Mauricio Macri llegó temprano a la Casa Rosada, se encontró a solas con Marcos Peña y ambos decidieron postergar la reunión de gabinete hasta que cierren los mercados en la Argentina. A continuación, Peña recibió en su despacho al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y al presidente del Banco Central, Guido Sandleris, para analizar las medidas a tomar frente a la reacción de los mercados que confiaron en el triunfo de Juntos por el Cambio y no esperaban la victoria de la fórmula opositora Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner.
Mientras tanto, María Eugenia Vidal convocó a su gabinete en La Plata para debatir los próximos pasos políticos ante la brutal derrota que recibió a manos del candidato a gobernador peronista Axel Kicillof. Vidal está irritada, molesta y triste porque anticipaba la caída electoral y considera que no fue apoyada con vehemencia por la Casa Rosada.
Tras el encuentro de Peña, Dujovne y Sandleris, está previsto que Macri reciba a distintos miembros del gabinete, a sus socios políticos (radicales y coalición cívica) y a Vidal, Horacio Rodríguez Larreta y Miguel Ángel Pichetto. El objetivo presidencial es iniciar una vertiginosa discusión política para determinar -antes que cierren los mercados- si se anuncian cambios de gabinete o ciertas medidas económicas para responder al voto castigo que se observó en las PASO.
Como sucede en todas las crisis institucionales, habrá en Casa Rosada un incesante desfile de protagonistas políticos que se entrevistarán con el presidente y su jefe de Gabinete. Hace instantes, Sandleris abandonó Balcarce 50 y partió rumbo al Banco Central, y lo mismo hizo Dujovne que cruzó la Plaza de Mayo caminando y se refugió en el Palacio de Hacienda.
Las decisiones de Macri están atadas al precio del dólar y a las distintas presiones y propuestas que surjan de su propio gobierno. Hasta ahora, el Presidente escucha a las partes, observa la evolución de los mercados y se prepara para una larga tarde que puede implicar un recambio ministerial y la apertura de negociaciones reservadas con un determinado backchannel de Alberto Fernández.
El gabinete de Macri y sus aliados políticos (Elisa Carrió, Alfredo Cornejo y Pichetto) están divididos respecto al destino de los próximos pasos presidenciales. Ministros como Rogelio Frigerio o Patricia Bullrich, que tienen mucha experiencia política, consideran necesario una oxigenación del gobierno.
Pero a la vez reconocen que una renuncia masiva de ministros significaría un gesto de debilidad que puede profundizar la corrida financiera que ya se observa en los mercados locales. Además, Frigerio y Bullrich son conscientes de una regla básica del poder: es difícil encontrar ministros nuevos, cuando convoca un presidente debilitado por una derrota electoral que puede enterrar su reelección.
Alfredo Cornejo, titular de la Unión Cívica Radical (UCR), y el senador Pichetto, compañero de fórmula de Macri, exhiben otra predisposición al momento de evaluar una profunda reforma del gobierno. Se trata de dirigentes que han visto crisis institucionales desde 1983, y ya saben que es necesario una fuerte reacción política para evitar que el tiempo y la parálisis se transformen en un virus con capacidad mortal.
En este contexto, Cornejo y Pichetto tienen la idea de remozar el gabinete -cuanto antes mejor-, pero con una condición básica e indispensable: tiene que estar acompañado por anuncios económicos destinados a la clase media, que protagonizó el castigo electoral propinado ayer a Juntos por el Cambio.
Para Cornejo y Pichetto un cambio de gabinete sin cambio de políticas económicas es solo un salto al vacío. Y si Macri finalmente acepta las recomendaciones de Frigerio, Bullrich, el líder de la UCR y su compañero de fórmula presidencial, la remoción de Peña y Dujovne será cuestión de horas.
Vidal y Horacio Rodríguez Larreta también participarán de la reunión de gabinete postergada hasta después del cierre de los mercados. La gobernadora bonaerense y el jefe de Gobierno porteño consideran indispensable que Peña y Dujovne presenten la renuncia como pieza clave para relanzar el gobierno y establecer una estrategia electoral eficaz rumbo a la primera vuelta de octubre.
Hace un año, Vidal y Rodríguez Larreta propusieron a Macri la renuncia de Peña y Dujovne, pero el presidente rechazó esa sugerencia y decidió respaldar a los dos ministros. Esa postura de poder ahora es cuestionada por los dos dirigentes con mayor poder territorial de Cambiemos, aunque aún deben batallar con el peronismo en ascenso para obtener una reelección que aparece cuesta arriba para Vidal y compleja para Rodríguez Larreta.
Macri está en Gobierno diseñando su hoja de ruta. Está urgido por los mercados -el dólar no para de subir y el peso no para de devaluarse-, y por las elecciones generales que sucederán en 76 días. No quiere desprenderse de Peña y tampoco desea que sus propios ministros y socios políticos le marquen la cancha.
En momentos de crisis, el presidente se transforma en un lobo estepario y actúa bajo las órdenes de su instinto calabrés. Tiene pocas horas para decidir si cambia su gobierno, su plan económico y abre un diálogo político con un candidato que ahora es muy poderoso y detesta de tiempos inmemoriales: Alberto Fernández.
Macri aún no decidió qué hacer. Si hay anuncios, serán después de la hora del té.
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