Que un político en campaña diga que combatirá la pobreza, la corrupción, la inseguridad y el desempleo, y que ofrezca una Argentina nueva y distinta, se ha convertido en un cliché ajeno a cualquier partido. Sin embargo, Fernando de la Rúa logró inmortalizar esos ejes en una frase que 20 años más tarde sigue estando presente en la memoria de los argentinos: "Dicen que soy aburrido".
Con el objetivo de diferenciarse de Carlos Menem, para las elecciones de 1999, el spot de la Alianza apuntaba a convertir en virtudes las debilidades de Fernando de la Rúa y polarizarlas frente a lo que fue una década de peronismo. El riojano había dejado atrás su imagen de caudillo; se mostraba con estrellas de rock, llevando una vida deportiva y manejando autos de lujo; venía de instalar 4 años atrás la frase "Menem lo hizo" en su campaña para la reelección en 1995. De la Rúa debía fortalecer su carisma y dejar en claro su discurso de cara a una contienda electoral donde se enfrentaba al referente peronista, Eduardo Duhalde.
"Dicen que soy aburrido. ¿Será que no manejo Ferraris?", comenzaba De la Rúa haciendo referencia a Menem y una de sus primeras polémicas como Presidente de la Nación: la famosa Ferrari Testarossa que le había obsequiado el empresario italiano Massimo Del Lago y con la que viajó hasta Pinamar violando los límites de velocidad de la ruta. Luego el spot continúa: "¿Será para quienes se divierten mientras hay pobreza? ¿Será para quienes se divierten mientras hay desocupación? ¿Para quienes se divierten con la impunidad? ¿Es divertida la desigualdad de la Justicia? ¿Es divertido que nos asalten y nos maten en las calles? ¿Es divertida la falta de educación?", todo el relato intercalado con imágenes de la crisis y de Menem riéndose.
"Yo voy a terminar con esta fiesta para unos pocos. Viene una Argentina distinta, la Argentina del respeto, la Argentina de las reglas claras, la de la dignidad, la del trabajo, que va a educar a nuestros hijos, que va a proteger a la familia, que va a encarcelar a los delincuentes y corruptos. Y al que le aburra, que se vaya. No quiero un pueblo sufriendo mientras algunos pocos se divierten, quiero un país alegre, quiero un pueblo feliz", concluía la campaña que lo terminaría alzando con la presidencia ese año.
"Convirtió sus debilidades en fortalezas de una manera muy sofisticada y creativa", analizó para Infobae el periodista Carlos Acosta, quien trabajó como asesor de comunicación del radicalismo.
En su spot, el radical buscó marcar la crisis como consecuencia de las banalidades de 10 años de menemismo. Menem con los Rolling Stones y con Charly García en la Quinta de Olivos, el episodio de la Ferrari, sus pasatiempos deportivos como el tenis, el fútbol y el golf, mientras ejercía la presidencia de la Nación.
También apuntó a las causas de corrupción que caracterizaron a la década del '90: el contrabando de armas a Ecuador y Croacia, la venta del predio de la Rural a precio vil, el Swiftgate, la causa por contrabando de oro, las coimas de la empresa Siemmens y la red de encubrimiento por el atentado de la AMIA. A su vez, fue acusado de manipular la Justicia a través de una "mayoría automática" al ampliar el número de integrantes de la Corte Suprema, de 5 a 9 jueces, y de privatizar empresas públicas mediante adjudicaciones que perjudicaban al Estado.
"Estuvo ayudado por el desgaste del Gobierno y de la cultura que generó el menemismo. La gente quería más normalidad", argumentó Carlos Acosta. El spot concluía con una voz en off diciendo: "Alguien está pensando en la gente". Finalmente el 24 de octubre de 1999 triunfaría con el 48,5% de los votos frente al candidato del PJ, Eduardo Duhalde (38,09%).
Tras 2 años de gobierno, De la Rúa debió renunciar inmerso en una crisis social, política y económica. Luego de imponer un 2 de diciembre de 2001 el famoso "corralito" por el cual se limitó la libre disposición de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorros, 18 días más tarde abandonaría el gobierno huyendo en helicóptero de Casa Rosada con un saldo de 39 muertos, víctimas de la represión en las manifestaciones que se dieron en todo el país, y dejando la consecuente acefalía que derivaría en cinco presidentes en una semana. Entre otras cosas, a Fernando de la Rúa se lo recordó por su famosa frase: "Dicen que soy aburrido".