En sus 15 minutos de discurso, Mauricio Macri repitió lo mismo que un rato antes, en un breve intercambio de bienvenida en un reservado del hotel Sheraton de Retiro, les había dicho a los empresarios más poderosos del país: "La única manera de salir adelante es buscando la paz".
"Buscó llevar tranquilidad. Lo vimos sereno", aseguró sobre el final uno de los directivos de la cúpula de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) que participó de la breve charla antes del discurso presidencial, mientras recogía su abrigo en el guardarropas.
Macri cerró la jornada empresaria junto a empresarios de la talla de Jaime Campos, Paolo Rocca, Cristiano Ratazzi, Luis Pagani, Héctor Magnetto y Alfredo Coto, entre otros, en el peor momento de su carrera política, en medio de una crisis económica que obliga al establishment a acoplarse a los pedidos de mesura por parte del jefe de Estado.
"Nuestro foco es llevar alivio en el día a día. En este marco de incertidumbre es que todas las fuerzas políticas demos señales que ayuden a la previsibilidad. Lo importante hoy es enfocarnos en este presente. Pero recordando que estas son conquistas que alcanzamos y debemos defender todos juntos", resaltó Macri, y dijo que estaba "en contacto permanente" con el resto de los candidatos. "En contacto permanente", remarcó, dos veces.
El jefe de Estado había vuelto a comunicarse este fin de semana, en la previa del anuncio de los controles de cambio, con el candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández, que está de gira por Europa y que abrió con la Casa Rosada una frágil tregua que se dirime día a día.
"Estamos más breves que nunca", inició el Presidente su discurso, el único momento de distensión del cierre que despertó solo algunas tibias risas de los presentes, tras la introducción de Campos, muy breve. "La Argentina merece en cualquier momento un momento de reflexión y tranquilidad", subrayó el empresario, y le dio la palabra a Macri.
El mandatario y su entorno saben que el círculo rojo, con el que tuvo tironeos constantes durante su mandato, está expectante por la crisis, pero que ya empezó a pensar en la próxima gestión, después del 10 de diciembre. Para los empresarios, esa etapa será con Alberto Fernández, que en las primarias se impuso por más de 15 puntos, una victoria que lo dejó cerca de la Presidencia.
Macri, que se había ausentado ayer del encuentro de la Unión Industrial Argentina (UIA) por las internas políticas de esa central industrial, y recibió duras críticas por parte de su titular, Miguel Acevedo, buscó mostrarse de pie.
"Como presidente mi foco es reducir esa vulnerabilidad y llevar tranquilidad. En estos años seguro hemos cometido errores y hubo pronósticos que no se cumplieron. Vamos a tener tiempo en la campaña para debatir", aclaró. Es la primera vez que menciona la palabra "campaña", cuya estrategia aún es una incógnita, desde que su administración quedó sumergida en la crisis, tras las PASO.
"(Queremos) un país sin comportamientos mafiosos ni corrupción. ¿Cómo no vamos a poder ahora? ¿Cómo no vamos a avanzar hacia esa Argentina que nos merecemos?", se preguntó Macri, que el sábado debería arrancar formalmente la campaña, según los plazos legales. Su secretario privado, Darío Nieto, y el secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis, lo esperaban a unos metros.
Más allá del aplauso del final, moderado y protocolar, el discurso presidencial fue interrumpido solo una vez: fue cuando mencionó a Hernán Lacunza, el único ministro presente, sentado en la mesa principal junto a Magnetto, CEO de Clarín.
"Gracias por el apoyo que ha tenido", remarcó Macri en relación al ministro de Hacienda, que se transformó en una pieza central de su gabinete.
Un año atrás, en ese mismo lugar, el Presidente había enfocado un tramo de su mensaje en la causa de los cuadernos iniciada por las confesiones del chofer Oscar Centeno, que tenía en vilo a buena parte de los empresarios presentes. "Si se encuentran con un pedido indebido, tienen un presidente al cual acudir", aseveró.
El dólar rondaba los $30, el Gobierno había acudido al FMI un par de meses antes y Alberto Fernández apenas merodeaba por el círculo rojo.
"Este es un Estado que no cambia las reglas de juego, ni aun en las tormentas para que haya previsibilidad y poder apostar a largo plazo", abundó el jefe de Estado ese día de mediados de agosto frente a la misma tribuna que hoy lo escuchó con cierta compasión.
"Estas son medidas que no nos gustan, y solo se justifican en la emergencia", explicó Macri este mediodía, después de anunciar, días atrás, que reestructuraría la deuda, que congelaría los combustibles y que volvería a aplicarle un cerrojo a la fuga de divisas.
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