El Congreso de la CTA de los Trabajadores resolverá mañana, jueves, su regreso a la Confederación General del Trabajo (CGT), tras una ruptura política de 28 años causada por el alineamiento a Carlos Menem en 1989. Hugo Yasky, líder histórico de la CTA, no aceptaba apoyar los planes de ajustes del presidente riojano y decidió la escisión gremial y la creación de la CTA.
A casi tres décadas de esa fractura política y gremial, Yasky hace una apuesta programática al candidato presidencial Alberto Fernández y decide regresar a la CGT a través de un Congreso de la CTA que deliberará mañana en Lanús y adonde fueron invitados Fernández, Máximo, Kicillof y Moyano, entre otros dirigentes del Frente de Todos.
El paso adelante para unificar lo más posible al movimiento obrero de Yasky llega en un momento electoral decisivo y agrada al propio Hugo Moyano, quien ve con buenos ojos la incorporación de la CTA a la CGT.
Tanto es así que para el cierre del congreso nacional de la CTA de los Trabajadores se invitó, además de al líder camionero, al bancario Sergio Palazzo -se habla de su posible llegada a la secretaría general de la CGT el año próximo- y a Víctor Santa María, titular del Suterh, que tiene una excelente relación con Alberto Fernández.
Breve historia del sindicalismo argentino
Recuerda Yasky: “Tuve la cultura de las ideas de Alfredo Palacios. Mi abuelo fue el primer concejal socialista de Ramos Mejía. Mi abuela, por el año 30, había instalado el primer centro de la mujer socialista” en la misma localidad ubicada en el partido bonaerense de La Matanza.
Por entonces el actual líder de la CTA de los Trabajadores no había nacido, lo hizo el 10 de octubre de 1949, pero unas décadas después sabría que el 27 de septiembre de ese año 30, en el país se fundaba la Confederación General del Trabajo.
La tarea no había sido sencilla, y el diputado Alfredo Palacios tuvo mucho que ver con eso. El nacimiento de la CGT, como escribió en su momento el historiador Osvaldo Bayer, fue el fruto de un acuerdo entre la dirigencia de los sindicatos socialistas y anarquistas. Después se sumaron los comunistas. Sin embargo, la unidad entre esos grupos políticos duró hasta 1935.
Esa fue la fecha de la primera división en el mundo obrero. Por un lado, socialistas y comunistas crearon la CGT Independencia.
Los anarquistas, por el otro, formaron la CGT Catamarca. Dos años más tarde, retomaría el nombre de Unión Sindical Argentina.
Pero esa “unión” volvería a estallar en 1942, derivando en la creación de la CGT1 y la CGT2. Pero, como describe la revista Acción, “con la aparición en el escenario político del coronel Juan Perón, se inició un proceso de reunificación que se extendió hasta el golpe de Estado del 16 de setiembre de 1955, cuando la CGT fue intervenida y coexistieron tres agrupamientos, las 62 organizaciones peronistas, los 32 gremios autodenominados ‘democráticos’ que apoyaban el golpe y los 19, de extracción comunista”.
La historia de desavenencias y reacomodamientos en el seno del movimiento obrero argentino es dinámica, tiene tanto movimiento como el núcleo de un átomo. Y Hugo Yasky, el dirigente sindical de la CTA de los Trabajadores, es parte de esas idas y vueltas que están emparentadas con las coyunturas políticas que sobresaltan al país.
Este gremialista de extracción docente lo sabe muy bien. Hace 28 años decidió retirarse junto a otros gremios de la CGT que permanecía “impávida y anestesiada ante las políticas neoliberales” que -según su opinión- “llevaba adelante el presidente Carlos Saúl Menem”.
El 10 de octubre de 1989, en el Congreso de la CGT, celebrado en el Teatro San Martín, fue desplazado de la conducción cegetista el cervecero Saúl Ubaldini, recordado por los 13 paros generales que le hizo al presidente radical Raúl Ricardo Alfonsín.
Ubaldini había sido vencido por el sector integrado por quienes apoyaban la candidatura presidencial del entonces gobernador de La Rioja, agrupados en el denominado Movimiento Sindical Menem Presidente (MSMP).
Allí destacaban, por ejemplo, Luis Barrionuevo (Gastronómicos), Jorge Triaca (plásticos), Juan José Zanola (bancarios), José Pedraza (ferroviarios) Roberto Digón (tabaco), Roberto García (taxistas) y Gerardo Martínez (UOCRA ).
El lugar de Ubaldini fue ocupado por el dirigente mercantil Güerino Andreoni. Como adjunto se nombró al mecánico Raúl Amín (Mecánicos).
Yasky provenía del combativo Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (SUTEBA). Más tarde fue ungido como secretario general de la Confederación de Trabajadores de la Educación (CTERA).
Apenas dos años después de la “amañada” elección, -para el entender de algunos- que desbancó a Ubaldini, Yasky junto a CTERA y otras organizaciones gremiales “social-cristiana/peronista, con una importante minoría trotskista y comunista”, según su propio conteo, se van de la CGT y conforman, el 17 de diciembre de 1991, la CTA; y el 14 de noviembre de 1992 se funda, con las mismas siglas, el Congreso de los Trabajadores Argentinos.
Pero no todas fueron rosas dentro de la CTA. En el año 2011 esa central obrera se fractura en dos.
La razón, la cercanía que Hugo Yasky mantenía con las políticas económicas que llevaba adelante Cristina Fernández de Kirchner que ya transitaba su segundo mandato.
Reclamos similares, aunque en otro contexto, de pasividad ante el gobierno de turno que a la CGT “menemista” hacía Yasky en 1991, ahora desde adentro de la propia CTA, se lo hacía Pablo Micheli, el representante del poderoso gremio de los trabajadores estatales, ATE.
Micheli, ex militante de la Federación Juvenil Comunista, y fundador junto a Yasky de la CTA, no lo dudó y fracturó a la organización gremial.
Por un lado quedaron los sindicatos vinculados al kirchnerismo y que seguirían apoyando a Fernández de Kirchner, aún ante la derrota frente al actual presidente Mauricio Macri, nucleados ahora en la CTA de los Trabajadores.
Del otro lado, los gremios opositores al kirchnerismo. El nuevo reagrupamiento sindical pasó a llamarse CTA Autónoma y tiene como sindicato más numeroso a la Asociación de Trabajadores del Estado.
Las políticas sociales y económicas del macrismo, que provocaron un aumento de la pobreza, desempleo y altísima inflación; y la eventual llegada a la Casa Rosada del candidato peronista (Alberto Fernández), hicieron que Yasky y Micheli, comenzaran un lento camino hacia la unificación de la CTA.
A casi 30 años de haber abandonado la CGT, Yasky anunció lo que ya había adelantado Infobae: se comienza a transitar el sendero de la unión de los gremios, tal como les solicitó a dirigentes de su confianza -por ejemplo a Héctor Daer, uno de los titulares de la CGT- el candidato presidencial del Frente de Todos, Alberto Fernández.
“La unificación tiene que ser en la CGT. De ahí vino la CTA cuando nos separamos en 1991”, dijo Yasky, actual diputado nacional por el Frente para la Victoria, el lunes pasado. El anuncio, que será oficial el jueves 3 de octubre durante el congreso nacional de la CTA liderada por Yasky, se realizará en el microestadio de Lanús.
"Vamos a iniciar las tratativas para reunificar el movimiento sindical para fortalecer al movimiento obrero después de los embates sufridos durante el gobierno de Macri”, justificó ante la prensa.
Micheli, el secretario general de la CTA Autónoma, también fue invitado por Yasky de manera personal. Con calculada cortesía, Micheli le hizo saber que asistirá pero que no está de acuerdo con incorporarse a la CGT mientras esté conducida por los mismos “burócratas de siempre" que no acompañaron las luchas en la calle por un salario digno y "contra las políticas de ajuste de este gobierno que está llegando a su fin”, según su propia definición ante este medio.
-¿Qué tiene que pasar para que, como Yasky, ustedes también vuelvan a la CGT?
-Es muy sencillo. Que la conducción de la CGT esté a cargo de alguno de los compañeros o compañeras que encabezaron la resistencia al ajuste del gobierno de Mauricio Macri. Los “Gordos” de la CGT nunca avanzaron contra las políticas de hambre de este gobierno, siempre dudaron. Las fechas para los paros generales se las imponíamos los trabajadores, no salía de ellos. Y eran paros sin movilización. Alentaban a los trabajadores para que se queden en sus casas.
-¿Y quién sería, Palazzo…?
-No voy a dar nombres, hay muchos compañeros y compañeras que salieron a la calle a poner el cuerpo contra estas políticas de ajuste. Además deberá ser un representante de los trabajadores que esté decidido a resistir si el próximo gobierno quiere avanzar con reformas laborales y previsionales.
Los pasos a seguir para incorporarse a la CGT
Uno de sus integrantes lo explicó así: “Estaba previsto que la CTA de los Trabajadores se incorpore a la CGT en abril de 2019, pero algunos tiempos se adelantan. No hay pasos orgánicos para dar. Participarán del Comité Central Confederal de la CGT, que representa a unos 142 gremios y pedirán su incorporación a la CGT”.
Andrés Rodríguez, el secretario general de UPCN y secretario adjunto de la CGT, ya expresó su beneplácito por el anuncio de Yasky, pero advirtió: “Todavía hay discusiones internas sobre la posible incorporación de la CTA a la CGT” y precisó que el punto más caliente, y el que definirá el ingreso o no de la CTA de los Trabajadores es que “ellos reconozcan a la CGT como autoridad gremial”; si lo hacen, no habrá ningún inconveniente.
Como se ve, hay voluntades de unificación dentro del gremialismo, como aspira el candidato Fernández. Asperezas y resquemores también. Por eso, habrá que seguir muy de cerca estos movimientos para identificar qué actitud predomina sobre la otra, y en caso de ser la primera, cuánto tiempo durará.
De todos modos, y más allá de estas voluntades, la unidad gremial en su totalidad parece muy compleja.
Nadie imagina, al menos por ahora, a Luis Barrionuevo solicitando la unificación de su CGT Azul y Blanco con la de la dupla Daer-Acuña y mucho menos aún un acercamiento entre la Unión Tranviarios Automotor (UTA) con los Metrodelegados.