Este domingo comenzará a desandarse el camino para saber cuál es el próximo presidente de los argentinos y quién gobernará la enorme y compleja provincia de Buenos Aires. Las PASO se llevarán a cabo en todo el país con la incertidumbre acuesta de saber al final del día cuál será la diferencia que exista entre Mauricio Macri y Alberto Fernández, y entre María Eugenia Vidal y Axel Kicillof. De los dos enfrentamientos, el que se da en suelo bonaerense es el que mantiene con mayores esperanzas al peronismo y que sembró preocupación en el oficialismo.
Vidal y Kicillof encarnan la batalla electoral que tendrá el mayor impacto en la elección presidencial. En Buenos Aires hay alrededor de 16 millones de habitantes, de los cuales 12.515.361 están habilitados para votar en estos comicios. La provincia concentra el 37% del padrón electoral. Es el distrito electoral más importante del país. Detrás vienen Córdoba, Santa Fe y CABA. Cada una de ellas representa aproximadamente el 8% del padrón. Una diferencia amplia que argumenta por qué es clave el enfrentamiento bonaerense.
En el entorno de la gobernadora hay preocupación por el posible resultado de hoy. Según los relevamientos que tienen están cuatro puntos abajo de Kicillof. Casualidad o coincidencia, similar es la distancia que manejan en el comando de campaña del ex ministro de Economía. En ambos comandos de campaña esperan que este domingo la victoria sea del peronismo. Lo que todos aguardan con máxima expectativa es cuál será la diferencia. En base a ese número sabrán cómo se estructurará la elección general de octubre.
Los asesores de Vidal tienen en claro que una diferencia superior a los 4 puntos será casi irremontable. En primer término, porque la elección ya está polarizada al máximo y el resultado de octubre, según entienden, no variará demasiado. En segundo lugar, la ausencia de un tercer espacio político hace que el margen para pescar votos en una pecera opositora se reduzca considerablemente. El problema que tiene la gobernadora es que, si la diferencia es superior a la esperada, no hay demasiado lugares para buscar votos que puedan inclinar la balanza.
Vidal espera llegar a los 40 puntos. Si es posible, superarlos. De esa intención se desprende que Kicillof podría estar cerca de los 44 puntos. Tanto en el 2015 como en el 2017 el oficialismo creció con respecto a la cantidad de votos que sacó entre las PASO y la elección general. Pero la extrema polarización que ya tiene el escenario electoral le reduce el margen de acción para poder conseguir más votos. La clave puede estar en la cantidad de gente que concurra a votar. En el entorno de la mandataria esperan que este domingo la participación sea alta. En general, suele pasar lo contrario. En las elecciones primarias es menor el porcentaje de gente que vota con respecto a las generales.
Aunque recién será verificable una vez que los resultados queden expuestos, en el gobierno bonaerense saben que la alianza de Sergio Massa con el kirchnerismo fue lo que complicó la elección en la provincia. El líder del Frente Renovador tiene su núcleo de votantes en Buenos Aires, especialmente en localidades del interior y del primer cordón del conurbano. La convergencia con el enorme caudal de votos que tiene el peronismo en la mayoría de las ciudades del conurbano, donde votan 9,7 millones de personas y Cristina mide más del 50% en todas las encuestas, fortaleció la candidatura de Kicillof.
Los casi diez millones de electores que tiene el conurbano están distribuidos en la primera sección electoral, donde están Malvinas Argentinas, Merlo, Moreno, José C. Paz, San Martín, Ituzaingó, Hurlingham, San Fernando, Pilar y San Isidro, entre otras; y en la tercera sección, que está integrada por La Matanza, Avellaneda, Berazategui, Lomas de Zamora, Quilmes y Esteban Echeverría, por nombrar alguna de las localidades más habitadas.
En ambas secciones pega con fuerza la crisis económica. De los 14 millones de pobres que tiene la Argentina, casi la mitad vive en el conurbano. Entre el segundo semestre de 2017 y el mismo período del 2018 la cantidad de pobres creció 3 millones. El dato estadístico es el peor contrincante que tiene Vidal en este tiempo electoral.
Además, en la mayoría de las ciudades de la primera y tercera sección gobierna el peronismo y Cambiemos tiene grandes dificultades para hacer pie. Un motivo consistente para esclarecer la dificultad con la que choca la gobernadora bonaerense y su equipo en esta elección.
Sin embargo, hay excepciones. El oficialismo conduce localidades como Vicente López, Tres de Febrero, San Isidro y Pilar donde ya conserva el respaldo electoral. Lo mismo ocurre en ciudades de la primera sección como Lanús y Quilmes.
Por otra parte, Vidal afronta el costo de una decisión tomada en la cúpula de Cambiemos. El alineamiento de los comicios provinciales con los nacionales parece haber sido, a priori, desfavorable para su performance electoral. Mauricio Macri tiene sus peores mediciones en Buenos Aires. Especialmente en el conurbano y, un paso más hacia adentro, en las dos secciones donde viven la mayoría de los bonaerenses y el peronismo, históricamente, ha tenido predominio sobre las clases media y baja.
El último jueves a la noche Kicillof cerró la campaña en Merlo junto a Cristina Kirchner y un nutrido grupo de intendentes y legisladores. La ex mandataria decidió respaldarlo en el mensaje final hacia el electorado y mostrar, con su sola presencia, la importancia del duelo en la provincia de Buenos Aires. En su discurso, el economista cuestionó con dureza a Vidal y apeló, como lo hizo a lo largo de toda la campaña, a profundizar la polarización. Ellos o nosotros. Dos modelos de país. Dos historias recientes. Fue claro frente a su auditorio: "En estos tres años y medio aprendimos. Somos otra cosa. Vamos a volver distintos. Vamos a volver mejores".
En la mesa chica de Kicillof son moderados en sus expectativas. Si bien sostienen que están arriba en las encuestas, reconocen que enfrentan a la dirigente política con mejor imagen en el país. Es una pelea por los votos extremadamente dura y pareja. No la subestiman. Hay cautela y dientes apretados. En definitiva, ven que la línea de llegada a la gobernación está muy cerca y resulta imposible contener el entusiasmo después de tres años de recorridas. Porque el economista fue de los primeros dirigentes en ponerse en marcha después de la múltiple derrota del peronismo en el 2015.
Cuatro meses después de los comicios en los que Daniel Scioli y Aníbal Fernández fueron derrotados, Kicillof estableció un modus operandi que mantuvo en el tiempo. Visitas alternadas a ciudades del conurbano y del interior bonaerense (en especial en las secciones electorales más alejadas de la capital federal), charlas con los vecinos en las plazas y actividades en soledad buscando recomponer la imagen del gobierno kirchnerista. Sus populares convocatorias contribuyeron a que lo compararan con un rockstar. Kicillof construyó su candidatura después de la estrepitosa derrota del peronismo y lo hizo solo.
"Si pierde Vidal, Cambiemos quedará muy golpeado y se va a achicar el margen de reelección de Macri", sostienen en el comando del economista. Y para dejar en claro que se enfrentan a dirigentes políticos que han mostrado ser calificados y destacados en el arte de la campaña electoral, advierten: "Tenemos la cancha inclinada. Nosotros somos Sacachispas y Vidal es Barcelona. Y definimos el partido en el Camp Nou (el estadio del equipo catalán)". La frase representa la posición que tomaron en el equipo de Kicillof. En la línea con la terminología futbolera, prefieren ir de punto al duelo electoral.
El desafío de Kicillof para este domingo será achicar la diferencia en las ciudades más grandes del interior bonaerense. Localidades como Mar del Plata, La Plata, Bahía Blanca o San Nicolás, donde Cambiemos está instalado y tiene mayor respaldo en las urnas. Inverso es el desafío de Vidal, que buscará descontar puntos en el conurbano, donde el peronismo es más fuerte. Ante este escenario, no es casualidad que el ex ministro se haya abocado a recorrer el interior durante los últimos años y que en los últimos meses la Gobernadora haya inaugurado obras en los principales distritos del conurbano.
Tanto para Vidal como para Kicillof tendrá importancia los votos que pueda sacar Eduardo "Bali" Bucca, el precandidato a gobernador de Consenso Federal, la fuerza política que lleva a Roberto Lavagna como candidato a presidente. El legislador nacional y ex intendente de Bolívar corre de atrás en los comicios. La mayoría de las encuestas le dan una intención de voto que oscila entre el 2% y el 4%. Saque lo que saque, sus votos podrían ser determinantes para sentenciar el triunfo de los candidatos de Cambiemos o el peronismo en octubre.
En Consenso Federal esperan que Bucca pueda conservar la mayoría de los votos que saque Lavagna en Buenos Aires. Que el corte de boleta no lo afecte. Incluso, entienden que el bolivarense podría hacer una elección mejor de la que marcan los trabajos de consultoría. En el esquema político del ex ministro está instalada la expectativa de que esta jornada los indecisos corrijan los números de las encuestas.
La mayoría de los dirigentes del lavagnismo coinciden en una apreciación. "La polarización que marcan las encuestas no la vemos en la gente, en las recorridas. Muchos dicen que no quieren votar ni a Macri ni a Cristina. Otros aseguran que no saben a quién votar", sostienen en un mensaje unificado. La idea está atada al resultado de la elección nacional, pero piensan que ese posible resultado sorpresivo puede empujar hacia arriba la candidatura de Bucca.
En las elecciones para gobernador también competirán otros siete candidatos: Guillermo Castello (Despertar), Christian Castillo (FIT), Martín Bayón (Nuevo Más), Gustavo Álvarez (Frente NOS), Leonardo Bariani (Frente Patriota), Santiago Cúneo (Dignidad Popular) y María Macaione (Movimiento Organización Democrática). Para saltar la barrera de las PASO deberán sacar el 1,5% de los votos.
La elección en Buenos Aires será determinante para Cambiemos y el peronismo. Los resultados pueden marcar con claridad el posible escenario electoral de octubre. Vidal afronta lo que a esta altura parece ser el desafío más importante de su carrera política. Defender su gestión en la provincia, agobiada por el daño de la crisis económica, la predominancia del peronismo en el conurbano, la retención de votos de Cristina Kirchner que logró Kicillof y el bajo respaldo electoral que tiene Macri en suelo bonaerense.
Kicillof espera concretar un golpe letal en la noche de este domingo. Sacar una diferencia que sea irremontable para la gobernadora, quedar al borde del triunfo en octubre y empujar hacia arriba la candidatura de la fórmula nacional integrada por Alberto Fernández y Cristina Kirchner. La gran batalla bonaerense ya está en marcha.
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