Ante la decisión del Gobierno de evitar hablar sobre la economía y la crisis social, Alberto Fernández quiere poner la reforma laboral en la mesa del debate para inclinar la balanza a su favor. El Frente de Todos, con más y menos unicidad, busca poner el foco precisamente en la economía, incluso con calma cambiaria. Fernández llega al almuerzo con la CGT con la promesa de evitar la reforma laboral si gana las elecciones presidenciales.
Durante el fin de semana, Fernández intercambió mensajes con Carlos Tomada, el ex ministro de Trabajo kirchnerista que viajó en su representación a una cumbre de líderes políticos en México, junto con Jorge Taiana y Felipe Solá.
Tomada fue hábil negociador en la gestión K y el ministro que más duró. Probablemente, Fernández les recuerde a los referentes de la CGT que el peronismo siempre tuvo un ministerio de Trabajo que en esta gestión tiene rango de secretaría.
Detrás está la pelea entre el Gobierno y los sindicatos, especialmente con los kirchnersitas. Y detrás de Fernández también pesa la historia que tejió y destejió Cristina Kirchner con la CGT y con Hugo Moyano, aunque con el camionero ya hubo plena reconciliación.
"Tenemos otras urgencias", respondió Fernández un día antes de la cita de hoy, y reiteró que una reforma laboral implicaría quitar derechos y no ayudaría a "encender la economía". Hoy esa 'llave' que promete levantar es casi su lema. También promete que no hará ajuste y que no aceptará todas las condiciones del Fondo Monetario Internacional.
En varios de los encuentros con distintos sindicalistas, el precandidato Fernández habló de Argentina como "un país que piensa en los bonos del Tesoro o del Banco Central antes de pensar en la inversión y en el trabajo, un país desvergonzado que paga el 75% de tasa de interés y desemplea a millones de argentinos".
En ese contexto, se espera que a los líderes de la central obrera les pida no solo respaldo explícito para este momento (como el caso de Camioneros, que aportará fiscales) sino también apoyo político durante la campaña y en el gobierno, si llegara a la Casa Rosada.
Fernández ya lo ha dicho varias veces: "La inflación no se baja de golpe". Entonces, probablemente apele además a la crisis del 2001 y al recuerdo de la gestión de Néstor Kirchner, más amigable con ellos: "Cuando ellos nos dejaron encerrados en el laberinto de la deuda, con Néstor lo transitamos y descubrimos cómo se sale. Y vamos a volver a salir del laberinto", promete Fernández en cada acto y en los spots de campaña.
El precandidato a presidente hace equilibrio entre algunos de los economistas a los que escucha, como Guillermo Nielsen y el candidato a gobernador Axel Kicillof. También Kicillof habla de empleo en sus recorridas por Buenos Aires. Y todos, Fernández, Sergio Massa y hasta cada candidato a intendente, incluyen cada día de campaña una o más visitas a pymes, empresas y a distintos sectores productivos.
El peronismo que quedó en Consenso Federal del lado de Roberto Lavagna (Juan Manuel Urtubey y el precandidato a gobernador Eduardo 'Bali' Bucca) también se ponen casco para mostrarse cerca de los trabajadores y de la clase media donde oficialismo y oposición buscan votos de indecisos y de ciudadanos desilusionados.
El propio Lavagna, ante el planteo oficialista de que hay que reconvertir la economía con trabajadores que cambien de sector, descartó la posibilidad de una reforma laboral y advirtió: "La gente no es plastilina, a la que cambia y transforma de una industria en otra. Ya partimos de niveles de pobreza y desempleo altísimo. Y las reformas pueden hacerse en una economía caminando, en crecimiento. Si la economía camina, hay posibilidad de acuerdos sectoriales y generales".
Alberto Fernández busca ampliar su base de apoyo. Lo hizo con los gobernadores con los que fue conversando individualmente hasta que juntó a los del peronismo en una mesa dos semanas atrás. Lo mismo intenta con los sindicatos K y no K. La cita con la CGT la tenía prevista hace mucho tiempo. La canceló primero por su internación antes del inicio de la campaña y luego por avatares de agenda. Probablemente también porque el escenario político no está claro y cada cual mide sus riesgos.
El precandidato presidencial del Frente de Todos tuvo otros encuentros con sindicalistas, dos de ellos organizados por Sergio Palazzo, de Bancarios, y un acto de SMATA organizado por Ricardo Pignanelli, que en su momento fue quien juntó a Cristina Fernández con Moyano. Antes de ser precandidato, el ex jefe de gabinete visitaba cada tanto a Hugo Moyano en la sede de Camioneros y tiene una amistad de años con Héctor Daer, uno de los líderes cegetistas.
A Fernández le falta incluir en una foto al sindicalismo no moyanista y a los no kirchneristas. Y mostrar que su figura amplía el respaldo.
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