En la quinta de Olivos se debatía sobre la voluntad política de Cristina Fernández de Kirchner, su estado anímico y su peso específico en la campaña electoral. Siempre hay un reconocimiento a su voracidad por el poder, pero en las últimas semanas esa admisión empezó a menguar por las versiones que habían llegado sobre la situación personal de Florencia. Se especulaba con la renuncia de Cristina Fernández a la campaña para viajar urgente a Cuba.
Ayer en Mar del Plata, con su tono coloquial y su histrionismo natural, CFK envió un mensaje directo a las entrañas de Juntos Somos el Cambio y al laboratorio político que abrieron en sociedad Alberto Fernández y Sergio Massa: estoy viva, no viajo a ningún lado, voy por todo.
Este mensaje directo fue entendido en Olivos cuando se escuchó la referencia directa que hizo Cristina Fernández de Kirchner a María Eugenia Vidal. La candidata a la vicepresidencia es fanática de Game of Thrones y se siente representada por Daenerys Targaryen, un personaje fascinado por el poder que ejecuta una tragedia a pocos minutos de sentarse en el Trono.
Vidal fue entrevistada por Alejandro Fantino y le preguntó sobre la recreación de la zaga escrita por George R.R. Martín. la gobernadora se equivocó y dijo daikiris en lugar de Daenerys, un error que Cristina aprovechó con ensañamiento irónico para ajustar cuentas con la adversaria electoral de Axel Kicillof, que después subió al escenario sonriendo como un dragoncito que empieza a volar.
En Mar del Plata, CFK demostró que está intacta, lucida y resiliente, a pesar de las causas abiertas por corrupción y la salud de su hija Florencia. La candidata a vicepresidente confirmó que hará campaña a favor de Kicillof y contra Vidal por dos razones básicas: considera que su exministro de Economía es su heredero político y sabe que una victoria en la provincia de Buenos Aires es una llamarada mortal contra las aspiraciones de Mauricio Macri.
El tono de la presentación de Cristina Fernández en Mar del Plata no sólo fue una señal a Macri, sino también un aviso directo a Fernández y Massa. El candidato a presidente del Frente de Todos y su socio político del Frente Renovador han calculado hasta ahora que CFK tocará la campanita en el Senado, si finalmente ganan las los comicios generales.
Pareciera que Alberto y Sergio cometieron un error político. Desde Mar del Plata, Cristina habría enviado una señal inequívoca: apostar a Axel, ganar la provincia, y si llegan a Balcarce 50, balancear el poder formal de Fernández y Massa (1 y 4 en la representación institucional), con su puesto en el Senado (2) y la gobernación bonaerense (40 por ciento del padrón electoral).
La historia del peronismo enseña que es imposible que dos líderes políticos compartan la conducción del Movimiento Nacional Justicialista en un mismo espacio de tiempo. Y esta enseñanza asume mayor valor cuando se presenta una variable histórica inédita: en este supuesto caso, los dos líderes (Fernández y Fernández de Kirchner) tendrán poder institucional, si la fórmula del Frente de Todos vence a la fórmula de Juntos somos el Cambio.
Juan Domingo Perón estaba en el exilio, y Augusto Timoteo Vandor fue asesinado. Hector J. Cámpora renunció cuando José López Rega reveló las órdenes del General. Y Adolfo Rodríguez Saá cayó al compás de las fanfarrias que se tocaban en la casa de Eduardo Duhalde.
Si Fernández derrota a Macri, y Massa llega a la presidencia de la Cámara de Diputados, la aspiración de estos dirigentes justicialistas es construir un gabinete y un programa político que refleje sus lealtades partidarias y sus perspectivas de la agenda doméstica y la situación mundial.
Alberto y Sergio privilegian una relación con Estados Unidos -de hecho el candidato a diputado nacional es socio de uno de los abogados de Donald Trump-, no creen en la alineación automática con Nicolás Maduro y menos aún en designar a ministros que tengan a la Cámpora como origen ideológico.
La candidata a vicepresidente tiene otra mirada. Y en Mar del Plata exhibió su decisión de ejercerla, si Kicillof sucede a Vidal. Massa puede sacar tantos votos con Kicillof, pero el exministro de Economía se sentará en La Plata (literal), y el exjefe de Gabinete tendrá que remar para llegar a la presidencia de la Cámara Baja.
En la mesa de arena peronista, la compulsa ya está planteada: presidente electo y diputado nacional con aparato propio versus vicepresidente electa y gobernador bonaerense con caja gigantesca. Para esta hipótesis de puja de poder, la historia justicialista no tiene antecedentes: será un caso testigo.
Pichetto teje y borda
Macri está conforme con la actuación de Pichetto, aunque de nada haya servido su operación contra la lista de José Luis Espert. El candidato a vicepresidente hace un trabajo silencioso, que sólo se podrá merituar cuando se conozcan los resultados de la primera vuelta electoral.
El presidente ya asumió que pierde en las PASO y necesitara revertir ese resultado con votos que aún no tiene. Pichetto se subió a la ambulancia y junta los heridos que dejaron Fernández, Massa y Fernández de Kirchner. A fines de octubre se sabrá si el candidato a vicepresidente sólo tenía a la Armada Brancaleone o era el protagonista principal de los Desconocidos de Siempre.
Mientras tanto, Pichetto exhibe su destreza política. Sentó a Adolfo Rodríguez Saa -tercero en San Luis- enfrente de Macri, y cerró un acuerdo con el gobernador rionegrino Alberto Weretilneck, que termina su mandato en diciembre. Rodríguez Saa y Weretilneck son figuras aleatorias en la carrera presidencial, pero todo suma a Cambiemos que aún está lejos de alcanzar a la fórmula Fernández-Fernández de Kirchner.
Pichetto construye para Macri, pero también piensa en su propio futuro político. Cuando era senador oficialista de Cristina, el candidato a vicepresidente de Juntos Somos el Cambio votó a favor del Memorando con Irán que garantizaba la impunidad a los miembros del régimen fundamentalista que habían diseñado el ataque terrorista a la AMIA.
"Fue una cuestión de disciplina partidaria", explicó Pichetto ante las autoridades de la DAIA. Y agregó condescendiente: "Fue un error político, pero no hubo delito".
La opinión del actual senador justicialista fue escuchada con atención por la comunidad judía, que es querellante contra Fernández de Kirchner en la causa que se investiga su presunto delito de encubrimiento de los terroristas de la AMIA.
La predisposición de Pichetto a cerrar sus frentes abiertos durante su gestión parlamentaria en nombre de Néstor y Cristina Kirchner, responde a sus intenciones de ocupar cargos políticos sin tener que enfrentar internas palaciegas que raspen sus sueños de poder.
El candidato a vicepresidente suma a sus viejos amigos – Augusto Alasino, Humberto Roggero, Jorge Yoma-, pero esa suma no juega junto a Macri sólo para derrotar al Frente de Todos. Esos viejos amigos pretenden retornar al poder institucional, y si gana el oficialismo, Pichetto ya tiene una lista armada para cumplir con las promesas propias y ajenas.
Macri sabe que su compañero de fórmula tiene intenciones políticas para los Ministerios de Relaciones Exteriores, Defensa, Seguridad e Interior, y pretensiones básicas en Agroindustria, Trabajo y Desarrollo Social.
Pichetto ha leído a los clásicos -Maquiavelo, Hobbes, Kant-, y aprendió que el poder se tiene si se puede ejercer. Lo mismo piensa Fernández de Kirchner, que relampaguea cada vez que presenta su libro Sinceramente.