Licenciado de Historia y doctor en Ciencia Política, Sergio Berensztein nos tiene acostumbrados a los análisis disruptivos de la realidad nacional, siempre buscando encontrar explicaciones al fracaso sistémico de la Argentina, no importa bajo qué condiciones globales o la ideología política de los gobernantes. Coautor de libros como Dueños del éxito, El poder narco y Por qué fracasan todos los gobiernos, el nuevo turno electoral lo animó con una nueva obra, ¿Somos todos peronistas? Del idealismo al pragmatismo, donde dejó fuertes definiciones. Dijo que “el peronismo es el partido de la gobernabilidad en la Argentina” y que “Macri quiso gobernar solo y aislado”, lo que transformó “este Gobierno en una ineptocracia”. Sobre Alberto Fernández es optimista. Aceptó que es un enigma, pero está convencido de que “uno es uno y sus circunstancias, y las actuales lo obligarán a a ampliar su base de sustentanción”. Explicó que Cristina reconfiguró el mapa político después de la derrota de sus candidatos en Neuquén y Río Negro y que Fernández “puede convertirse en el primer presidente que antes fue jefe de gabinete: es algo inédito”. Aquí sus respuestas para Infobae.
- Está claro que hay peronistas en todas las fórmulas, menos en la de la izquierda y tampoco en la de José Luis Espert, pero también hay radicales en las distintas coaliciones, y también liberales, como dice Sergio Massa en la contratapa de tu libro. O sea, en un punto, estamos todos mezclados. ¿Esto qué quiere decir?
- Bueno, el sistema político se ha fragmentado mucho, sobre todo con la crisis del 2001 y quedó muy desorganizado como tal. Y en estas elecciones es probable que tengamos dos grandes coaliciones, una de centroizquierda muy plural, el Frente de Todos, y otra de centroderecha con matices, porque hay radicales que no se sienten parte de la centroderecha pero sí integran una coalición de esas características, que es Juntos por el Cambio. Pero el título del libro apunta a otra cuestión y es que, culturalmente, el peronismo terminó afirmándose en la Argentina como el partido de la gobernabilidad y hay atributos que fueron incorporados, incluso, por Juntos por el Cambio. Al margen de que comenzó afiliado a la UCeDé, tuvo alguna vez su decisión de mudar domicilio a Misiones de la mano de Ramón Puerta, y siempre fue una persona más afín al peronismo. En el 2003 él corrió en una fórmula para gobernar la Ciudad de Buenos Aires con una coalición donde había peronistas y ahí realizó Compromiso por el Cambio.
- Incluso con peronistas que hoy están con Alberto Fernández.
- Exacto, incluso con Néstor y Cristina. Lo que pone de manifiesto este pragmatismo, esta especie de circulación en la política, y un atributo complementario al partido del poder y la gobernabilidad, es que se trata de algo que terminó siendo aceptado. Argentina se peronizó y el peronismo se democratizó, se hizo más republicano. La figura de (Miguel Ángel) Pichetto representa eso, incluso (Roberto) Lavagna y (Juan Manuel) Urtubey, forman parte de un peronismo más institucional, con una vocación por fortalecer los mecanismos democráticos. Veremos qué sale de todo esto, pero creo son atributos diferenciales en relación a otras elecciones anteriores.
- También Alberto Fernández busca representar ese peronismo más democrático, pero después vamos a hablar de él. Ahora, ¿esto qué quiere decir? ¿Que una coalición que no tiene peronistas está destinada al fracaso, que no se puede gobernar si no es con una fracción del peronismo?
- Yo creo que el peronismo es el partido de la gobernabilidad, al radicalismo le cuesta mucho conformar una coalición electoralmente competitiva en sí misma, tiene que ir como socio de otros. El peronismo tomó la determinación de acompañar a Macri para que no haya problemas de gobernabilidad, lo que no era tan obvio cuando estalló la crisis cambiaria en abril del año pasado y se profundizó en agosto de este año. Por supuesto que fue una coalición imperfecta, pudo ser mucho mejor, pero me parece que esta idea de que vamos a esperar que pase el tiempo electoral y de que vamos a tratar de que termine lo mejor posible a pesar de las circunstancias económicas tan complejas, también demuestra que el peronismo no quiere ser corresponsable de un final abrupto de esta experiencia de Cambiemos.
- Es cierto esto que decís, porque uno ve que hay bases peronistas que quieren que Macri se vaya ya, ya y ya, y en cambio la dirigencia del peronismo y de la CGT buscan la moderación, no quieren cargar con ese estigma. Hay una maduración, en ese sentido. Sin embargo, hay que reconocer que aún los sectores peronistas que respaldaron sus leyes en el Congreso querían que Macri hiciera el ajuste para ellos volver después de cuatro años.
- Bueno, hay algo de eso, esta idea de que nos tomamos un respiro para que Macri ordene las cuentas, cosa que no pasó. Macri postergó el ajuste y finalmente tuvimos una situación muy forzada y no quedaron ordenadas las cuentas, tal vez esté un poco mejor que antes, pero hay un enorme desafío por la crisis de la deuda. Pero, es cierto, que este consenso democrático no se tradujo en consensos en materia de política pública, como bajar la inflación y de qué modo, qué plan de estabilización y para lograr qué objetivos.
- En el libro das algunas pistas interesantes sobre cuál sería el escenario si gana Macri y cuál sería el escenario si gana Fernández. ¿Por qué no los desarrollás?
- La hipótesis del libro es que hay una demanda de moderación en la sociedad. Los candidatos se moderan porque hay una sociedad que quiere moderación, o sea, busca alejarse de liderazgos transformacionales, y lo que hay es una demanda para solucionar problemas mucho más básicos, la inflación, el empleo, el crecimiento, la hiperpobreza, cuestiones de seguridad, que requieren otra cosa de configuración política. Yo creo que Cristina leyó esto después de las elecciones de Neuquén y Río Negro, donde apoya candidatos radicalizados y experimenta derrotas muy duras, y se convence de que ella podía aportar muchos votos pero con su base dura no alcanzaba, como no alcanzó en el 2017 y varias elecciones previas que ella tuvo. Cristina venía de derrotas significativas desde el 2009 en adelante, donde solo ganó en el 2011 en condiciones irreproducibles desde el poder como fue la muerte de Néstor Kirchner y la oposición fragmentada. Este es un contexto donde Cristina pega un volantazo hacia el centro y obliga a todo el sistema político a reconfigurarse.
Por eso, yo planteo en el libro que si ganara Macri hay dos escenarios posibles. Hay dos Macris. uno como el que vimos en la primera etapa de su Gobierno, que se aísla, que quiere imponer su opinión, que cree que puede gobernar sin acuerdos, que hace las cosas a su manera, y salió muy mal. Si tuviera un segundo mandato, podría intentar más de lo mismo o podría haber uno nuevo que llame a un gobierno de unidad nacional, que busque la cooperación, que tal vez incluso sin la provincia de Buenos Aires no va a tener la posibilidad de llevar adelante ninguna política posible.
Y tal vez con Alberto Fernández pase lo mismo. Hay un Alberto dominado por La Cámpora, dominado por Cristina, una especie de marioneta del factor predominante en su fórmula. Y hay un Alberto que yo creo que es el que va a predominar sobre todo en la primera etapa, aliado a los gobernadores, buscando un gobierno que solucione las cuestiones más urgentes, que está tratando de dar señales de previsibilidad al establishment, que está convenciendo al mercado que no hay que tener miedo. Que va a llamar a la unidad nacional, a tener un diálogo político, consensuar políticas de estado. Tal vez tenga una visión demasiado positiva, pero mi impresión es que la realidad lo va a obligar a este esquema porque tampoco va a tener el peso simbólico para un programa como el que requiere esta Argentina tan complicada.
- Vos aquí planteás el problema de la decadencia de la Argentina, ya lo hiciste en otros libros. ¿A qué lo atribuís? ¿Al populismo, al empate político, a la dificultad para acordar políticas que vienen desde el fondo de los tiempos?
- El libro tiene un par de hipótesis al respecto. Yo creo que las personas son irrelevantes, en todo caso son los métodos, los mecanismos, las reglas y los contextos. Argentina fue muy mal gobernada, pésimamente gobernada, y este gobierno no fue la excepción. Esto termina siendo otra ineptocracia, como lo fue el gobierno anterior y como fueron la mayoría de los gobiernos en esta transición. Lo mejor que hicimos fue consolidar la democracia, por lo menos tener un sistema resiliente, y a pesar de la crisis nadie duda que va a continuar, pero aumenta la pobreza, la marginalidad, tenemos un país cada vez más irrelevante, sin capacidad de defensa nacional.
Hay una enorme agenda de desarrollo hacia adelante, con tres prioridades. Argentina tiene que pensar qué capitalismo quiere tener, tiene que pensar qué Estado quiere tener, y qué sistema democrático, qué sistema electoral y de partidos. Hay que pensar el país de nuevo, y por eso soy optimista, porque hasta ahora fuimos improvisando, haciendo lo que cada uno podía, con mejores o peores intenciones, y el país sigue estando en movimiento, con estanflación pero no tan mal. Aprendiendo de nuestros fracasos, Argentina tiene un horizonte positivo, si cambiamos estos métodos.
- Veo que sos optimista, seguramente creés que si gana el Frente de Todos, como dicen todas las encuestas, podrá implementar ese método que se necesita. ¿Pero podrá? ¿Quién es Alberto Fernández?
- Bueno, ahí aparecen las dudas obvias, porque el poder cambia a las personas. Es una curva de aprendizaje hasta que se entiende la naturaleza del desafío que tiene que asumir. La diferencia es que Fernández sería el primer presidente que fue jefe de gabinete antes, nunca pasó esto. Entonces él conoce la micro, el día a día, implementar las política que le indicarían su jefe o su jefa, pero ahora está del otro lado del mostrador. Ese es un primer enigma. El segundo, que Fernández siempre se vio a sí mismo como un operador en la construcción, en los consensos, en la rosca. Tal vez tenía el sueño, pero era virtualmente imposible que fuera presidente hasta el 18 de mayo. Es raro que alguien no haya soñado ser presidente y finalmente llega, es muy inusual. Me parece que hay un enigma, y es qué presidente va a ser. Uno es uno y sus circunstancias y las que va a enfrentar son muy complejas. Yo creo que está obligado a ampliar la base de sustentación, que buscará interactuar con gobernadores, con intendentes, con sindicalistas, con una multiplicidad de actores, incluyéndola a Cristina, naturalmente. Y que estará mirando mucho el mundo. Tenemos el tema comercial con Brasil, pero también esta situación tan grave de la deuda. El directorio del Fondo requiere que uno vaya a hacer un esfuerzo a los demás países, como Alemania, Francia. Hay que poner un gran foco en la política exterior.
- ¿Cómo imaginás que se va a comportar Cambiemos? ¿Tendrá una política cooperativa con el próximo presidente si, como dicen las encuestas, gana Fernández? ¿Se dividirá? ¿Se dejará coptar por Alberto?
- Enigma. Primero, qué va a ser Macri. ¿Pretenderá ser líder de Cambiemos, liderar la oposición? Los ex presidentes que fueron derrotados en las elecciones en la Argentina desaparecen de la escena pública como líderes relevantes. Menem no logró cuajar como líder importante, tampoco Bordón, Massacessi también, Angeloz, Duhalde, López Murphy. Perder en la Argentina es muy duro. Valoro lo de Lilita en ese sentido, que sigue siendo influyente. Hay que ver qué pasa con Macri después de la elección.
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