macrismo y varios conceptos que deben ser comunicados sintéticamente y adaptados a los tiempos y esquemas pautados.
En esa línea el equipo comandado por Courel defendió en la etapa de las negociaciones en la Cámara Nacional Electoral la idea de que los candidatos no lleven apuntes ni papeles. Sí le prepararon a Fernández resúmenes que le imprimieron con el reglamento del debate, los tiempos, los temas y qué dice cada adversario sobre cada tópico que deben abordar. Admiran su capacidad para comunicar y hasta usaron fragmentos de sus discursos en los distintos spots publicitarios que encargaron a diferentes realizadores y creativos durante la campaña. El gran desafío, reconocían, es cómo transmitir el mensaje deseado en el escaso tiempo del reglamento.
En los días previos Fernández empezó a mirar algunos materiales con datos, cifras, reglas, y la visión de sus contrincantes. Pero demostró más interés en su charla a solas en el rectorado del Colegio Nacional de Buenos Aires con el ex presidente de Uruguay José ‘Pepe’ Mujica con quien abordó todos los temas (la región, las elecciones del 27 en Argentina y Uruguay, el futuro de ambos países, etc). El ex jefe de Estado es para él una fuente de inspiración, como “los pibes” (así los llama) del Colegio. En el Aula Magna oyó casi embelesado los discursos de Julia Epstein, presidenta del Centro de Estudiantes, y Malena Arouh, dos jóvenes mujeres que como él hablaron de la educación pública y reivindicaron la militancia política. Tan hondo le calaron los discursos que hasta se animó a ensayar lenguaje inclusivo y les dijo “chiques”. Como en el acto de cierre en Rosario antes de las PASO, les pidió que si olvida sus promesas salgan a la calle para recordárselas. Del evento se fue muy contento y la jornada fue una inyección de energía en la previa de la contienda.
Todavía hay entre la militancia quien recuerda el debate del 2015 previo al balotaje en el que Daniel Scioli fue criticado por su gestualidad y en el que Mauricio Macri dejó como la imagen más fuerte a su favor el beso público con su mujer Juliana Awada, un as que usa también en esta elección en la caravana del #Sisepuede. En aquella oportunidad Scioli, que confiado en su buena imagen había entrenado poco, pareció haber sido derrotado por sus errores discursivos y su gestualidad. El ex candidato mira cada tanto una película que hicieron sobre su vida y el debate y advierte que aunque Macri pareció haber ganado esa contienda, “mintió” y no cumplió las promesas que hizo. “En qué te han convertido. Parecés un columnista de 678”, le lanzó el entonces jefe de gobierno porteño para deslegitimar sus críticas. Scioli, aunque está con bajo perfil y casi fuera de escena, se siente reivindicado y repite a quien lo escuche que el tiempo le dio la razón.
Casualmente o no, quien sería el jefe de gabinete de Fernández, Santiago Cafiero, hace un par de semanas recordó en las redes sociales un fragmento del debate que protagonizó su abuelo Antonio Cafiero en 1987 con el radical Juan Manuel Casella a quien venció en las urnas. Como Fernández ahora, defendía en esa exposición la creación de universidades nacionales en el Conurbano cuando todavía no existían la Universidad de Quilmes, San Martín y otras. Es un tópico que en el Frente de Todos suelen usar tanto contra el Presidente como contra la gobernadora María Eugenia Vidal.
Como es habitual, Fernández prefiere a los más cercanos que habitualmente lo acompañan en las giras. Sucede que además de estar con él dentro del debate, serían luego virtuales voceros de lo que allí ocurra. En la lista de los elegidos está su equipo de viaje, los de máxima confianza, más algunas figura extra que se pueden ver también en las reuniones más importantes: Cafiero, Courel, el diputado Eduardo ‘Wado’ de Pedro, Felipe Solá, obviamente su jefe de prensa Juan Pablo Biondi, los economistas Cecilia Todesca y Matías Kulfas, el intendente de San Martín, Gabriel Katopodis y Nicolás Trotta, coordinador de los equipos de propuestas. Sergio Massa también planeaba acompañarlo pero recién el lunes le darán el alta a su mujer Malena Galmarini y se bajó del viaje.
En un día sin agenda pública y con lluvia, Fernández se concentró en leer, escuchar música, pasar tiempo en familia y con su mascota para relajarse. Respondió incluso decenas de mensajes e intercambió opiniones sobre el debate y el aporte, o no, que puede hacer a la coyuntura social y política. En lo personal no cree que el formato ayude a clarificar o a definir votos pero en lo político cumplirá el rol institucional que le impone su candidatura.
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