El Gobierno se concentra en la región centro del país en la recta final de cara a las PASO

Mauricio Macri, ayer, en Santa Fe

Córdoba, Santa Fe, ciudad y provincia de Buenos Aires. Aún sin confirmación oficial, y con los vaivenes propios de las agendas en épocas electorales, el Gobierno reservó para los últimos días de campaña previo a las PASO el desembarco en la región centro del país, en medio de una polarización extrema que ahora lo tiene a Mauricio Macri muchísimo más entusiasmado que semanas atrás.

Como publicó Infobae hace una semana, el Gobierno volvió a concentrarse en Córdoba tras la feroz interna partidaria que dividió a la coalición detrás de las candidaturas de Mario Negri y de Ramón Mestre. Después del categórico triunfo de Juan Schiaretti, Negri -el candidato de la Casa Rosada desde el primer día, que ahora encabeza la boleta de diputados- y Mestre suturaron heridas.

Es que el Gobierno quiere volver a recuperar los votos de Córdoba de 2015 que fueron fundamentales para el triunfo de Macri. Con una incidencia del 8,6% del total del padrón -el distrito más relevante detrás de la provincia de Buenos Aires-, el Presidente obtuvo allí sus triunfos más importantes: poco más del 53% en octubre y casi el 73% en el balotaje de noviembre.

El Jefe de Estado necesita recuperar de Córdoba los votos que no puede cosechar en el corazón del Conurbano bonaerense. A eso fue junto a Miguel Ángel Pichetto la semana pasada en el debut de la fórmula de Juntos por el Cambio por el interior del país.

La semana que viene, el Presidente tiene previsto volar hacia ese distrito para participar del programa de radio más escuchado y del noticiero matutino de televisión de mayor alcance provincial. El Gobierno tiene con qué ilusionarse en Córdoba: hay un sentimiento anti K que aún prevalece en la sociedad y Schiaretti, de estrecho vínculo con el mandatario, decidió que competirá en octubre con boleta corta.

Para la última semana antes del domingo 11 de agosto, Macri y Pichetto cerrarán la campaña junto a Negri. Había previstos tres viajes presidenciales desde que el oficialismo curó las heridas tras los chispazos de la elección local.

Mauricio Macri, Miguel Ángel Pichetto, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal (Twitter: @mauriciomacri)

En el caso de Santa Fe, aún no está definido, pero está previsto un acto de cierre en la última semana en Rosario o en la capital provincial. Este miércoles, Macri fue el último orador del evento partidario en la capital tras su participación en la cumbre del Mercosur.

El de Omar Perotti, el electo gobernador santafesino, es uno de los casos que la Casa Rosada incluye en el pelotón de mandatarios que tienen compromiso con la fórmula encabezada por Alberto Fernández pero que podrían no ser demasiado vehementes en su apoyo partidario. Perotti, además, tiene buena relación con Pichetto.

En Santa Fe, el Gobierno no tuvo una buena performance con la candidatura de José Corral, pero el declive socialista y la licuación de la tercera vía –Roberto Lavagna es un aliado del socialismo- entusiasman al oficialismo.

En el caso de la provincia de Buenos Aires, Macri y María Eugenia Vidal repiten cábala: como en 2015 y en 2017, tendrán el último acto antes de las primarias en el Centro Asturiano de Vicente López, el municipio gobernado por el primo presidencial.

En el comando de campaña de Juntos por el Cambio se respira otro aire. Los últimos números son muchísimo más alentadores que los de hace tres meses, cuando la inestabilidad cambiaria se acentuó con la filtración de la encuesta de Isonomía que pronosticaba una derrota de Macri por 9 puntos ante el kirchnerismo en una eventual segunda vuelta.

Desde esos días a hoy, la polarización se agudizó. El oficialismo se siente cómodo en ese escenario. Incluso dan cuenta de que el Presidente habría recuperado algo de popularidad en territorio bonaerense, hasta en el conurbano, donde la crisis económica hizo estragos como en ningún otro rincón del país. El macrismo se esfuerza en estas horas por resaltar que Macri "no es piantavotos".

Macri y Pichetto en Córdoba, la semana pasada (Prensa Juntos Por El Cambio)

La distancia entre Vidal y Axel Kicillof, y entre Macri y Pichetto y Alberto Fernández y Cristina Kirchner, todavía es bien favorable de todos modos para la fórmula K. Vidal se mostrará este jueves con Elisa Carrió en Pilar, un distrito con pronóstico reservado. El de la provincia de Buenos Aires es el desafío más urgente del Gobierno.

En la Capital Federal el panorama es mucho más apacible. Macri, Pichetto y Horacio Rodríguez Larreta también tendrán el cierre en la semana previa a las PASO.

El Jefe de Gobierno busca ser el primer alcalde en consagrarse en primera vuelta: entregó todos los lugares en las listas aliados para alcanzar ese objetivo. Y guardar el gabinete, en caso de ser reelecto, para los propios en pos de su mayor anhelo: trabajar para ser presidente.

Ayer por la mañana, en su discurso en la reunión de gabinete ampliado en la Usina del Arte, remarcó en dos oportunidades que, a pesar de la crisis de la economía, había una valoración de las obras y de la cercanía por parte de los vecinos. Es paradójico porque los focus groups encargados por el equipo de Matías Lammens le arrojaron al candidato K que los encuestados ven lejana a la figura del jefe de Gobierno porteño.

El Gobierno se siente más a gusto en la región centro del país. En Mendoza, Entre Ríos y San Luis también hubo tibias mejoras en la imagen presidencial. Es la franja que mejor le sienta, en términos políticos y electorales. En momentos en que los números se ajustaron de cara a las PASO. En Casa Rosada aseguran que los gobernadores más comprometidos con la fórmula K solo arrastran el 20% del padrón. La clave, como siempre, pasa por la provincia de Buenos Aires.