Macri y Fernández cerraron la campaña a pura tensión y apuestan a un voto sorpresa que altere lo que anticipan las encuestas

Desde el Gobierno sostienen que están abajo. Desde el frente opositor aseguran que están arriba por una diferencia mayor de la que muestran los sondeos

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Mauricio Macri y Alberto Fernández cerraron anoche la campaña a pura tensión. El Presidente terminó al borde del llanto y con la voz quebrada. El candidato opositor buscó sumar los últimos votos a los gritos. Fue una síntesis perfecta de cómo está viviendo cada uno las horas previas a unas primarias a las que, desde hace tiempo, se le otorgan una valor casi decisivo.

Desde el Gobierno sostienen que están abajo en las encuestas. Desde el frente opositor aseguran que están arriba por una diferencia mayor de la que muestran los sondeos. Mientras los candidatos presidenciales exhiben sin pudor sus emociones sobre los escenarios, los dos equipos de campaña juegan a esconder las últimas cartas.

Lejos de creer que la suerte ya está echada, en ambos frentes sostienen que podrían influir -más de lo que se cree- algunas variables que no habrían sido medidas correctamente hasta ahora y que se conocerán recién cuando se abran las urnas el domingo. Macri y Fernández comparten la expectativa pero apuntan a sorpresas bien distintas. 

Macri y su equipo de campaña creen -esperan- que en el amplio universo que las encuestas resumen como "indecisos" se escondan muchos ex votantes de Cambiemos a los que ahora les cuesta reconocer públicamente que volverán a darles su apoyo pese a las promesas incumplidas. Voto vergüenza o vergonzante lo llaman algunos, y lo comparan con lo que sucedió con Carlos Menem cuando logró la reelección en 1995 con casi el 50 por ciento de los votos.

El Gobierno también apuesta al denominado voto útil o estratégico, típico de un ciudadano informado que aguarda hasta tener todos los datos sobre la mesa. El enunciado es similar al de un teorema: es un votante dispuesto a abandonar a su candidato preferido en favor de una segunda opción que le permita evitar una tercera alternativa que por algún motivo le resulta imposible de aceptar. En la Casa Rosada lo traducen así: un votante de Roberto Lavagna o José Luis Espert que a último momento, sábado a la noche o domingo a la mañana, se asusta ante un posible triunfo de Alberto Fernández (Cristina Kirchner incluida) y resuelva votar a Macri.

"Es el votante que necesita la última foto para decidir", le dijo a Infobae el director de una de las principales consultoras del país. Y la última foto de Macri es la de anoche: llorando abrazado a María Eugenia Vidal. Nadie podría anticipar si alcanzará para sumar votos, pero está en línea con lo que busca transmitir desde hace días el oficialismo: que la reelección presidencial está en riesgo. Y que la de la gobernadora, aún más. La responsabilidad de Macri es doble: lograr su propio triunfo y no condenar a una derrota a Vidal.

Macri y Vidal el jueves a la noche en Vicente López (Nicolás Stulberg)
Macri y Vidal el jueves a la noche en Vicente López (Nicolás Stulberg)

El consultor cree que el Gobierno tendría que doblar la apuesta y aprovechar el día de hoy para jugar su última ficha: "Si yo fuera (Jaime) Durán Barba, a las 15, una vez que hayan cerrado los mercados, haría circular el rumor de que Alberto está ganando por 10 puntos. Eso podría servir para extremar la preocupación entre los que se espantan ante un posible regreso del kirchnerismo".

Kicillof y Cristina ayer en Merlo
Kicillof y Cristina ayer en Merlo

En el Frente de Todos también hacen su juego. Confían en que las encuestadoras no hayan podido detectar con nitidez el voto de los niveles socioeconómicos más bajos, los más golpeados por la situación económica. En algunas zonas aisladas del Gran Buenos Aires se observó un voto muy favorable a la fórmula de los Fernández y muy adverso para el Gobierno.

"Si esa situación se extendiera a todos los municipios seguramente se profundizaría la diferencia a favor de Alberto que nos marcan hasta ahora las encuestas", agrega el consultor.

El hombre tiene varias elecciones sobre la espalda y espera celebrar un nuevo acierto el domingo a la noche. Macri y Fernández, cada uno a su manera y sus emociones a flor de piel, esperan que se equivoque.

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