Volvió a gritar, como en los últimos discursos antes de las PASO. Y empezó a buscar intentar convencer a la clase media, en línea con los anuncios que tiene previsto oficializar en las próximas horas, y en los que trabaja el ministro de Producción Dante Sica, cada vez más relevante en el esquema de gobierno.
”Se que el último año y medio fue muy difícil y que la clase media fue la que hizo el mayor esfuerzo. Los escuché, tomé nota. Ahora viene el crecimiento, viene el trabajo y viene el alivio en el bolsillo a fin de mes porque todos los necesitamos”, resaltó Mauricio Macri frente a miles de personas enfervorizadas que se congregaron en la Plaza Barrancas de Belgrano en el acto de relanzamiento de la campaña de cara a octubre.
Cómo estaba previsto, el Presidente llegó a la marcha en tren. Los encargados de la seguridad presidencial, que en la última semana tuvieron acaloradas discusiones con los responsables de la logística -Hernán Lombardi, uno de los primeros en llegar, tenía bajo sus órdenes la producción del evento-. Hubo dos reuniones definitorias: el jueves y el viernes.
Macri se subió a la formación en la estación Olivos diez minutos después de lo previsto: debía tomar el tren a las 17.27. Tenía asignados para él, sus custodios y decenas de voluntarios que lo escoltaron en los vagones 2 y 3. La estación Belgrano C, donde bajó, quedó cerrada cerca de las 4 de la tarde.
Cuando llegó al andén junto a Juliana Awada, uno de sus secretarios, su vocero, sus jefes de la custodia y Fernando de Andreis, secretario General de la Presidencia, lo esperaba abajo un cordón de militantes con pecheras estampadas con el lema “Sí se puede” -el slogan de la campaña-, que le hicieron un cordón humano hasta el trailer desde el que le habló a los vecinos. Como hacía La Cámpora con Cristina Kirchner. Hasta último momento se barajó que lo hiciera arriba de un colectivo.
Veinticuatro horas antes del acto, Casa Militar ya tenía información de los números de los vagones que ocuparían Macri y sus colaboradores. Y datos sobre el maquinista.
Elisa Carrió y Miguel Ángel Pichetto fueron los primeros en hablar. El senador y candidato a vicepresidente fue el más concreto. Fiel a su estilo. Y buscó también volver a convocar a la clase media. Dijo que había que “poner en marcha un proceso de crecimiento, de mejoramiento para todos los argentinos". Gritó: “Se acabó el ajuste”. Y subrayó que “los planes no pueden ser para siempre”. Los miles de asistentes a la marcha lo ovacionaban.
Y silbaron con ganas cuando los mencionó a Cristina Kirchner y a Alberto Fernández. Y al jurista Raúl Zaffaroni, que, según el senador, busca “reformar la Constitución”.
A diferencia del primer tramo de la campaña, antes de las primarias, no hubo escenario 360 ni funcionarios en primera fila. Los ministros caminaban entre los vecinos, que se desvivían por tocarlos. Las encuestas cualitativas realizadas por el equipo de Horacio Rodríguez Larreta en la ciudad de Buenos Aires mostraron una radicalización del votante de Juntos por el Cambio.
Aparecía Pichetto, y los seguidores le gritaban emocionados. Lo mismo con Carrió, con Marcos Peña, con Rodríguez Larreta, Diego Santilli, Guillermo Dietrich y Martín Lousteau, que no esperó a los discursos: se fue rápido a Aeroparque para tomar un avión a Mendoza.
Solo algunos pocos dirigentes pasaban más desapercibidos. Como De Andreis, de perfil bajo. O Dante Camaño, secretario del sindicato Gastronómico, que daba vueltas entre los organizadores. El jefe de Gobierno porteño hizo una alianza con su cuñado, Luis Barrionuevo, para la fiscalización.
También Maximiliano Ferraro, primer candidato a diputado nacional por la ciudad, que llegó junto a Lousteau, Rodríguez Larreta y Santilli. “¿Ese quién es? Es conocido, ¿cómo se llama?”, se preguntaban dos señoras -prevalecieron los asistentes mayores- mientras el legislador caminaba junto al resto, rodeado por decenas de vecinos, en el centro de la plaza.
En la previa, había dudas por la seguridad y por la locación para el acto. Al principio, se había analizado hacerlo frente al edificio de la TV Pública, en los parques de Palermo, en la avenida Libertador. Pero se descartó rápido. Y se reservó la plaza Barrancas de Belgrano, el centro medular del voto PRO. El jefe de Gobierno busca ganar en primera vuelta.
No hubo, en ese sentido, mayores problemas. Solo algunos episodios aislados. Como un hombre de arriba de 40 años que pasó frente a la estación Belgrano C del ramal Mitre al grito de “chetos de mierda”. Y un ciclista que cantó “dale Cristina”.
El resto fueron todos cánticos en favor de la reelección de Macri: “La damos vuelta la puta que los parió”, “Mauricio la da vuelta” o “no me importa lo que digan, los corruptos de los K”.
A diferencia del primer tramo de la campaña, esta vez hubo bombos. Y trompetas, aportados por la Juventud del PRO, que se ubicó cerca del trailer desde el que habló el Presidente, al final. “No pedimos permiso para llevar el cotillón”, aseguraron desde la Juventud macrista.
Es que, esta vez, el Gobierno apeló a una convocatoria en un lugar abierto, que incluyó cotillón de la liturgia peronista mezclado con asistencia de público macrista. Una rara alquimia: había señoras que pedían por favor que pararan con las trompetas.
Y los funcionarios del oficialismo aprovecharon la mezcla.
“Horacio, por favor, !que no vuelvan!”, le dijo una mujer a Rodríguez Larreta, que saludaba a la gente, eufórico. Faltaban unos minutos para la llegada de Macri. El jefe de Gobierno se acercó a la señora. “Decile a Mauricio que no afloje. Él tiene todo para aflojar, pero que no afloje”, le remarcó ella. “No, ¡¿vos sos loca?!”, le contestó el jefe porteño. Varios de los mensajes iban en esa línea: evitar la vuelta del kirchnerismo. El núcleo duro del voto PRO.
El lunes, Macri tiene previsto presentarse en Junín, provincia de Buenos Aires, en la segunda parada de las recorridas previstas de cara a la elección de octubre, en la que el mandatario buscará la hazana de pasar al balotaje. Tras las PASO, el candidato presidencial del Frente de Todos quedó a un paso de convertirse en el próximo presidente.
Entre el lunes y el martes, el jefe de Estado anunciará medidas destinadas a aliviar la carga impositiva. Habría iniciativas para PyMEs y monotributistas, según trascendió. En eso trabaja Sica.
Macri machaca en el voto duro. Y busca darle argumentos a la clase media que lo ayudó a ser presidente en el 2015, y que ahora, en buena medida, le da la espalda. Terminó el acto con un cartel reservado para él -detrás decía “solo MM, no tocar"-, con el lema “Sí se puede”.
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