Mauricio Macri se lanzó a una campaña por la reelección que oculta un complejo enfrentamiento interno respecto a las próximas medidas del gobierno, al futuro de Cambiemos y a un eventual plan de transición si Alberto Fernández es designado presidente en cuatro semanas.
Macri conoce todas las facetas de esta crisis política, administra como puede el combate entre facciones y ya empieza a escuchar cómo debería ser una negociación con Fernandez rumbo a la asunción presidencial del Frente de Todos.
Marcos Peña lidera un sector del gobierno que considera que Macri puede recortar la distancia con Fernández -casi 16 puntos- y forzar un balotaje el 24 de noviembre. Esta mirada optimista del escenario electoral no es compartida por Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Rogelio Frigerio, Hernán Lacunza, Alfredo Cornejo, Gerardo Morales y Miguel Ángel Pichetto, entre otros protagonistas de la Mesa de Acción Política que se creó tras la derrota en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO).
Estas figuras clave de Juntos por el Cambio también desean que Macri sea reelecto, pero ya administran su apretada agenda para diseñar un plan que contemple el rol de Cambiemos en la oposición y cómo se debería negociar una transición entre el presidente y su probable sucesor.
Elisa Carrió -que ayer tuvo una actuación fulgurante en el acto de las Barrancas- es la principal adversaria de este puñado de ministros, legisladores y gobernadores que intentan aplicar una cuota de realpolitik a la gestión política del gobierno. Carrió tiene una larga lista de rupturas estruendosas con sus aliados coyunturales, y en Balcarce 50 ya se levantan apuestas sobre la fecha en que supuestamente dirá adios para encarar su próxima aventura política.
Las diferencias de Frigerio, Vidal, Rodríguez Larreta, Cornejo y Pichetto con Carrió no son por su conocido optimismo respecto al resultado electoral de octubre, sino porque ese optimismo es considerado “grandilocuente” y obtura la posibilidad de abrir una instancia de diálogo interno que permita pensar qué debería hacer Cambiemos en la oposición y cómo debería negociarse un plan de transición con Fernández si triunfa en cuatro semanas.
La estrategia de Macri es demostrar que entendió el mensaje de las PASO y que se juramentó recomponer la situación económica de la clase media. Sin embargo, en el gabinete hay diferencias sobre cómo implementar el nuevo discurso de campaña electoral. No es idéntica la perspectiva que propone Peña frente a la mirada que exhiben Frigerio y Lacunza.
El jefe de Gabinete insiste con anuncios estructurales vinculados a las Pymes y a los monotributistas, mientras que los ministros del Interior y de Hacienda consideran que se deben ejecutar medidas que quiten peso inmediato a la situación fiscal y a la imposibilidad de acceder a créditos blandos en el corto plazo.
Se trata de una carrera contra reloj: el 2 de octubre termina la posibilidad de hacer anuncios efectivos en campaña. Y Macri quiere hacer los anuncios a favor de la clase media antes que concluya ese plazo previsto en la ley electoral. Mañana será un día intenso en Casa Rosada y en el Palacio de Hacienda.
En la intimidad del poder ya se sabe cómo reaccionan Macri y Peña cuando se presentan propuestas que van contra el pensamiento oficial. Emilio Monzó, Martín Lousteau, Vidal, Rodríguez Larreta y Frigerio propusieron hace seis meses que Macri debía convocar a una interna abierta y olvidar su sueño de reelección.
Nadie los escuchó y los resultados aparecen nítidos y contundentes: Macri puede terminar su mandato el 10 de diciembre, como Vidal, y Rodríguez Larreta enfrenta un desafío con final abierto. La gobernadora no fue al acto de ayer en Belgrano, Frigerio estaba en Washington, y Monzó y Lousteau no se los vio en las Barrancas de Belgrano.
En este contexto, y más allá de las especulaciones de campaña a 30 días de las elecciones, una transición ordenada en medio de una profunda crisis económica ya empezó a debatirse en Balcarce 50 y la quinta de Olivos. Frigerio está de un lado, Santiago Cafiero y Eduardo “Wado” de Pedro, en el otro. Se trata de evitar una hecatombe política y que en la madrugada del 28 de octubre -un día después de los comicios- se inicie un proceso inédito en la historia de la democracia argentina.
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