Una soleada Nueva York, con temperatura de 21 grados, recibió este martes a las 9 a Mauricio Macri, quien voló en un avión privado que despegó anoche en el Aeroparque Metropolitano. “Estamos bien y listos para traer un mensaje positivo sobre lo que estamos haciendo en la Argentina, especialmente con la inserción internacional”, subrayó en breves declaraciones realizadas a los medios a su llegada al Hotel The Langham.
El jefe de Estado cumplirá una acotada agenda diplomática que incluye su discurso en la Asamblea General de Naciones Unidas, un encuentro con Michelle Bachelet para tratar la crisis institucional en Venezuela y un brindis organizado por Donald Trump para agasajar a los 50 jefes de Estado que llegaron a Manhattan para participar de las sesiones ordinarias de la ONU.
Macri no se reunirá con los banqueros e inversores que apostaron millones de dólares a su gestión presidencial, ni tampoco tiene previsto un cónclave con las autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI) que este martes se encontrarán con el ministro de Hacienda Hernán Lacunza y el presidente del Banco Central, Guido Sandleris. Esta reunión es clave para determinar si aún es viable el Standby Agreement que firmaron Nicolás Dujovne y Christine Lagarde hace un año.
El presidente argentino está alojado en el exclusivo Langham, un hotel cinco estrellas que está cerca del Empire State y el precioso parque Bryant. Fuera agenda se encontrará con Lacunza y Sandleris para conocer cómo les fue con los inversores de Wall Street y de qué manera plantearan su reunión con David Lipton, sucesor temporario de Lagarde, y Alejandro Werner, director del Hemisferio Occidental del FMI, que ya observan con muchísima atención la proyección internacional de Alberto Fernández.
A las 12:45 de la Argentina (una hora menos en Manhattan), Macri se subirá a su auto oficial y partirá hacia a las Naciones Unidas. Allí almorzará con el secretario general de la ONU, Antonio Gutierres, y los mandatarios que este martes tienen confirmada su participación en la Asamblea General de la ONU. Se trata de un almuerzo distendido, tradicional, que los jefes de Estado utilizan para intercambiar opiniones y acercar posiciones. Es un escenario de diálogo diplomático que se hace desde 1960.
Cuando termine de almorzar, Macri se entrevistará con Michelle Bachelet, que es la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU. Bachelet hizo un trabajo formidable para exhibir la sistemática violación a los derechos humanos en Venezuela, y Macri respaldó en Argentina ese trabajo institucional que ratificó su posición política respecto al régimen populista que lidera Nicolás Maduro. Si no hay cambios de último momento, el presidente entregará a Bachelet su propio informe sobre violaciones a derechos humanos que realizó con las denuncias de los exilados venezolanos en la Argentina.
Entre las 18 y las 19 (hora de la Argentina), Macri ocupará el sitio principal en la Asamblea General de la ONU acompañado por el canciller Jorge Faurie, el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, el vocero presidencial Ivan Pavlovsky, el embajador Martín García Moritán y el ministro Lacunza. Su discurso será de 15 minutos y reivindicará su decisión de insertar a la Argentina en el mundo, defenderá su apoyo al Acuerdo de Cambio Climático de París, rescatará el tratado entre Mercosur y la Unión Europea, y reiterará el derecho histórico sobre las Islas Malvinas, entre otros aspectos de su agenda global.
Al concluir su discurso en Naciones Unidas, Macri atravesará las atestadas avenidas de Manhattan para llegar a la recepción diplomática que Donald Trump y su esposa Melania prepararon en el impresionante hotel Palace. El presidente argentino compartirá la gala con otros 50 jefes de Estado y apenas tendrá unos minutos junto a su colega de los Estados Unidos. Hasta anoche, ni en Buenos Aires ni en DC, había un solo indicio que permitiera especular sobre una inesperada bilateral entre Macri y Trump.
Cuando crea que ya cumplió con el protocolo y las fotos oficiales, Macri marchará rumbo al aeropuerto de Teterboro, ubicado a 20 kilómetros de Central Park. En Teterboro estará aguardando su avión privado que cruzará el continente para dejarlo a las 7.30 del miércoles en el Aeropuerto Metropolitano. Así concluirá su última gira a Estados Unidos durante su primer mandato presidencial.
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