Son apenas cuarenta días los que quedan de campaña para las PASO. No hay internas de riesgo y se supone que debería estar todo resuelto en una carrera que definió la confección de fórmulas y la integración de casi todas las listas en oficinas muy concurridas aunque con lapiceras en pocas manos. Pero no es así, por los problemas propios del oficialismo y sus principales competidores. Esas debilidades han sido tema de trabajo central en muchas horas de laboratorio electoral. Y complican las "estrategias" hacia adelante, según se admite en el arranque formal de la batalla.
La provincia de Buenos Aires es quizá la mayor muestra y no únicamente por el enorme peso de su padrón. Al menos tres interrogantes –en algunos casos, cargados de temores- siguen dando alrededor de los candidatos. En el oficialismo, el fantasma es la brecha entre Mauricio Macri y María Eugenia Vidal. Es decir, si la gobernadora arrastra hacia arriba y si el Presidente además recupera terreno. En el peronismo nucleado alrededor de Cristina Fernández de Kirchner, el punto es si Alberto Fernández y también Sergio Massa suman o no para desequilibrar sin vueltas. Y para Roberto Lavagna, es vital la pelea en su plan nacional de tercera vía, con perfil básicamente peronista en la provincia.
Las cuentas que hace el oficialismo en estas horas siguen siendo negativas para sus candidatos. En La Plata esperan tener terminada una encuesta amplia para la semana que viene, con trabajo de campo posterior a la formalización de candidaturas. Con los números previos, evalúan que hay una mejora de la imagen y del apoyo a Macri desde hace un par de meses, pero advierten que la fórmula nacional sigue abajo –algunos encuestadores hablan de seis a ocho puntos- mientras medida individualmente Vidal aventaja a Axel Kicillof.
Algunas lecturas son evidentes frente a ese cuadro. La primera, de arrastre, alude a la referida tensión entre la capacidad de la gobernadora para subir la marca actual y el desgaste producido por la crisis en la figura presidencial, que a Vidal la afecta pero en menor nivel. Del mismo modo, dicen, cada mejora de Macri tiene mayor escala en la jefa provincial. Otra: el freno a la caída de Macri y la mejoría posterior son atribuidas un tanto mecánicamente a la tranquilidad del dólar, a cierta contención de los precios y a las medidas para mejorar el consumo. En contrapartida, y sin esperar signos de recuperación significativos, esa tendencia debería sostenerse en el tiempo porque cualquier tropiezo sería grave. Y una tercera: las especulaciones sobre cortes de boleta con Lavagna.
En el Gobierno hacen algunas consideraciones parecidas, teniendo en cuenta además que difícilmente puedan ser desenganchadas la suerte de Macri y la de Vidal –que no tiene balotaje-, empezando por la campaña. Eso pudo haber sido discutido en mayor profundidad cuando se insinuaba la posibilidad de desdoblar los comicios. No ocurrió.
Las evaluaciones en la Casa Rosada también computan la mejora presidencial en las encuestas. Dicen que eso puede ser considerado "tendencia". Y agregan que es significativa sobre todo el rubro de expectativas. En esa línea, no pasó inadvertida la última entrega del Indice de Confianza del Consumidor elaborado por la Di Tella: anota un crecimiento considerable tanto anual como entre junio y mayo últimos, especialmente en el Gran Buenos Aires.
Por supuesto, el análisis suele ser muy medido y sin disimular inquietudes, o al menos eso se encargan de transmitir diversas fuentes del oficialismo y especialmente las de La Plata. Hablan de números asimilables y de números que serían graves en las PASO: una derrota frente a la fórmula de Alberto Fernández y la ex presidente iría del amarillo al rojo entre los cinco y nueve puntos de diferencia. Eso, entre otras cosas, por los efectos en los mercados. Pero lo dicen con una referencia concreta para sostener sus expectativas: en las PASO de 2015 Daniel Scioli aventajó a Macri por nueve puntos (39 a 30, en cifras redondas) y la distancia se redujo a tres puntos en la primera vuelta, antesala del triunfo macrista en el balotaje.
Para el PJ-kirchnerismo, los antecedentes también corren. En la provincia, las dos caídas de este ciclo -frente a Vidal primero y en las legislativas de 2017- fueron dolorosas pero por márgenes de alrededor de cuatro puntos. Ahora, dejan trascender, si la lista con cartel CFK y la incorporación del ex jefe de Gabinete arrastra a Kicillof, podrían recuperar la provincia. Eso debería imponerse como "sensación" electoral primero y como resultado amplio en las PASO para asegurar además el compromiso de los intendentes.
Hasta ahora, no habría cambios significativos en las encuestas posteriores al golpe de imagen que se buscó con la postulación de Alberto Fernández. El lugar asignado al ex jefe de Gabinete debería captar una franja de votantes que, en la mesa de los consultores, es considerada recelosa de la ex presidente pero muy crítica de Macri. No parece claro aún cuánto podría aportar Sergio Massa. Circulan especulaciones sobre su escaso efecto, pero habrá que esperar sondeos más amplios y posteriores a su acuerdo electoral.
Como sea, por ahora se mantendría la idea de campañas separadas de Alberto Fernández, la ex presidente y también Massa, que de arranque aparece con bajo perfil pero iría también a un par de provincias como parte de la campaña nacional. Habrá, dicen, convergencia en algunas entregas. Y dependerá también de la actualización de encuestas.
Un tema aparte son las consideraciones acerca de la fórmula de Lavagna y Juan Manuel Urtubey, que ya tiene recorrido propio de actos en Buenos Aires. La oferta nacional pero más aún la bonaerense terminó con un teñido básicamente peronista y con un segundo plano para socialistas y el GEN. Más lejos quedaron las tentativas de sumar radicales que rechazaron seguir en la coalición oficialista.
En la próxima semana, en las oficinas de Consenso Federal definirán los renglones principales de la agenda de campaña. El ex ministro debería hacer un esfuerzo especial en la provincia y la principal figura local sería Graciela Camaño, número uno de la lista de diputados, antes que Eduardo "Bali" Bucca. Las bancas en el Congreso son un objetivo más realista que la gobernación, cargo que estaría más en zona de corte de boleta.
Por ahora, como se ve, la batalla bonaerense exhibe más laboratorio electoral que pelea en el terreno. Eso comenzaría a ser revertido a partir de la semana que viene.
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