Final dramático para una campaña floja: fuerte disputa por indecisos y territorios

Macri y Alberto Fernández concentran su último esfuerzo en los cuatro distritos que juntos suman más del 60% del padrón: Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Capital. Pesa el desafío de los votantes más esquivos. Y el enigma del corte de boleta a favor de Vidal

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Mauricio Macri viene de actos en Rosario y la ciudad de Buenos Aires, ayer volvió a Córdoba y hoy cierra en Vicente López, distrito fuerte en la provincia más grande del país. Alberto Fernández tuvo acto porteño, agregó unas paradas en Buenos Aires, ayer estuvo con Cristina Fernández de Kirchner en Rosario y hoy hará otra pasada por Córdoba. La pelea territorial resulta clara: los cuatro distritos referidos suman más del 60 por ciento del electorado nacional. El otro desafío son los indecisos, pero ahí ya nadie arriesga números y menos aún un perfil único del voto a seducir en este intenso final de una campaña floja.

Son horas de tensión en los laboratorios de campaña del oficialismo y del peronismo kirchnerista. No hay comodidad y hasta se registran estados más bien ciclotímicos en cuestión de horas. Junto con el monitoreo y tracking de encuestas nacionales, el foco está puesto en Buenos Aires y en tratar de discernir si puede producirse o no un corte de boleta significativo. Es decir, si lo que aparece como intención de corte en algunos relevamientos puede traducirse el domingo en la práctica con boletas sábana, incómodas hasta para doblar tramo por tramo.

La cuestión sigue siendo si todo lo que sumaría la lista con sello CFK está asegurado para Axel Kicillof y, en especial, hasta qué punto María Eugenia Vidal puede traccionar a Macri y cuánto podría captar más allá de la disputa presidencial. Lo que ocurra en ese enorme tablero será determinante a nivel nacional. Eso explica en buena medida la ofensiva sobre la gobernadora desde el Frente de Todos –con la ex presidente en lugar destacado- y la réplica sobre el ex ministro de Economía, con registros buscados y divulgados de los no tan lejanos cuestionamientos duros en el propio PJ.

María Eugenia Vidal
María Eugenia Vidal

No todo está en la superficie. Ese enigma bonaerense es nutrido además por suspicacias y versiones sobre el corte inducido o directamente facilitado o empujado por jefes locales, sobre todo del PJ pero también en algún distrito oficialista. Todo importa en la provincia que representa sola 37 puntos en el padrón del país. Se ha dicho: la lupa también se detiene en una combinación entre el tramo de la ex presidente y el de la gobernadora, algo que podría ser considerado insólito pero asoma aunque en un porcentaje marginal.

La desconfianza sobre el manejo individual de cada intendente es una cuestión recurrente en cada elección. Sin entrar en otras consideraciones, es extendida la siguiente idea: el corte entre presidente y gobernador no sería absolutamente espontáneo pero sí menos trabajado; pero el uso de la tijera entre la lista municipal y la de gobernador dependería sobre todo del trabajo territorial. Jugarían varios elementos. El primero, por supuesto, asegurarse la continuidad como jefe local y casi al mismo nivel, garantizarse la mayoría estable en los concejos deliberantes, clave para la supervivencia. Y el segundo, mostrar más votos propios que gobernador y presidente: supremacía territorial. Se verá si esto corre ya para las PASO, como sugieren algunas versiones, o es reservado para octubre.

El gobernador de Córdoba Juan Schiaretti
El gobernador de Córdoba Juan Schiaretti

Otra es la historia en Córdoba (8,71 por ciento del padrón nacional). Allí, Juan Schiaretti se mantuvo con la boleta corta -gesto a Macri- a pesar de que algunos dirigentes e intendentes trabajan para Alberto Fernández. Se trataría de no quebrar ningún puente. Diferente también en materia de pronósticos es el caso de Santa Fe (8,18 por ciento). Dicen que la pelea es más cerrada y que también talla Roberto Lavagna, por el aporte socialista. El Frente de Todos apuesta al ganador provincial, el peronista Omar Perotti, aunque la campaña está lejos de mostrar el esfuerzo agotador de la disputa por la gobernación. Desde el macrismo dicen que renacieron sus chances.

En el distrito porteño (7,65 por ciento) se juega la otra ficha de la apuesta a la "triple reelección" oficialista, con Horacio Rodríguez Larreta completando el cuadro de Macri y Vidal. Esta vez, con Martín Lousteau de su lado. Será una señal para octubre, porque en la Capital la pelea es con ballotage de verdad, es decir, se gana con el 50 por ciento más un voto. El Frente de Todos va con Matías Lammens, que debuta en la política, y su apuesta central es con el kirchnerista puro Mariano Recalde para ocupar una banca en el Senado, que asoma asegurada por minoría e importa mucho a la ex presidente.

Con los indecisos las cosas son más complicadas por el perfil heterogéneo y hasta inasible de ese conjunto, y también por los puntos débiles de las campañas. Los indecisos, en rigor, no serían exclusivamente desinteresados hasta último momento. En los escritorios de los candidatos se los identifica más bien como disgustados con las ofertas electorales, oscilantes entre candidatos pero básicamente por malestar antes que por atracción. Podría tratarse de una última estribación de los rechazos cruzados que generan los polos de esta disputa.

El oficialismo ha realizado una campaña muy elaborada en sentido técnico y tecnológico, segmentada, con mensajes para múltiples públicos. Y ahora convoca a una asistencia masiva a la votación. Pero su debilidad parece expresarse sobre todo en la falta de debate sobre temas que consideraba difíciles o directamente adversos, en particular la economía. No pareció prepararse para una discusión áspera pero que nadie diría innecesaria como crítica propia y discusión a futuro. Más bien, regaló ese espacio.

Enfrente, Alberto Fernández desplegó una campaña errática, como evalúan no muy lejos de sus oficinas, pero sobre todo poco sostenida en temas que, en espejo con el Gobierno, consideraba fundamentales, empezando por la crisis. Fuera de las críticas generales al Gobierno, no es tampoco éste último un rubro en el que haya consenso interno básico, como lo evidencian algunas tensiones con Kicillof.

Axel Kicillof
Axel Kicillof

Con todo, el punto adicional es que, cuando pudo "imponer" el tema económico, lo hizo con referencias inquietantes al "sinceramiento" del dólar y sin lograr sostener un debate interesante sobre las Leliq. Después, sin quererlo seguramente, cambió el eje con la pésima señal sobre una investigadora del Conicet. Y otra vez, en sus dos últimos actos, volvió a hablarle al público propio antes que a la franja más amplia de la sociedad, que habría sido el objetivo táctico de su lugar en la fórmula con un perfil moderado.

Hasta aquí las campañas no se han lucido. Y a pesar de todo, la polarización avanzó, favorecida además por la frustración de una tercera vía sólida, según todas las encuestas. También los sondeos enfrentarán su prueba mayor el domingo.

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