No le había errado nunca. O casi nunca.
Ni en el 2011, cuando le aconsejó a Mauricio Macri que se refugiara de nuevo en la Ciudad y se olvidara de pelear por la Presidencia porque era "imposible ganarle a una viuda".
Ni en el 2015, cuando defendió, punto por punto, uno a uno, los motivos centrales por los que aliarse con Sergio Massa era un suicidio político, ante la insistencia del círculo rojo que pedía a gritos ese acuerdo.
Ni siquiera en estos últimos años y meses, en los que había empezado a avisar de la brutalidad del ajuste económico. "No dudo de que los economistas del gobierno sean buenos, pero eso no sale en las encuestas", les dijo, sin filtro, a María Eugenia Vidal y sus ministros en el retiro de Chapadmalal de comienzos del 2018, mucho antes de que la crisis empezara a mostrar su peor cara.
Pero hubo un día en el que Jaime Durán Barba perdió la magia. Y dejó a Macri sin hechizos, en las puertas de la derrota más cruda de su carrera.
"¿En serio?", preguntó desconfiado el Presidente en los días previos a las PASO a su principal consultor, a sus colaboradores más cercanos y al jefe de Gabinete, Marcos Peña, el dueño de las encuestas en Casa Rosada. El ecuatoriano había pronosticado una paridad entre su cliente y amigo y el candidato del Frente de Todos. Incluso fue más allá: en conversaciones con ministros y asesores, dijo que hasta Macri podía ganar las primarias. Alberto Fernández ganó por 15. Un número que nunca estuvo en los planes del estratega.
Durán Barba se envalentonó extrañamente hacia el sprint final. Y Peña lo siguió. Hasta la tarde del mismísimo domingo.
Ante empresarios, según pudo reconstruir este medio, el ecuatoriano planteó en la última semana el mismo escenario: paridad. Ante la mesa chica del PRO resaltó que el Gobierno estaba "dos o tres puntos abajo". Lo repitió y lo desparramó hasta el cansancio. Explicaba que Macri había tenido una remontada fenomenal en el último mes y medio que lo había vuelto a poner en carrera.
Una rareza para un estratega brillante que siempre aconsejó correr de atrás.
Cuando volvió al país hace algunas semanas para instalarse definitivamente para las primarias en su departamento de la calle Alvear, en el barrio porteño de Recoleta, estaba visiblemente más confiado que cuando se fue.
Repetía, junto al jefe de Gabinete, que los votantes confundían a Alberto con Aníbal Fernández, uno de los dirigentes más impopulares del país. Y que la campaña del Frente de Todos era desprolija. Sacaban chapa de la segmentación, la Big Data y los algoritmos.
El gurú se reunió con Vidal y su equipo más cercano, a los que les vende encuestas mensuales desde el desembarco del PRO en la provincia de Buenos Aires. Habló de paridad. Y aseguró que, en territorio bonaerense, la gobernadora podía estar unos seis puntos abajo. Axel Kicillof le ganó por 17.
Como a Macri, la realidad cacheteó al consultor el domingo recién hacia las 9 de la noche, con los datos de las dos mil mesas testigo que el equipo de campaña había dispuesto en el país y en el corazón del Gran Buenos Aires. Eran 12 puntos abajo, según esas mesas. Fue de 15.
¿Pudo haber un voto vergonzante, silencioso, un castigo a la debacle económica del Gobierno que se volcó en favor del kirchnerismo y que nadie visualizó, como repiten el Presidente y su círculo íntimo?
En el entorno de Durán Barba están desorientados. Nunca le había errado así. Al menos no por tanto. Llegó a decir que el oficialismo empataba en Chaco. Y perdía "por seis" en Santa Fe. Macri perdió por 30 y por 10, respectivamente.
Santiago Nieto, su principal socio, sí se había mostrado vacilante ante la insistencia de la Casa Rosada de clausurar el debate por una eventual candidatura presidencial de Vidal. El famoso "Plan V" que los empresarios trataron de instalar en forma insistente como una salida a la crisis político y económica que dejó desnudo a Macri.
Eran tiempos de zozobra para el consultor estrella del PRO. En privado, veía a las primarias como una amenaza latente que, de tan adversas, podían afectar la gobernabilidad del Gobierno. En eso sí tenía razón.
En estos últimos días, Roberto Zapata, el psicoanalista español del equipo de Durán Barba que lidera los focus groups, "El doc", para muchos la pieza más importante de ese engranaje que funcionó a la perfección por más de una década, también se había instalado en Buenos Aires para seguir de cerca la elección y volver a medir el termómetro social desde este lunes con el resultado puesto.
El domingo por la noche, con la derrota ya consumada, en el salón VIP en Costa Salguero dispuesto para el Presidente, la cúpula partidaria, los funcionarios, familiares y amigos había en el ambiente un clima propio de un resultado que nadie vio venir.
Cuentan que hubo discusiones. Algunas acaloradas. La situación se tensó aún más con la llegada de Elisa Carrió. En el amplio salón reservado para Macri, según testigos presenciales, hubo fuertes reproches de la diputada hacia Peña y Durán Barba frente al jefe de Estado y algunos de sus colaboradores más cercanos.
Carrió había pedido salir al escenario de Costa Salguero antes de que Macri diera su discurso. No la dejaron. Lo hizo después. Y sola.
Ahora pide medidas urgentes de cara a octubre: suba del mínimo no imponible de ganancias y moratoria para pequeñas y medianas empresas. Podría reunirse con el jefe de Estado en estos días. La líder de la Coalición Cívica dice que la adversidad la fortalece. En su entorno, y casi con orgullo, confió que había "echado" al consultor del VIP de Costa Salguero. Siempre lo tuvo apuntado.
Andrés Fidanza, el periodista que escribió la biografía de Durán Barba de reciente aparición, lo llamó "el mago de la felicidad". Hay quienes creen que el consultor empezó este domingo a quedarse sin trucos. Será cuestión de esperar a la próxima función.
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