En el marco de los homenajes por los 25 años de la reforma constitucional de 1994, Mauricio Macri participará este mediodía de un acto en el Museo de la Constitución Nacional de Santa Fe, donde estará presente buena parte de la delegación de convencionales de aquella Asamblea Constituyente que produjo una Carta Magna que tiene grandes temas pendientes pero también alcanzó logros históricos.
El Presidente encabezará este acto en Santa Fe como parte de los festejos que tendrán lugar durante toda la semana en diferentes puntos del país para conmemorar la reforma de 1994.
Desde la Casa Rosada destacarán los logros alcanzados por aquella Convención Constituyente, que juró la nueva Carta Magna un 24 de agosto de 1994 en el palacio de Urquiza en Concepción del Uruguay luego de tres meses de arduas discusiones y debates en el Paraninfo de Santa Fe.
En rigor, la reforma que se dio en 1994, como le recordaron ante Infobae los convencionales Elba Roulet, Enrique Paixao y Alberto García Lema, comenzó a rodar en el preacuerdo constitucional que unos años antes habían sellado el entonces presidente Raúl Alfonsín y el gobernador bonaerense Antonio Cafiero. Aquel preacuerdo, que sentó las bases para una nueva Argentina, fue el preludio de lo que en 1993 se conoció como el Pacto de Olivos, protagonizado por Alfonsín y el entonces presidente Carlos Menem.
Por supuesto que ese Pacto de Olivos generó muchos cuestionamientos de diversas esferas políticas que lo veían como un "acuerdo de cúpulas entre el radicalismo y el peronismo" con el sólo fin de la reelección de Menem.
Sin embargo, una de las interpretaciones posteriores fue que Alfonsín buscó en ese Pacto de Olivos frenar la amenaza de una reforma constitucional que se proponía encarar el menemismo con un alto contenido de presidencialismo en la nueva Carta magna.
Para Paixao, uno de los mayores logros de la "no grieta" o de los acuerdos preconstitucionales fue haber dejado a un lado los preceptos de la viciada reforma peronista de 1949 y dar paso a una Carta Magna con ribetes -como pretendió el radicalismo en su inicio- de tipo parlamentaristas.
Para Alfonsín, la reforma constitucional fue quizás uno de sus mayores logros políticos aunque siempre dejó en claro, incluso muchos años después de la reforma de 1994, que "en la Argentina aún existe una democracia incompleta".
Deudas pendientes
Bajo este prisma es que hoy se observa una reforma constitucional que tiene deudas pendientes para el país. Entre ellas, la insistencia permanente de un presidencialismo en exceso que va a contramano de lo que el espíritu de la nueva Constitución de Santa Fe se planteaba a través de herramientas tales como el jefe de Gabinete, el Consejo de la Magistratura, la Auditoría General de la Nación o una mayor presencia del Congreso en la vida política.
En ese capítulo de deudas pendientes subsiste la necesidad de dar aun con una nueva ley de coparticipación federal de impuestos que quedó cajoneada en los artículos transitorios de la Constitución y que hoy atentan contra el federalismo pleno en la Argentina.
No obstante, hay que remarcar que la nueva Constitución dejó como herencia inédita para la Argentina nuevos derechos y garantías, como los diferentes mecanismos de democracia semidirecta, los derechos de los pueblos indígenas, el resguardo de la libertad de expresión bajo la cláusula de protección de las fuentes de información, el cuidado del medioambiente y la incorporación de los tratados internacionales de derechos humanos.
Nuevas figuras políticas
Desde lo político, la reforma de Santa Fe dio lugar al despunte de nuevas figuras de la política argentina: se visualizó allí un nuevo partido político de izquierda como el Frepaso que, con Chacho Alvarez a la cabeza, buscó romper el bipartidismo UCR-PJ. Sobresalió además Lilita Carrió como novedad y también irrumpió una joven Cristina Kirchner, que cuestionaba al menemismo imperante. A su vez, estuvieron presentes partidos de derecha como el MODIN, que de la mano de Aldo Rico venían de desafiar al sistema con los alzamientos carapintadas. También había figuras ajenas a la política que empezaban a asomar, como Ramón Palito Ortega que gobernaba Tucumán, Carlos Reutemann, entonces gobernador de Santa Fe, o Pino Solanas, más conocido como cineasta que como político.
También participó Néstor Kirchner, por entonces todavía un poco conocido gobernador sureño.
Todas estas y otras figuras de la política convergieron en ese Paraninfo de Santa Fe en búsqueda de consensos. Eduardo Menem era el presidente de la Convención y mantuvo en todo momento un diálogo permanente con Alfonsín y Chacho Jaroslavsky para dar en lo que se denominó el Núcleo de Coincidencias Básicas, precisamente el corazón de lo que había sido el Pacto de Olivos y cuyo objetivo yacía en atenuar el marcado presidencialismo y dar con un esquema más parlamentarista.
La Argentina de 1994 no era ni por asomo la de estos días. Como las grietas siempre persistieron en la historia argentina desde las intestinas luchas de unitarios y federales, la gesta de la reforma constitucional de Santa Fe resultó ser una muestra inédita de búsqueda de consensos entre todas las fuerzas políticas.
El Gobierno buscará hoy en Santa Fe, también en una fiesta popular en la Plaza de los Dos Congresos y en shows previstos en Tecnópolis y en una Avenida de Mayo que lucirá ambientada con motivos de la Carta Magna para reflotar aquellos días de reforma. Sin embargo, lo relevante de todo ello sería que, más allá de esos festejos callejeros, la política recobre aquel espíritu del consenso y de la no grieta que imperó en Santa Fe durante el invierno de 1994.
Seguí leyendo: