En 2006, Gerardo "Tato" Young publicó su primer libro dedicado la historia de los servicios de inteligencia en la Argentina: "SIDE – La Argentina Secreta". A partir de ahí, el periodista investigó minuciosamente cómo actuaron los agentes a lo largo de los años y se convirtió en un especialista en la materia.
Esto lo llevó a publicar dos libros más -Código Stiuso y El libro negro de la Justicia, en 2015 y 2017, respectivamente- y este año volvió con una nueva entrega pero distinto formato. "Los Horribles", de editorial Planeta, es un relato en primera persona sobre reuniones, secretos, tramas y operaciones que se llevaron a cabo desde el regreso de la democracia hasta el gobierno de Cambiemos, con detalles y aspectos no conocidos que involucran a las principales actores de este mundo.
En diálogo con Infobae, "Tato" Young contó cómo fue escribir este nuevo libro, de qué modo cambió su trabajo y relación con "Los Horribles" y cuáles son los desafíos que tiene el periodismo a la hora de tratar con estas fuentes poco conocidas para el público en general.
– ¿Por qué elegiste la primera persona?
– Inicié este libro con la idea de mostrar el mundo de los operadores políticos, los espías y un montón de personajes del poder y sin darme cuenta estaba escribiendo la historia del periodismo, de los periodistas de los últimos 20/25 años y nuestra relación con este tipo de personajes. Arranqué con una primera persona del plural y cuando me quise acordar era un relato en primera persona de mi relación con "Los Horribles", cómo creo yo que alteran la realidad y cómo nuestro trabajo fue cambiando, aunque no tanto como el de ellos.
– ¿Quiénes son Los Horribles?
– Yo tenía un jefe en Clarín, Julio Blanck, que él cada vez que pasaba un acontecimiento me preguntaba '¿qué dicen "Los Horribles"?' Eran mis fuentes vinculadas a los servicios de inteligencia, a la Justicia, a los operadores, a todo este mundo de actores de la política y el poder que no son conocidos por el gran público pero que son definitivos y que de alguna manera alteran la historia, la definen, le encuentran un sentido. Son esas fuentes medio inconfesables de algunos periodistas, sobre todo los que hacemos trabajos de investigación vinculados a la política, a lo judicial. "Los Horribles" están todo el tiempo entre nosotros.
– Dijiste recién algo interesante que es que, si bien son invisibles, son bastante fundamentales para los temas de investigación.
– Para los periodistas son clave. El periodismo político históricamente hace 20/30 años se hacía con gacetillas de prensa, se mostraba lo que el poder quería mostrar. Era una vocería del poder. Los periodistas contaban lo que el poder quería. Eso fue cambiando a medida que la gente fue tomando consciencia de la información. Los periodistas tuvimos que buscar el lado B de la política, de la justicia. Ahí es donde estos personajes, que ya estaban, empezaron a ser buscados por nosotros.
– ¿Crees que sin este tipo de personajes no sería lo mismo las historias que se cuentan?
– Son los Garganta Profunda del Watergate. Siempre están estos personajes y son claves para poder contar la historia verdadera. Cada vez dudo más de la capacidad del periodismo para contar la verdad. Pero creo que sin estos personajes es imposible. Hay una trama visible del poder y la realidad y hay una trama que es la verdadera. Esa trama es cada vez más difícil de aprender y conocer. Y se conoce a través de estas fuentes. Los periodistas a veces tenemos que romper con ese viejo axioma de que solo podemos contar con pruebas. A veces no, a veces para contar determinadas cosas hay que tener el coraje de hacerlo porque sino le regalamos la historia a los bandidos.
– ¿Cómo comenzó tu relación con este mundo?
– Hace muchos años, primero a través del caso Cabezas. Un caso que, si bien era un hecho policial, el asesinato de un periodista, suponía una pelea de poder del corazón del poder entre el menemismo y el peronismo que nos envolvió a los periodistas en un montón de operaciones de inteligencia. Después cubrí el caso AMIA, que es lamentablemente un caso donde todas las operaciones de inteligencia se cruzaron para destruir la causa y ahí fui conociendo a Jaime Stiuso, a Alejandro Bruzón, personajes que están en el libro y que son los agentes de inteligencia más importantes de la democracia. No quiere decir los mejores ni los mejores para la democracia, pero sí los más importantes.
– ¿Cómo ves que evolucionaron estos personajes en relación al periodismo y al público? ¿Crees que el público está más despierto, los conoce más?
– No, te diría que hasta hace poco no habían cambiado mucho. Digo hasta hace poco porque se me viene a la cabeza el caso D'Alessio. En general la tesis del libro señala que "Los Horribles" siguen siendo iguales. Lo que ha cambiado es nuestro trabajo de periodistas. Primero los ignorábamos o no los conocíamos. Después nos relacionamos con ellos para sacarles información y hoy me da la sensación de que lo que nos pasa es que no estamos prevenidos ante ellos. Hemos perdido la capacidad de protegernos ante las operaciones y estamos muy vulnerables. Tiene que ver con el avance tecnológico y la locura por la información fácil. Por otro lado, producto también de esta locura de la grieta y la noticia deseada, hace que los periodistas muchas veces busquen información desesperadamente sin medir qué es lo que estamos buscando y publicando casi cualquier cosa.
– ¿Cómo crees que cambió tu relación con esta gente cuando empieza la tecnología a meterse en el periodismo?
– Pasaron dos cosas. Una es que el trabajo de los periodistas cambió mucho con la tecnología porque nos alejó de los hechos. Antes llegábamos a las redacciones y nos íbamos a la calle. En las redacciones no había nadie, los periodistas estaban siempre en la calle. Y ahora con la tecnología, con los buscadores, podes construir información desde la computadora, no tenes que salir de tu escritorio. Eso es muy bueno para muchas cosas pero también te aleja de la realidad. Por eso nos pasa ahora que todo el mundo se sorprendió con el resultado de las PASO. Eso es porque los periodistas no salimos más a la calle. Sino no deberíamos habernos sorprendido. Eso es una falla nuestra. Eso por un lado. Después lo que pasa con las tecnologías es que "Los Horribles" cuentan con una cantidad de información descomunal. Me acuerdo mis primeras reuniones hace 25 años a lo sumo te acercaban una fotocopia, una foto, te conseguían la declaración jurada de un personaje en un juzgado. Hoy tenes bases de datos de la AFIP, lo que gastan en las tarjetas, escuchas telefónicas, cruces por WhatsApp. Circula tanta información sobre todo el mundo, hay tanta filtración de intimidad que los desafíos son totalmente distintos. Los dilemas morales que teníamos antes, que eran recontra sencillos, hoy se han ido al demonio. Hoy es muy difícil saber qué hacer con la información. Ha cambiado muchísimo. Es una revolución la que estamos metidos adentro, que es fascinante pero en la que nunca nos detenemos a pensar qué es lo que nos ha pasado. Y nos ha pasado de todo en los últimos 20 años.
– ¿Con semejante cantidad de información, se toman más recaudos a la hora de contactarse con este tipo de fuentes?
– Noooo. Por eso te digo, no hemos sido conscientes de que nos quedamos en el medio de un revolución tecnológica que arrasó con la vida privada y no nos paramos nunca a pensar qué hacemos con eso. Por eso pasan cosas como lo que pasó con D'Alessio, donde un tipo viene dice que es abogado del mundo, que es un espía de la DEA y nadie se lo cuestiona ni dice '¿será verdad?'. Entra a los despachos judiciales, se entrevista con periodistas, entra a despachos del Ejecutivo y nadie se detiene a pensar. Estamos en una vorágine, en una locura en la cual somos presas fáciles de "Los Horribles". Ese es un poco mi llamado de atención con este libro.
– ¿Cómo cambió el trabajo de "Los Horribles" con los distintos presidentes?
– Desde Alfonsín para acá, para mí, hubo dos momentos trascendentales. Uno fue durante el menemismo, que es cuando Menem decide usar a "Los Horribles" para controlar al Poder Judicial a través de la SIDE. Es un momento clave porque es cuando se termine de pudrir la Justicia Federal. La política y la Justicia se meten en una misma cama y chau, sonaste. Eso no cambió hasta hoy. Ese es un momento crucial. Hasta la llegada del kirchnerismo que produce algo totalmente inusual y nunca visto hasta ese momento que es que el presidente es uno de "Los Horribles". Nunca había pasado así que un presidente se embarrara, se metiera de cuajo en la distribución de sobres de coimas, en llamar a un juez y apretarlo, en pedirle a un fiscal o espía que haga tal operación. Eso no pasaba. Menem, que en la memoria popular es un tipo corrupto, no andaba pidiendo coimas él. Tenía sus horribles. Duhalde tampoco, De la Rúa tampoco, Macri tampoco. Kirchner lo hacía él. Cristina no. Pero Kirchner si, se embarraba él en este mundo, lo cual fue sumamente inédito y no sé si va a volver a ocurrir algo así. Ese fue un momento crucial. Y después durante la gestión de Cambiemos hubo unos primeros meses yo creo que muy importantes, pero invisibles, que fue cuando el Gobierno evalúo puertas adentro qué hacer con este mundo. Macri se planteó qué hacer con "Los Horribles" tal vez cómo no se lo había planteado ningún otro presidente. Hubo horas en las que se pensaba en cerrar la AFI, se pensó seriamente en pasar a todos los jueces federales a juicio político, hubo planes, se redactaron y Macri estuvo a un click de apretar el botón para que esto pasara.
– ¿Con qué presidente te costó más trabajar?
– En general para los periodistas el kirchnersimo, la primera etapa, fue muy brava. Había mucho control sobre lo que publicábamos, sobre lo que no publicábamos. Pedíamos información y terminábamos siendo investigados nosotros. Fue una etapa bastante difícil. Después cuando estalló el caos, después de la guerra con el campo, te diría que no fue difícil nuestro trabajo pero fue malo, se precarizó mucho el cotejo de información, se empezó a publicar cualquier cosa, se perdió calidad. Pero no fue difícil.
– Para cerrar me gustaría leerte una frase del libro que me llamó la atención para que me expliques qué queres decir con esto:"Nos hemos malacostumbrado a creer que solo la plata corrompe"
– Hay mucha gente que es corrupta sin ser millonaria. En la Justicia se da mucho eso. Los jueces, algunos no, hay muchos que son millonarios y que no podrían justificar sus bienes ni en una rueda de consorcio. Pero después hay otros que no. Hay jueces que en realidad lo que buscan no es dinero sino mantenerse en el poder. El poder genera una adicción tan importante que una vez que alguien está ocupando el sillón que quiere ocupar su principal objetivo de vida es mantenerse. Es quedarse ahí. Eso es mucho más importante que la plata. La permanencia en esta gran red. El poder es una gran red mucho más chica de lo que uno imagina y se cuidan entre ellos, se pelean pero se amigan y forman parte de un círculo del que no quieren salirse nunca. Y una vez que están ahí eso es lo que buscan. Permanecer. "Los Horribles", por ejemplo, permanecen. Pasan los años, pasan los gobiernos y ellos siempre están.