Nadie va a querer reconocerlo, pero Mauricio Macri inauguró ayer la nueva estrategia de campaña. Se trata de una muy especial, que no tiene que hacer mucho ruido ni tener actos ni discursos y que, en rigor, no tiene que parecer una campaña.
Es que se trata de un candidato que corre grandes riesgos si abandona su lugar como Presidente. Su principal opositor, claro ganador en las primarias y en las encuestas, se puede enojar y hacer una declaración que ponga en riesgo la estabilidad cambiaria. Así de frágiles están las cosas en la Argentina.
Básicamente, la decisión es que Macri abandone la protección de seguridad a la que está acostumbrado como Presidente y se lance al público sin temores, aún corriendo riesgos. Ayer lo experimentó primero en Olivares, un pueblo cercano a Rosario donde sigue teniendo gran respaldo, luego en el Parque Industrial de Pérez, donde 30 pequeños y medianos empresarios hicieron planteos críticos y claros y más tarde, cuando fue a almorzar a un bar en Fisherton y le cantaron "sí, se puede", previa conversación con los periodistas que se acercaron a pedirle declaraciones.
Ambas actividades son un desafío para Macri, tímido y fóbico desde que padeció el secuestro, lo que hace que normalmente ponga distancia con las personas que se cruza. Hoy, en cambio, no solo habló con los periodistas sin el habitual "corralito", sino que cruzó a las personas que se habían acercado sin miedo, sacándose selfies y dejándose palmear como lo hacen políticos más tradicionales.
"El rosarino hoy sintió que Mauricio visitó Rosario por primera vez en mucho tiempo, no lo encerraron en esa cápsula que le ponen que es inentendible", dijo un dirigente a Infobae, exultante al constatar cómo hay un electorado que sigue respondiendo con euforia, a pesar del contexto.
De hecho, el jefe de Gabinete volvió a encargar estudios focales para conocer qué perspectivas tiene la fórmula de Juntos por el Cambio de recuperarse con vistas a las elecciones generales, y no hay muchas, pero todavía queda alguna si logran mantenerse lo suficientemente abiertos y empáticos con su electorado y logran ampliarlo con nuevos respaldos.
Marcos Peña hoy reunió en Olivos al equipo de comunicación para trabajar con Jaime Durán Barba, Santiago Nieto y Roberto Zapata y se pusieron de acuerdo en una estrategia integral para dar una batalla que en septiembre discurra "por debajo del radar" y se lance con fortaleza en octubre, lo más cerca posible de la fecha de elecciones. "No queremos correr riesgos", se explicó.
Más tarde, el jefe de la campaña de Juntos por el Cambio volvió a convocar a otra reunión en un salón de eventos cuyo nombre lleva la impronta de lo que necesita el Gobierno para lograr su objetivo: Galpón Milagros.
Es un espacio típicamente palermitano de la calle Gorriti al que fueron hombres y mujeres del Gobierno nacional que trabajan en la comunicación y en las tareas territoriales, también algunos de los que quedaron a cargo de la tarea de fiscalización, que en las PASO fracasaron por falta de organización y porque los recursos que se habían destinados "desaparecieron" el día de la elección y no pudieron ser distribuidos entre los fiscales que estaban en las escuelas.
La reunión de campaña fue organizada por Jorge Aguado, secretario de Planeamiento y Políticas en ciencia, Tecnología e Innovación, quien sólo dijo unas pocas palabras para presentar al jefe de campaña.
Allí, ante 50 jóvenes, Peña contó que hubo una charla entre Macri, María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta donde se pusieron de acuerdo con la nueva estrategia. Y aseguró que "la identidad va a ser el eje de la campaña".
El jefe de Gabinete se mostró confiado en que es posible alcanzar el balotaje y dijo "en el 2015, después de las PASO, el círculo rojo y la mayoría de los expertos nos daban por muertos y que nos iban a ganar en primera vuelta, lo que no ocurrió". También precisó, según trascendidos, que "tenemos estudiado que se amplía la base electoral después de las PASO, que es un votante que normalmente subestima a las primarias".
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