El oficialismo encara el tramo final de la campaña y hacia adentro ya discuten cómo será el post macrismo

Los principales integrantes de la coalición debaten de qué manera seguir después del 10 de diciembre

Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, en Bahía Blanca (Télam)

Marcos Peña y Alfredo Cornejo tomaron café en la oficina del jefe de ministros un rato antes de que el gobernador se encontrara, también a solas, con Emilio Monzó. Fue en la tarde del jueves.

La noche anterior, Peña había cenado en lo de Jesús Rodríguez, en el barrio porteño de Belgrano. Fue una comida que compartieron con Mario Negri y Luis Naidenoff, entre otros legisladores de la UCR, en la que abundó la charla política.

En la noche del jueves, Elisa Carrió reapareció en un boliche de Palermo desbordado de fanáticos, rodeada por la cúpula de la Coalición Cívica, con Mario Quintana en primera fila y, sobre el escenario, Horacio Rodríguez Larreta, que reparte su tiempo entre todos los actores del oficialismo, enfocado en su reelección. El jefe de Gobierno tuvo la suerte de llegar tarde. Unos minutos antes, Carrió había vuelvo a caerle a Rogelio Frigerio. “Nos entregó en todo el país”, gritó, sentada. Y la ovacionaron.

A la mañana siguiente, Mauricio Macri tuvo que salir a respaldar a su ministro político. Por primera vez.

En Juntos por el Cambio hay movimientos. Está en ebullición. Los principales integrantes de la coalición analizan y discuten acaloradamente cómo plantarse y de qué manera seguir después del 10 de diciembre, mientras Macri recorre ciudades con promesas al viento como si fuera la campaña de un candidato opositor y la crisis económica no tuviera su sello.

En privado, Monzó, que recibió a Cornejo para hablar exclusivamente del “post macrismo”, suele decir, según aseguran sus íntimos, que se viene el tiempo de “los moderados”. El diputado se imagina en una mesa junto a Rodríguez Larreta, Frigerio y Martín Lousteau, entre algunos otros. El vínculo con María Eugenia Vidal es insanable.

Lousteau dejó de hablar con Macri y con Peña con la frecuencia con la que lo hacía antes. El Presidente lo llamó varias veces después de las PASO para conocer su opinión sobre la economía y la política. El diputado hizo lo de siempre: fue descarnado. Macri también hizo lo mismo de siempre: lo mandó a hablar con su jefe de Gabinete.

Horacio Rodríguez Larreta, Martín Lousteau y Diego Santilli

El ex ministro de Economía suele lamentarse entre sus colaboradores por cómo se dieron las cosas, a pesar de que la alianza que construyó con Rodríguez Larreta bajo el padrinazgo de Enrique Nosiglia, interesado también en el futuro de Cornejo, lo dejó bien posicionado de cara al futuro.

El círculo más estrecho de Lousteau resalta que alertó como pocos de que el escenario era más complejo de lo que Macri y Peña diseñaban como estrategia de campaña. Y que por eso les pidió, en público y en privado, la apertura a una primaria para robustecer el espacio. Después fue más allá: sugirió que Macri tenía que dar un paso al costado y dejar que el candidato se dirima en una interna entre, por ejemplo, Vidal y Roberto Lavagna.

Ambos habían avalado la idea. Muy en reserva, según pudo reconstruir este medio. Pero Lavagna quedó después entrampado y tironeado. Carrió dijo el jueves por la noche que era una cuestión de “soberbia”. “La jugada de Lavagna siempre es para impedir que gane la oposición y gane el kirchnerismo”, recordó la diputada sobre la elección del 2007. “No voten a nadie que use calcetines con zapatos en la playa, ¡por favor!”, tiró para el delirio de su público, el núcleo duro del votante macrista.

El Presidente y su jefe de ministros creyeron que con ese voto y el acompañamiento del FMI alcanzaba. Y desoyeron los consejos en torno de dividir al PJ. Daniel Scioli estaba dispuesto a ser candidato a presidente y restarle votos al kirchnerismo. En el primer piso de Casa Rosada se cerraron a una sola estrategia que terminó con poco más de 15 puntos en favor del Frente de Todos.

Ahora, Peña monitorea la campaña de Macri pero piensa en la derrota. No es que no crea que pueda forzar un balotaje. Asegura que hay una chance, por más remota que sea. Pero las reuniones y los trascendidos sobre el post macrismo sin él ni el Presidente no solo no le hacen gracia, sino que lo obligan a tratar de que el mandatario saque el mayor caudal de votos posible para tener una carta con la que negociar poder si al final Alberto Fernández gana las elecciones.

En ese caso, es de esperar que Macri se recluya por unos meses. En la Jefatura de Gabinete aseguraban convencidos esta semana de que el votante de Juntos por el Cambio, si el mandatario pierde las elecciones, seguirá fiel a su figura. Y que, de hecho, el líder del PRO tendría la vocación de conducir.

Carrió es, por ahora, una aliada. A fin de año, con el resultado de las PASO, tendrá un bloque de 14 diputados, aunque podría llegar a 15.

Elisa Carrió, el jueves (Prensa Carrió)

Sin embargo, buena parte del resto de los actores del macrismo no piensa igual que el primer piso de la Casa Rosada. “Si Macri no gana, la sociedad va a poner en ese lugar a un liderazgo colectivo”, remarcó, por caso, Lousteau, entrevistado por Infobae.

Rodríguez Larreta, por ejemplo, está decidido a lanzar su campaña presidencial el 10 de diciembre si finalmente es reelecto en la Ciudad. Sin Macri.

De eso habló con Monzó hace algunas semanas, en una concurrida parrilla de Retiro. El titular de la Cámara baja abundó en esa misma línea el jueves con Cornejo. Frigerio, por su parte, todavía piensa en tener la chance de irse al BID. Su esposa, que tuvo que dejar el Gobierno por el decreto ideado por Peña que prohibió la contratación de familiares directos, fue contratada por ese organismo en el 2018, para una consultoría.

Monzó coquetea con todos. En los últimos dos años trabó vínculos más estrechos con los referentes del PJ que con los del Gobierno. Como su amigo Sergio Massa. O Máximo Kirchner, a quien pondera. El presidente de Diputados discute internamente qué hacer después del 10 de diciembre, más allá de la consultora que planea montar con Nicolás Massot.

Un amigo que lo estima le planteó hace algunas semanas que su figura es más requerida en el universo de Cambiemos que cerca de Alberto Fernández. La “rosca” que reivindica Monzó abunda en el PJ.

En el caso de Vidal se abrió un periodo de debate interno dentro de la campaña, que apunta a robustecer su figura para obligar después de diciembre a Axel Kicillof a negociar con ella.

La gobernadora le tiene aprecio personal a Macri. Pero quedó disgustada por la decisión de no desdoblar las elecciones bonaerense. Y por la negativa a habilitar un plan de emergencia -se llegó a analizar en el peor momento de la crisis- que la ponía a ella en el centro de la escena nacional.

A Vidal no le gusta perder a nada. Pero la posibilidad de volver a ser gobernadora de la provincia de Buenos Aires por cuatro años más tampoco la seducía demasiado.

Mauricio Macri y Mario Negri

En el macrismo versión bonaerense empiezan a aparecer ahora cuestionamientos internos a su liderazgo, compartido con Federico Salvai, su mano derecha. Les achacan falta de decisión para separarse de la estrategia nacional pergeñada por Macri, Peña y Jaime Durán Barba. Y cerrazón en la toma de decisiones. Algunos intendentes de peso del conurbano pidieron, más allá del resultado en sus municipios, empezar a discutir lugares para sus colaboradores. Y mayor apertura en la discusión política.

Los intendentes del Gran Buenos Aires con más trabajo territorial para tratar de retener sus distritos son Néstor Grindetti y Ramiro Tagliaferro. Hace dos semanas le dijeron a Macri, mano a mano, que impulsarían el corte de boleta en la periferia de sus municipios. En el caso de Lanús, la aceptación de la gestión está en niveles récord, en torno al 70%. Aún con esos números, Grindetti puede perder el distrito. Es que, en esos municipios, en los barrios más populares, la imagen de Macri está “demonizada”, como aseguró un intendente.

La UCR atraviesa el mismo proceso de introspección. Negri y Naidenoff, referentes del Parlamento en el Senado y en Diputados, por un lado. Alineados con la Casa Rosada. Gerardo Morales analiza si avanzar o no por el sello partidario. La política doméstica de Jujuy empieza a inquietarlo.

Negri y Naidenoff fueron dos de los que comieron en la noche del miércoles con Peña y Rodríguez, el auditor general de la Nación que está enfrentado a la conducción porteña de Nosiglia. Nosiglia cobija a Lousteau y a Cornejo. Pero hay otro ámbito de negociaciones que engloba a un sector de la UCR y al PRO: la elección de Boca Juniors del 8 de diciembre. Macri, Nosiglia, Rodríguez Larreta y Daniel Angelici intercambiaban mensajes que cruzan a Boca, a la Ciudad y a la Justicia local.

Cornejo, por su parte, todavía da pelea por la jefatura de un eventual interbloque en Diputados. Es el lugar que, en teoría, está reservado para Cristian Ritondo. Se había apalabrado entre Macri, Vidal y Rodríguez Larreta. Pero fue un acuerdo que se hizo antes de la debacle electoral de agosto.

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