Después de los chispazos entre las administraciones nacional y la bonaerense y de los trascendidos en torno a los reproches entre la gobernadora y el Presidente y sus estrategas de campaña, María Eugenia Vidal y Mauricio Macri volverán a mostrarse juntos este miércoles en el marco de la inauguración del Metrobús de Florencio Varela, en el corazón del Gran Buenos Aires.
El evento fue acordado la semana pasada en la reunión cerrada que mantuvieron Vidal y su jefe de Gabinete, Federico Salvai, con Marcos Peña, el jefe de ministros de Macri que fue blanco de furia por parte de la cúpula bonaerense, en particular, por no autorizar el desdoblamiento del calendario provincial y despegar la suerte electoral de la mandataria de la del Presidente. Hasta la semana pasada, las campañas nacional y provincial se ideaban por caminos separados.
En el desayuno del sábado 17 de agosto, en la quinta Los Abrojos, Vidal y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, le habían pedido al jefe de Estado la cabeza de su jefe de Gabinete. Solo consiguieron el aval para el reemplazo de Nicolás Dujovne por Hernán Lacunza.
La gobernadora y su jefe de campaña llegaron a mediados de la semana al despacho de Peña con muchos reproches en un clima de tensión creciente. Pero definieron archivar los pases de factura al menos para después de las elecciones. Hicieron un repaso de los principales puntos de la estrategia de campaña nacional y la interacción con la bonaerense. Y agendaron el acto de mañana, previsto para un rato después de que Macri aterrice en Buenos Aires tras su paso fugaz por Manhattan.
Este martes, Vidal pasó por San Nicolás y por la tarde tenía previsto visitar Ramallo. El miércoles es el turno de Florencio Varela, con el Presidente, y después Ituzaingó. El jueves General Rodríguez y el viernes Azul y Olavarría.
En todas las recorridas, la gobernadora visita comercios y se muestra rodeada de vecinos. Una remake de los timbreos que el año pasado tuvieron que darse de baja por la crisis económica y la fatiga de esa actividad de campaña que Macri inauguró un 24 de septiembre del 2005, hace 14 años, en el barrio porteño de Liniers. En la calle Martiniano Leguizamón. Lo acompañaban en ese momento Rodríguez Larreta y Cristian Ritondo, entre otros.
Ese año, Macri encabezó la boleta de diputados nacionales en la Ciudad. Vidal fue quinta en la boleta de diputados nacionales, pero de la Provincia.
Nadie cree en el seno del gobierno bonaerense que la gobernadora pueda dar vuelta el resultado de agosto, que dejó a Axel Kicillof con 17 puntos de ventaja: 49,34% contra 32,56 por ciento. Pero sí idearon una estrategia de campaña con menos protocolo y redes sociales y más cercana a los vecinos para apelar a los “sentimientos” y acortar la brecha lo más posible. El objetivo es que Vidal quede posicionada después de diciembre como la jefa de la oposición provincial.
En el caso de Macri, sí hay algunos optimistas, en especial en la Jefatura de Gabinete, que creen que hay chances de dar vuelta el resultado del domingo 11 de agosto. Son los menos. La mayoría ya piensa en su destino después del 10 de diciembre.
El jefe de Estado oscila entre unos y otros. Aunque conserva una buena dosis de esperanza. En esa línea, recibió la semana pasada, y a solas, a los siete intendentes del Conurbano bonaerense, como había adelantado este medio, que están abocados a tiempo completo a tratar de conservar sus distritos. Se trata de Julio Garro, Jorge Macri, Martiniano Molina, Nicolás Ducoté, Néstor Grindetti, Diego Valenzuela y Ramiro Tagliaferro.
Algunos de ellos le explicaron a Macri que, en determinados sectores donde su impopularidad es notoria, no les quedaba opción que repartir la boleta cortada.
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