El martes 24 de septiembre, en un lugar a determinar en Nueva York, Hernán Lacunza y Guido Sandleris iniciarán una negociación clave para la existencia del Stand by Agreement que hace un año anunciaban con entusiasmo y reprimida grandilocuencia Nicolás Dujovne y Christine Lagarde. Por aquel entonces, ambos todavía actuaban en tándem desde el Palacio de Hacienda y el Board del Fondo Monetario Internacional (FMI) bajo las órdenes de Mauricio Macri y Donald Trump.
Dujovne renunció hace un mes, Lagarde se fue al Banco Central Europeo (BCE), Macri recibió un "palazo" en las PASO y Trump se movió hacia otros escenarios geopolíticos. De esta manera, los protagonistas secundarios del acuerdo se llevaron todos los secretos de la negociación con sus renuncias, Macri padece el virus electoral del Pato Cojo, y el presidente de los Estados Unidos ya empezó a leer sobre Alberto Fernández.
El Stand by Agreement se transformó así en una compleja pieza financiera y económica que la administración de Cambiemos no puede acomodar, que Fernández prefiere considerar tras los comicios de octubre y que tiene la suficiente capacidad explosiva para causar un efecto dominó con final abierto.
Antes de partir a su encuentro con los responsables del FMI, Lacunza mantendrá una reunión con Macri en Nueva York. El presidente llegará el martes a Manhattan para participar de la Asamblea General de Naciones Unidas, mientras que su ministro de Hacienda volará esta noche rumbo a la capital financiera de los Estados Unidos.
Lacunza ya tiene previsto un cónclave con Sandleris en Manhattan, adonde el titular del Banco Central arribó hoy para iniciar una agenda protagonizada por inversores, banqueros y consultores que tienen millones de dólares puestos en el mercado argentino.
El titular del BCRA ya practicó en el avión su mejor cara de poker: con una inflación hacia arriba, y las elecciones a menos de cinco semana, eso es lo mejor que puede ofrecer en Wall Street tras el reperfilamiento de los bonos bajo legislación nacional y extranjera.
David Lipton, un demócrata riguroso que reemplaza por unos meses a Lagarde en el FMI, recibirá a Lacunza y Sandleris. Estará acompañado por Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del organismo.
A los dos lados de la mesa de negociación habrá argumentos contrapuestos que condicionarán los resultados del encuentro. Lacunza y Sandleris sostendrán que Argentina cumplió con las metas previstas en el Stand by Agreement y solicitarán que el FMI desembolse USD los 5.400 millones que deberían haber sido girados desde Washington hace una semana.
Lipton y Werner, en cambio, replicarán que el desembolso no depende de las metas cumplidas antes de las PASO, sino de la posibilidad del cumplimiento de metas previstas para el último trimestre de 2019. Y en este contexto, aunque no lo admitan en público, Lacunza y Sandleris saben que esas metas ya son imposibles de alcanzar.
Si no hay cambios en la decisión institucional del FMI, Lipton y Werner dejarán trascender al ministro de Hacienda y al titular del Banco Central que no habrá desembolso hasta después de los comicios del 27 de octubre. La decisión fue avalada en la Casa Blanca.
El Fondo Monetario Internacional sólo girará los USD 5.400 millones si hay un acuerdo político entre Macri y Fernández, al margen del resultado electoral en la primera vuelta de octubre. Con esta táctica institucional, el FMI "obliga" a los líderes del oficialismo y la oposición a encontrar una salida consensuada a la crisis actual y a los problemas futuros.
Lacunza y Sandleris no tienen el handicap geopolítico que jugó a favor de las negociaciones de Dujovne con Lagarde. En ese entonces, Fernández era sólo un abogado penalista que daba clases en la facultad de derecho.
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