Cuando terminó la masiva movilización que se realizó el 24 de agosto, que impulsó a Mauricio Macri a presentarse en el balcón de la Casa Rosada, donde agradeció la energía que le estaban transmitiendo sus votantes, el Gobierno imaginó un relanzamiento de la campaña con el Presidente como protagonista, "poniendo el cuerpo", incluso arriesgando su propia seguridad que -según él mismo- había sido motivo del distanciamiento con la gente.
Se pensó que había que llevar la campaña de las redes al territorio, y poner a la militancia de nuevo en la calle, buscando ideas para acercar a la Presidencia y transformarlas en políticas, mostrando la nueva escucha, resiliente y autocrítica, buscando empatizar con el electorado que le había sido esquivo.
Eso sucedió hace exactamente una semana, casi la prehistoria, porque la crisis de confianza no dio más lugar a la ilusión: el domingo último apareció el boletín oficial con un DNU que dio un paso impensado cuatro años atrás, un cepo light que garantice la estabilidad en el corto plazo.
La foto, ayer, tuvo menos épica que la del 24 de agosto. Miguel Ángel Pichetto, Rogelio Frigerio, Hernán Lacunza, Emilio Monzó, Federico Pinedo, Sebastián García De Luca, podría decirse "el ala política" del Gobierno trabajando para lograr un verdadero aterrizaje suave (se habla de soft landing) hacia el 10 de diciembre, con una estación que será el 27 de octubre.
Ese grupo, que ayer después de la reunión de Gabinete se reunió en el despacho de la planta baja del Ministerio del Interior, tiene el aval explícito de María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, los dos principales candidatos del PRO que pelean por la reelección.
Esa mesa, hoy, es la que está a cargo de las políticas del Gobierno. Marcos Peña sigue en su lugar, incluso ayudando a Lacunza. Pero su perfil parece desdibujarse al ritmo de esta salida de la crisis de confianza. A tal punto, que en la primera foto de la reunión de Gabinete que hoy se difundió, su imagen no se veía, estaba escondido detrás del Presidente. Solo en una segunda versión apareció la imagen del Jefe de Gabinete.
El cambio es tan notable que la reunión de mesa política que hace dos semanas se decidió realizar los lunes a las 17, para impulsar la campaña, habló de cualquier cosa menos de eso. "Primero la estabilidad", dijo uno de los participantes. ¿Y el Presidente lo entiende bien?, quiso saber Infobae. "Está enfocado en que hoy es lo que se debe hacer", fue la respuesta.
En efecto, a Macri le llevó 48 horas comprender que si tenía alguna chance, debería estabilizar el precio del dólar y que, para implementarlo, necesitaría medidas heterodoxas. Por eso recurrió a Lacunza que, entre otras vías de solución, le llevó la posibilidad de un control de cambios mucho menos estricto que el que tuvo la Argentina en el 2011.
Y en paralelo a las decisiones que fue tomando para paliar las consecuencias de la caída del peso y quitar presión cambiaria en las próximas semanas, creyó posible poder continuar la épica de la campaña, entrando y saliendo sucesivamente de su rol de Presidente al de candidato, evitando defraudar a quienes lo respaldaron con el voto.
Pero no pudo. "La mejor campaña es la gestión, es gobernar", se convenció. Y dejó avanzar al ala política en las negociaciones para encontrar políticas de emergencia con respaldos comunes, que lleven tranquilidad a los hogares.
Lo que trascendió es que el Presidente sigue pensando que puede dar vuelta el resultado, pero que no tiene ninguna chance de hacerlo en medio de la inestabilidad de los mercados. Por eso, su campaña está virtualmente suspendida. Volverá seguramente a mediados de octubre, cuando deberán realizarse los debates pautados por la ley, que serán el 13 y 20 de octubre, en Santa Fe y en CABA. "Dos semanas de campaña, en medio de este tsunami, es suficiente", explican ahora cerca de Macri.
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