20 de diciembre de 2015. Domingo. 15 horas. 32 grados. Calor de verano macrista. 20.000 personas se juntan en Parque Centenario a escuchar al ex ministro de Economía de Cristina Kirchner. Para ese entonces el peronismo había perdido en las urnas. Mauricio Macri llevaba diez días de gobierno y había decidido romper el cepo que Axel Kicillof había puesto sobre la compra de dólares.
La charla abierta, convocada bajo el título "mateada con vecinos", le permitió al economista analizar el futuro impacto de las primeras medidas económicas del Presidente. Ese encuentro fue el primer ladrillo de una construcción que terminaría con su candidatura a gobernador de la provincia de Buenos Aires. El punto de partida.
En esa presentación lo acompañaron las tres personas que cada día se suben al Renault Clio que eligió para recorrer el interior bonaerense: su amigo Carlos Bianco; su jefa de prensa, Jessica Rey, y su secretario privado, Nicolás Beltram. Los tres forman parte del círculo más intimo del hombre que ganó las elecciones primarias por 18 puntos de diferencia y que está a un paso de ser gobernador, cuatro años después de esa tarde calurosa donde el peronismo no lograba recuperarse del golpe electoral que le había dado Cambiemos.
Kicillof se mueve en un círculo chico en dónde la mayoría de sus colaboradores lo acompañan desde su gestión en el Ministerio de Economía. Será el mismo que lo rodeará en el caso de ganar la gobernación bonaerense. Un grupo donde hay economistas, abogados y politólogos. El sostén técnico de su candidatura y de su posible gestión.
Bianco es su jefe de campaña y lleva adelante la relación con los dirigentes más territoriales. Su sombra. La voz que lo acompaña a todos lados. Beltram y Rey lo ordenan y lo contienen. Los une una relación de confianza y un vínculo que fluye sin problemas al ritmo de los kilómetros compartidos.
En un segundo anillo están Augusto Costa, encargado de la relación con los empresarios, las cámaras empresariales y las pymes; Javier Rodríguez, que es el contacto con las entidades de productores agropecuarios; Federico Thea, que sostiene el vínculo con las universidades más importantes; Agustina Vila, la responsable de la relación con los apoderados ante la Justicia; y Pablo Ceriani, encargado de mantener fluido el vínculo con los sindicatos.
En esa línea también aparecen Teresa García, que tiene a cargo la fiscalización y la capacitación de los fiscales en las elecciones; Juan Cuatromo y Cristian Girard, que coordinan los equipos técnicos; Pablo López y Agustín Simone, que ponen el foco en los temas vinculados a las finanzas; y Matias Ginsberg, Laura Goldberg y Mara Ruiz, que están a cargo de la parte operativa y de condensar la información en diagnósticos y propuestas.
La pata política
El ex ministro K tiene una relación estrecha con Carlos "Cuto" Moreno, un histórico dirigente que actualmente es diputado provincial por la sexta sección electoral. Es una especie de padrino político que funciona de nexo con los sectores más tradicionales del peronismo del interior bonaerense.
El ala política territorial también la componen nueve intendentes con los que Kicillof se habla con frecuencia o con los que ha logrado construir un vinculo de confianza en los últimos meses. Dirigentes que jugaron fuerte para potenciar su candidatura y empujar una decisión que se gestó en el Instituto Patria.
Uno de ellos es el jefe comunal de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, con el que tiene un trato diario y fluido. Discuten ideas sobre seguridad, educación y salud. Tres temas en los que quiere trabajar con urgencia en una hipotética gestión.
El lomense tuvo participación activa en la organización y logística de la campaña. De perfil bajo, como le gusta al ex ministro, el jefe comunal es un articulador que conjuga los intereses y las demandas de sus pares, y que se mueve con soltura en la pecera de poder.
En ese esquema también están Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Fernando Gray (Esteban Echeverría). Ambos fueron importantes en la coordinación y el trabajo en conjunto con el resto de los intendentes, además de intervenir en la logística de los encuentros políticos.
El presidente del PJ Bonaerense fue uno de los primeros en ponerse a trabajar por la campaña de Kicillof. Se calzó el saco de armador y entabló diálogo con los intendentes y candidatos de los distintos distritos para que se encolumen detrás del economista. En el mesa chica del candidato a gobernador reconocen y valoran su trabajo.
El jefe comunal de Avellaneda respaldó su candidatura sin medias tintas y desde el inicio. Es un ultrakirchnerista cercano a Cristina Kirchner que tiene peso propio en la tercera sección electoral, donde se concentra la mayor cantidad de habitantes de la provincia. Fue el encargado de armar el primer encuentro con los jefes comunales después de las elecciones.
Un escalón más abajo, pero con trato frecuente, están otros cuatro intendentes influyentes del conurbano: Mario Secco (Ensenada), Gabriel Katopodis (San Martín), Mario Ishi (José C. Paz) y Ariel Sujarchuk (Escobar). Cuatro perfiles diferentes, con respaldo popular asegurado en las urnas y con capacidad para ayudarlo a caminar en el campo minado de la provincia de Buenos Aires.
Kicillof confía en la información y la mirada analítica de ellos. A Katopodis, por ejemplo, lo llamó en un par de oportunidades durante la jornada electoral de las PASO. Quería tener datos de primera mano sobre los resultados electorales. En la tarde noche de ese domingo el intendente de San Martín le adelantó lo que pasaría algunas horas después. Las urnas estaban llenas de votos peronistas. Más de los que esperaban.
En el interior tiene una relación muy cordial con la mayoría de los intendentes. Pero con los que se habla por whatsapp en forma fluida son Mauro "Mumi" Poletti (Ramallo) y Gustavo Barrera (Villa Gesell). A través de ellos sigue la realidad diaria del interior bonaerense y analiza el escenario político y económico de las diferentes secciones electorales.
En lo que respecta a la pata sindical, está más cerca de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), donde tienen peso los sindicatos que agrupan a los trabajadores estatales. El dirigente gremial más cercano es Hugo Yasky, actual diputado nacional y líder de la fracción denominada CTA de los Trabajadores.
Amigos de confianza
En ese círculo de contención que rodea a Kicillof hay dos dirigentes políticos de La Cámpora que son de extrema confianza: Eduardo "Wado" De Pedro y Mariano Recalde. Los tres son amigos desde hace más de dos décadas y tienen una relación que rompe las barreras de la política.
Con "Wado", que actualmente es diputado nacional y uno de los principales operadores políticos del kirchnerismo, se conocieron en la facultad y compartieron la militancia en las agrupaciones políticas universitarias a fines de los 90′. Con Recalde fueron compañeros de colegio. Ambos cursaron en el Nacional Buenos Aires. Los une el pasado, el presente y el futuro.
Fue Recalde el dirigente que acercó a Kicillof al kirchnerismo. Cuando fue nombrado presidente de Aerolíneas Argentinas, lo convocó para que se haga cargo de la gerencia financiera. A la vicepresidencia de la empresa ya había llegado De Pedro. Los tres escalaron posiciones en la intimidad de la estructura de poder K.
El paso de Kicillof por Aerolíneas Argentinas fue el trampolín para que llegara al espacio político que conduce Cristina Kichner. En el 2013, cuatro años después de ingresar a la aerolínea de bandera, la ex presidente lo nombró ministro de Economía de la Nación. Allí se volvió un dirigente popular.
Con Cristina Kirchner lo une una relación estrecha y de incondicionalidad. Tal es así que el economista aguardó la decisión de la ex presidente para saber qué rol iba a tener en el nuevo tiempo del kirchnerismo. Estaba dispuesto a ser candidato a senador nacional por CABA o, nuevamente, diputado nacional. Iría donde el proyecto político lo necesitara, donde la líder del espacio entendiera que serviría más.
Con una década de historia dentro del kirchnerismo y pocos meses después de convertirse en el candidato a gobernador de Buenos Aires del peronismo K, Kicillof está muy cerca de sentarse en el sillón que ocupa actualmente María Eugenia Vidal. Para ese desafío ya tiene armado su circulo de confianza. Solo tiene que esperar que los bonaerenses vuelvan a elegirlo.
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