Alberto Fernández mostró su cara más amigable a los mercados: ¿canje de deuda sin quita o “pagadiós”?

A un mes de las elecciones, el candidato de Frente de Todos confirmó que la propuesta de reestructuración de deuda buscará ser todo lo amigable posible, sin quitas. Matías Kulfas pisa más fuerte entre los economistas que lo asesoran.

Alberto Fernández, candidato a presidente del Frente de Todos (Gustavo Gavotti)

En medio de una larga transición hasta las elecciones presidenciales, el Gobierno y la oposición kirchnerista parecen haber llegado a algunos puntos de acuerdo en lo que respecta al futuro manejo de la economía. Uno de ellos es que la reestructuración de la deuda no debe necesariamente ser “agresiva”, es decir no hay motivos para avanzar con una quita brutal como la que llevó adelante Néstor Kirchner en 2005. Al contrario, tanto Alberto Fernández como el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, se expresaron en idéntico sentido esta semana: Argentina está en condiciones de pagar la deuda pero precisa más tiempo para hacerlo.

Lacunza se lo dijo el último lunes a más de diez inversores calificados de Wall Street, en reuniones que mantuvo en forma individual. Y el candidato a presidente de Frente de Todos lo hizo tres días más tarde en un almuerzo de la Fundación Mediterránea, donde se refirió a la intención de encarar un canje “a la uruguaya”. Básicamente, consistiría en estirar los vencimientos de capital (por lo menos cinco años), pero se mantendrían los intereses y el capital de la deuda, sólo que diferidos en el tiempo.

Los mercados tomaron bien las expresiones de Alberto Fernández sobre un canje a la uruguaya, pero desconfían en que se pueda llevar adelante.

La primera reacción de los mercados fue levemente positiva. El viernes las acciones argentinas que cotizan en Nueva York terminaron con subas del 5% y los bonos en dólares recuperaron entre 3% y 4%, lo que generó una caída del riesgo país hasta 2.157 puntos. Por supuesto se trata de reacciones apenas tibias. Si realmente los inversores estuvieran convencidos sobre la factibilidad de la propuesta de Alberto Fernández, el riesgo país debería caer nuevamente por debajo de los 1.000 puntos básicos.

Los dichos del candidato presidencial van de la mano a expresiones que ya en las últimas semanas venían manteniendo en reuniones con inversores privados dos claros referentes económicos del espacio de Frente de Todos: Guillermo Nielsen y Emmanuel Álvarez Agis. Este último había mantenido una serie de encuentros directamente en Wall Street, donde habló en nombre propio pero dejó un “paper” sobre lo que espera para el desarrollo de la economía en 2020. Esa presentación contiene muchos gráficos pero ni una sola oración. El objetivo fue no dejar por escrito ningún concepto que luego fuera superado por los acontecimientos.

Emmanuel Álvarez Agis (Maximiliano Luna)

Bancos y grandes fondos de inversión que operan en Manhattan recibieron favorablemente los anuncios de las últimas horas, pero al mismo tiempo desconfían. Sin un programa económico, entienden, será imposible avanzar con un canje de deuda sin quitas. Sin esas reformas, más que una reestructuración “amigable” terminará siendo un verdadero “pagadiós”, es decir simplemente seguir pateando la pelota para adelante y en el camino no pagarle un sólo dólar a los acreedores.

La renegociación “amigable” de la deuda requiere por lo menos de tres condiciones básicas: un fuerte ajuste fiscal, continuar dentro del paraguas del FMI y evitar nuevas devaluaciones bruscas de la moneda

¿Cuáles son las condiciones que deberían acompañar a esta propuesta de renegociación de deuda? Los puntos principales en los que coinciden la mayoría de los inversores son los siguientes:

- Elevado superávit fiscal primario: Es claramente el punto más complejo y más urgente que deberá enfrentar quien asuma el 10 de diciembre. En 2019 y luego de un gran esfuerzo de ajuste, el gobierno de Macri acumula ocho meses de superávit primario (antes del pago de la deuda), aunque terminaría el año con un rojo de 0,7% del PBI según estimaciones de consultoras privadas como Ecolatina. Uruguay alcanzó niveles de 2,3% positivos en los cinco años posteriores a la reestructuración. Para eso, si gana Alberto Fernández debería seguir con un fuerte plan de austeridad fiscal, en medio de la crisis económica. Sin ese ajuste de las cuentas públicas y sin acceso a los mercados financieros es imposible pagar la deuda aún cuando se refinancie.

- Respaldo de un nuevo programa con el FMI: sería imposible avanzar con una reestructuración sin contar con un programa en marcha con el Fondo. Alberto Fernández ya dejó en claro que le interesa continuar dentro del paraguas del organismo, pero renegociando las condiciones para que le permitan a la economía volver a crecer. Por lo pronto, el acuerdo está “en suspenso”, tal como lo reconoció esta semana el ahora número dos del FMI, David Lipton. Es importante el antecedente del 2005. En aquel momento, el gobierno de Néstor Kirchner reestructuró la deuda y recién después le canceló USD 9.600 millones que le debía al FMI.

- Estabilizar el tipo de cambio: es otro de los desafíos enormes, ya que nuevas devaluaciones podrían terminar de transformar el problema de liquidez que enfrenta la Argentina a un problema de solvencia. Esto se debe a que las obligaciones en dólares se van volviendo cada vez más pesadas y si el tipo de cambio continúa en aumento. En otras palabras, se necesita cada vez más recaudación en pesos para poder pagar vencimientos en moneda dura. La devaluación del último año y medio, que llevó al dólar de $ 20 a $ 60 es lo que provocó que la deuda creciera hasta representar el 90% del PBI. Una nueva devaluación llevaría esta relación a más de 100% del Producto y la deuda se volvería impagable, salvo fuertes quitas de capital e intereses.

Mastías Kulfas, ex funcionario del Central (Télam)

Pero antes de encarar el “problema de la deuda”, el gobierno que resulte electo el 27 de octubre tendrá desafíos mucho más acuciantes. Para empezar, una millonaria emisión de nada menos que $ 300.000 millones por parte del Banco Central hasta fin de año, mientras que siguen cayendo las reservas: ya el viernes el nivel el “stock bruto” terminó por debajo de los $ 49.000 millones y para fin de año ya casi no quedarán reservas netas. Eso obligaría a volver mucho más restrictivos los controles cambiarios, quizás inmediatamente después de las elecciones.

Matías Kulfas suena cada vez más fuerte como el futuro ministro de Economía

También queda por delante la problemática de las Leliq, ya no como un eslogan de campaña de Alberto Fernández sino como una cuestión crucial para resolver. De esto se hablará en el inédito encuentro que armaron los principales bancos argentinos el lunes. Ya no serán aquellas grandes y fastuosas reuniones de las cámaras bancarias Adeba o ABA en la década de 1990. Ahora será una tribuna mucho más austera, el salón del MALBA que tiene lugar para apenas 200 invitados.

Los banqueros también dudan cómo será la salida a la denominada “bomba de las Leliq”, que no es otra cosa que la contracara de los depósitos que las entidades toman de los ahorristas. Claro que cualquier propuesta por estirar los plazos de estos títulos (emitidos a siete días por el Central) y bajar la tasa debería automáticamente que ser trasladado al público. Con todos los riesgos que esto significa.

La atención del encuentro no estará posada ni en el titular del Central, Guido Sandleris, ni en las definiciones de Lacunza. Las miradas se posarán esta vez en Matías Kulfas, que aparece en el programa como “miembro del equipo económico del Frente de Todos”. Sus “acciones” vienen trepando rápidamente y ya muchos lo imaginan como nuevo ministro de Economía de Alberto Fernández si gana las elecciones. De esta forma, el candidato se estaría volcando por alguien de confianza y con quien viene trabajando hace más de un año que por un nombre sorpresivo o que genere un alto impacto en los mercados financieros.

Probablemente no haya sido el disertante que hubieran deseado los bancos para el encuentro que ellos armaron. Kulfas actuó como la mano derecha de Mercedes Marcó del Pont en el Banco Central (también lo había sido en su paso previo por el Banco Nación) y fue el funcionario encargado de montar y perfeccionar el cepo a partir de 2011 hasta el 2015. Un antecedente que permite consolidar una idea de lo que se viene: los controles cambiarios llegaron para quedarse.

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