Hace cuatro años, una avalancha política barrió cerca de un centenar de intendentes de la provincia de Buenos Aires que eran reelectos sin mayores dificultades en cada ciclo electoral. En 2019 quedaron apenas un puñado de los denominados "barones", conocidos por su eficaz poder territorial y su permanencia en el poder de sus respectivos distritos.
Como resultado de la ley provincial que impide la reelección indefinida, los intendentes solo podrán volver a postularse una vez más este año. Por ende, estos dirigentes llevarán a cabo su última candidatura en los próximos meses, al tiempo que evalúan sus relevos. O su retiro, en el caso de los más añosos.
El comienzo del fin de los ciclos eternos arrancó en 2015, cuando Cambiemos se impuso en 64 intendencias de las 135 que componen la Provincia de Buenos Aires. Ese movimiento desplazó figuras clave del mapa político provincial , como los longevos y desde entonces ex intendentes de Tres de Febrero Hugo Curto (FPV-PJ) o de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino (Cambiemos). El "cambio" también se produjo en el interior del propio peronismo, con la renovación de algunas figuras.
El golpe de gracia al poder territorial permanente se produjo un año después, en 2016, cuando la Legislatura bonaerense sancionó la prohibición de la reelección indefinida para los jefes comunales. La norma, que se aprobó con el apoyo de Cambiemos y el massismo, fijaba que solo podían ser reelectos una vez y, cumplido ese límite, volver a presentarse tras un período fuera del cargo. Como el cómputo del primer mandato corría desde 2015, todos quedaron habilitados para competir de nuevo.
El fin de la reelección indefinida no solo impacta en la fisonomía de los municipios, sino en los aparatos, decisivos para atraer votos a las candidaturas nacionales. Sobre todo aquellos que se asientan en el conurbano bonaerense y concentran una porción mayoritaria del padrón provincial.
Desde 1983, de los 131 casos en los que un intendente electo del GBA y buscó mantenerse en el poder, en 104 estos proyectos fueron exitosos (79%), según un informe del think tank Cippec. Un claro efecto de "cancha inclinada".
Lo cierto es que la modificación de las reglas de juego trastocó los planes de algunos dirigentes. Un caso representativo es el del intendente de Florencio Varela, Julio Pereyra. En su tiempo al frente de la Federación Argentina de Municipios (FAM), Pereyra fue una pieza pieza clave del engranaje del poder peronista bonaerense. Estuvo 27 años como jefe comunal.
Con siete períodos consecutivos en el cargo, Julio Pereyra inició la transición en 2017, al ser electo diputado provincial. Se pidió licencia hasta 2019 e ingresó como reemplazo interino Andrés Watson, su secretario de Gobierno y concejal en el período 2011-2015. El traspaso se completó la semana pasada, cuando el PJ local consagró a Watson como el principal candidato municipal y a Arnaldo Medina como primer concejal.
Alejandro Granados es quien lleva la delantera en cantidad de años de gobierno en el conurbano. El intendente de Ezeiza se encamina a un récord histórico: de ser reelecto, este año romperá la marca del cacique de Lanús, Manuel Quindimil, que permaneció por 27 años. Estuvo alejado de la función por un pequeño período en 2013, cuando el "sheriff" se tomó licencia y fue nombrado como ministro de Seguridad bonaerense de Daniel Scioli.
Granados edificó un perfil equilibrista y mantuvo cercanía con todos los oficialismos. En diciembre de 2015, con el fin del mandato de Cristina Kirchner de la Casa Rosada, fue uno de los primeros jefes distritales que rompió con el kirchnerismo, pero eso no le impidió volver a compartir lista en 2017 junto a Unidad Ciudadana. En ese marco, mantuvo un diálogo institucional con el presidente Mauricio Macri y la gobernadora María Eugenia Vidal. Plástico, en algún momento se pensó que podría dar un salto al peronismo PRO como el ministro de Gobierno bonaerense y ex intendente de San Miguel, Joaquín de la Torre.
Granados buscará la reelección. Con un poder consolidado de décadas y como único intendente del distrito desde 1995, año de la creación de su creación, todo indica que en 2023 habrá continuidad del legado familiar.Para el después, es habitual que resuene como recambio forzoso su mujer, la diputada nacional Dulce Granados, pero otro reemplazo posible estaría del lado de su hijo Gastón, que ocupa el cargo de jefe de Gabinete municipal. Y aunque el kirchnerismo apuntala al camporista Alejandro López (58) como candidato, un conocedor de la política de Ezeiza asegura lo utópico que el clan pierda el poder: "Vos te llamás Granados y ya tenés 40 puntos de piso".
En San Isidro, el clan Posse se prepara para su lenta retirada. Se trata de un caso excepcional en los 36 años de democracia, donde prácticamente no existió la alternancia. Primero fue Melchor quien ocupó un poder comunal que duró hasta 1995, cuando transfirió a su hijo Gustavo (56) la estructura del aparato político. El intendente radical fue reelecto consecutivamente desde hace más de dos décadas y volverá a presentarse este año para consagrar su último mandato hasta 2023.
El límite a la reelección genera expectativa en San Isidro, uno de los partidos que ocupa el top 3 con mayor PBI per cápita del conurbano. Había un anotado para la carrera por la sucesión: Ramón Lanús, presidente de la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) y vicepresidente de ProCrear. El rematador oficial e integrante del PRO desafió en las redes sociales a Gustavo Posse a competir en primarias abiertas el próximo 11 de agosto, pero al final se echó para atrás ante la negativa del jefe comunal de habilitar la competencia interna. En su lugar, decidió apoyar al frente vecinalista, Marcos Ohlsson.
En Ituzaingó, el peronista Alberto Descalzo gobierna hace 24 años. Como llegó a admitir en un reportaje, "compite" palmo a palmo con Granados por ese récord y es el único que gobernó el distrito desde su creación. El jefe comunal viene golpeado en su pago tras las últimas elecciones de 2017, cuando quedó segundo con el 32% de los votos frente al 35% de Cambiemos. Había competido junto a Unidad Ciudadana, pero los cinco puntos que le quitó la lista de Florencio Randazzo fueron determinantes para su derrota. No fue algo casual y el desgaste viene de tiempo: en las elecciones de 2015 pudo ganar apenas por una muy pequeña diferencia de dos mil votos.
El intendente inscribió ayer su candidatura y se presentará para lograr un séptimo mandato. Hacia el futuro, en principio su natural relevo es su hijo Pablo Descalzo, jefe de Gabinete municipal y cabeza de lista al Concejo Deliberante.
Desde hace meses, el intendente está lanzado a una pelea abierta contra Mauricio Macri y la gobernadora María Eugenia Vidal por el control del Hospital Bicentenario, un centro de salud local que está paralizado y nunca abrió sus puertas. "A fin de año voy a cumplir 24 años de intendente. Nunca tuve una causa, nunca una denuncia. Estoy limpio", aseguró el longevo intendente en una entrevista.
El club de los 16
Un escalón más abajo, un grupo de intendentes con cuatro mandatos en su haber evalúa qué caminos seguir. El más destacado es otro "histórico" del peronismo conurbano: el intendente del partido de José C. Paz, Mario Ishii. Listo para su última batalla, el "japonés" llegó a la municipalidad en 1999, cuando rankeaba como el segundo distrito más pobre del conurbano.
Con su habitual poncho sobre los hombros, Ishii logró sus cuatro mandatos de manera discontinuada -fue electo después en 2003, 2007 y 2015-. Logró construir autonomía en su territorio. Amigo de Néstor Kirchner, no tuvo problemas en dejar el municipio en manos de Carlos Urquiaga, uno de sus hombres de confianza, y hacer una experiencia en 2013 como senador bonaerense.
Oscilante e imprevisible, Ishii fue uno de los primeros que salió a apoyar la candidatura de Axel Kicillof en la Provincia y juega de armador del aparato electoral del ex ministro, en tándem con el diputado nacional de La Cámpora, Máximo Kirchner. En los últimos días hizo gala de su independencia y fue la cara visible de las presiones de los intendentes de la primera sección electoral, quienes exigían más lugares en las listas legislativas. La región alcanza a 4.400.000 millones de electores y representa el 37% del padrón provincial.
En campaña para su quinta reelección, el intendente de Ensenada, Mario Secco cultivó un alto perfil opositor en tiempos de Cambiemos. Es recordada su irrupción junto a un grupo de militantes en la Legislatura bonaerense durante el año 2017, por la cual fue denunciado y atraviesa un juicio oral en una causa por "coacción agravada, intimidación pública y entorpecimiento de la labor legislativa". La protesta buscaba rechazar el presupuesto de la gobernadora Vidal y repudiar una represión policial que se producía fuera del recinto.
En el "club de los 16" años se enlista además un heterogéneo contigente de dirigentes del interior rural y serrano: Carlos Sánchez (Tres Arroyos), Miguel Lunghi (Tandil) y Gustavo Walker (Pila), Aníbal Regueiro (Presidente Perón), Héctor Olivera (Tordillo), Ricardo Cassi (Colón), Alexis Guerrera (General Pinto). En algunos casos ya ratificaron sus deseos de seguir, mientras que otros mantienen el misterio.
"Nosotros vamos como siempre, con la boleta cortita, los mismos colores y en la misma línea", dijo Sánchez al confirmar sus aspiraciones reeleccionistas. En Tres Arroyos, el intendente de extracción vecinalista buscará lograr su quinto mandato en unos comicios difíciles por partida doble. En 2017, se impuso Cambiemos con el 36% de los votos, y este año tendrá que enfrentar la boleta completa siempre amenazante del peronismo unido. El jefe comunal, que viene gobernando desde 2003 de manera ininterrumpida, espera replicar el piso de 40% de votos de 2015.
Lunghi también ratificó su plan reeleccionista. El radical boina blanca quiere llegar a los 20 años de mandato y convertirse en el "intendente del bicentenario" de Tandil. Confiado, saca pecho del 57% obtenido en sus últimas elecciones y desafió a que se anoten otras listas para que le compitan en las primarias. "Podría estar con mi familia, descansando, paseando y hablando con mis nietas, aunque ya tienen novios y no me van a dar mucha bolilla", bromeó en un acto partidario el inoxidable radical de 75 años de edad. Tendrá como adversario inmediato a Marcos Nicolini, un hombre que proviene de sus filas y decidió enfrentarlo.
Gustavo Walker fue miembro de la pequeña Pila en todos sus estamentos. Integró la Sociedad Rural local y fue bombero voluntario por más de 25 años. Peronista, tuvo el "honor" de ser uno de los anfitriones de Axel Kicillof en su primer visita de campaña, tras confirmarse su candidatura a gobernador. Walker confirmó que irá por un quinto mandato.
Los que se retiran y los que vuelven
Respecto de otros dirigentes, el límite legal hacia la reelección indefinida adelantó sus planes de salida. Es el caso de Aníbal "Quique" Loubet (UCR), quien obtuvo por primera vez la intendencia de General Guido en 1991. "He tomado la decisión después de 28 años de gestión dar un paso al costado. Retirarme de la actividad de la gestión, pero seguiré trabajando codo a codo con mi partido", sostuvo el jefe comunal de 67 años e integrante de "Juntos por el Cambio".
Otro de los que se despide de la gestión comunal es Alberto Conocchiari, de Leandro N. Alem. Después de cinco mandatos, el intendente aseguró que su decisión se funda por motivos de salud y ungió al concejal Carlos Ferraris como su sucesor. Como muchos, Conocchiari buscaba como alternativa posicionarse en el armado de listas de la Legislatura bonaerense.
De los que se van, el caso más llamativo es el del intendente de Berazategui, Patricio Mussi. Con apenas 41 años y dos años de mandato, el jefe comunal no volverá a presentarse y se dedicará a estudiar sobre tecnología. "No voy a ser candidato a ningún cargo electivo ni voy a ocupar un lugar en la Municipalidad", confirmó a Infobae. Sin embargo, volverá un viejo conocido del "clan" familiar: se presentará su padre, Juan José Mussi, que estuvo 14 años de intendente y preside el Concejo deliberante local.
En igual medida, la tradición familiar logra perforar los límites legales en el Partido de la Costa, donde el peronista Juan de Jesús gobernó dieciséis años y su hijo, Juan Pablo, buscará ser reelecto este año por cuarta vez consecutiva, alcanzando la misma cifra. En 2023 se cumplirán 32 años de poder parental, aunque en períodos distintos y no consecutivos.
El otro nombre fuerte que puso en marcha su operativo retorno es Fernando Espinoza, de La Matanza. Después del interregno de Verónica Magario, que fue ungida como compañera de fórmula de Axel Kicillof para las elecciones a gobernador en la Provincia de Buenos Aires, Espinoza tiene el dispositivo justicialista aceitado para volver a imponerse en las elecciones municipales. Distrito históricamente alineado con el PJ, todo indica que una mayoría del casi millón de electores que lo habitan volverá a respaldarlo.
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