El peronismo santafesino espera este domingo terminar con la maldición de Jorge Obeid. El candidato a gobernador, Omar Perotti, tendrá que demostrar que puede hacer volver al PJ a la gobernación. Esto tras 12 años de administración socialista, que accedió al poder por las urnas y al nunca reconocido gran gesto para la democracia de derogar la insólita ley de lemas, que hacía que un candidato individual fuese el más votado y que la suma de los sufragios justicialistas le arrebatase administración del Poder Ejecutivo de Santa Fe.
El legado de Obeid
En 2007, Jorge Obeid -un buen gobernador así visto hasta por los rosarinos que, se sabe, desconfían sin admitir prueba en contrario de los nacidos en la capital provincial- impuso la necesidad de terminar con el sistema de lemas. "No ha servido para mejor la representación republicana", enfatizó Obeid en un reportaje que sacudió a la política, especialmente a sus partidarios.
¿Por qué el peronismo se iba a desprender de un arma que le permitía cubrir de derecha a izquierda con sus candidatos y hacer efectivo con los votos en la mano eso de que "el que gana conduce, el que pierde acompaña" aunque fueran agua y aceite? Obeid lo hizo.
Entonces, llegó a la Casa gris Hermes Binner, la estrella del socialismo con una gestión muy comentada a nivel nacional como intendente. Luego, en 2011, asumió Antonio Bonfatti, el jefe de gabinete de la gestión anterior y probablemente el más político en sentido clásico del PS, derrotando en plena era K a Agustin Rossi. Y por fin, Miguel Lifschitz en 2015: quizás el mejor intendente de todos los socialistas que se sentaron en el palacio de los Leones de Rosario, se impuso por menos de 2,000 votos (sobre 2.500.000 de electores) al Midachi Miguel del Sel.
En las elecciones primarias del 28 de abril pasado, Omar Perotti cosechó 704.000 votos: casi el 40 por ciento del electorado, en el que no obstante debe computarse el 13% del sector PJ desafiante de María Eugenia Bielsa: una dirigente que, haciendo honor a su apellido, es una de las políticas más interesantes, inteligentes y, quizá, algo intransigentes de la política local.
Antonio Bonfatti, por su parte, obtuvo 510.000 votos, el 29 por ciento del electorado. Y el Frente Cambiemos de José Corral el 18 % con solo 322.000 votos.
¿Puede el socialismo dar vuelta una diferencia de 11 puntos? Puede. Porque es imprescindible romper el cristal nacional para entender las elecciones santafesinas. Para decirlo en un manojo de ideas, hay que entender que: 1) La fórmula Omar Perotti- Alejandra Rodenas no se explica desde el kirchnerismo o antikirchnerismo. 2) La grieta K o no K no es tan potente en este escenario como a nivel nacional. 3) Cambiemos, hoy todos por el Cambio, está muy desdibujado para el elector que necesite andariveles bien precisos.
Omar Perotti no es kirchnerista. Pero tampoco está claro que sea antikirchnerista. El discurso de este hombre formado, que exhibe como única gestión haber administrado su ciudad de Rafaela -unas 120.000 almas aproximadamente-, fue de un preciso zigzagueo en los temas críticos.
Para ponerlo en términos simples: como diputado en 2011, nunca fue de la garra K como Agustín Rossi. pero tampoco dio el portazo como Graciela Camaño. Se lo escucha poco en el escenario nacional y cuando tuvo, por ejemplo, que opinar sobre el aborto, dijo que tenía una "Hija pañuelo verde" pero una historia contraria a la legalización.
En esta elección, Perotti se mostró proclive a unificar al PJ mostrando un poco más los dientes en su crítica al gobierno de Macri, y apoyándose en discursos potentes de su compañera de fórmula Alejandra Rodenas, una suerte de motor fuera de borda con vuelo intelectual inusual: es ex jueza, feminista y militante del progresismo en serio. Hoy la fórmula cosecha interés por desgaste del socialismo, pero también por valores propios, sin dudas.
La grieta Cristina o Macri está presente, es obvio, en Santa Fe. Pero para elegir gobernador la expresión de los que no quieren al peronismo se dirige hacia el socialismo y no al PRO de José Corral, de deslucida performance electoral.
El kirchnerista dogmático votará a Perotti. El peronista tradicional, también. El que no está conforme con los 12 años de socialismo, es altamente probable que vote a ganador y vaya a Perotti. ¿Pero el no kirchnerista que tampoco quiere la vuelta del PJ o no se siente seducido por Perotti? Es muy probable que le dé otra oportunidad a Antonio Bonfatti y, entonces, los 11 puntos de la primaria aparezcan con otra lectura sumados a los que creen que el socialismo es un buen gobierno.
¿Y los radicales? Los hay en el frente con el socialismo ( desde hace décadas) y también con José Corral. Estos últimos son la esperanza del PS.
La elección es a matar o morir. Con un voto. Y, encima, dirime 50 diputados (28 de prepo para el que gana) y 19 senadores departamentales. Todo indica que disputa va a ser voto a voto. Al menos hay boleta única que impide el robo de las papeletas, aunque pueda ralentizar el escrutinio.
La batalla de Rosario
La disputa en la principal ciudad de la provincia es bien interesante. Las chances aparecen repartidas entre dos personas serias, jóvenes, conocedoras de la ciudad como pocos y, si sirve como curiosidad, con amigos comunes y conocidos que no podrían elegir entre a quién prefieren como persona. Bastaría consultarlo con los que han podido verlos comer en la misma parrilla de Cortada Fabricio Simeoni o caminando cerca del río por los bares de la costa.
Pablo Javkin, del Frente Progresista del socialismo, hizo todo para merecer la intendencia. Presidente del centro de estudiantes de su Facultad de derecho de la UNR, de la Federación a nivel nacional, radical de ley y con ganas de salvar a su partido, se acercó al ARI de ELisa Carrió y casi fue expulsado por la chaqueña (le intervino el partido) cuando osó (sic) discutir ideas con la Lilita, alejado de la política por dos años por decisión propia para "volver al llano", buen concejal y secretario de la intendencia, dio el batacazo en abril ganándole la interna a la socialista Verónica Irizar, desconcertando al PS que no conocía de derrotas.
Roberto Sukerman es tres años mas joven que Javkin (tiene 47). Es abogado como su padre, quien supo caminar los pasillos defendiendo siempre a obreros en causas laborales,, titular del ANSES en la gestión K con un perfil de acercar a la gente a la institución, estudioso del derecho constitucional y asesor en serio en esos temas y caminador de los barrios desde su banca de concejo.
Alguien podrá decir que es improcedente mencionar el hecho personal de tener una discapacidad en uno de sus brazos. Este cronista sabe cómo Roberto se sobrepuso a eso con hidalguía, aprendiendo a escribir en una computadora a la velocidad de un lince o derribando toda barrera entre su deseo y la concreción de un hecho.
Javkin se quedó con 178.000 votos sumados los casi 80 mil del socialismo. Sukerman, solo con su candidatura cosechó 113.000. Parece extraño que el votante del socialismo no lo acompañe a Javkin. Y si a eso se agrega que un radical como Jorge Boasso, que en la interna sacó 8 por ciento de los votos ya dijo que se inclinará por el hombre que hoy representa al frente socialista, la aritmética lo favorece.
De todas formas, Sukerman aspira a que el cansancio de 30 años de gestión socialista lo ayuden y pueda así dar vuelta el resultado.
¿Y el PRO? Pobre en resultados, Roy López Molina no pudo siquiera sostener la cosecha de la elección anterior de la ex presentadora de TV Anita Martínez. En las minorías, sí, es muy interesante destacar al movimiento barrial Ciudad Futura de Juan Monteverde que crece y representa muy cabalmente a sectores muy excluidos.
La disputa por Santa Fe comenzó este domingo a las 8 de la mañana, y concluirá el lunes de madrugada. El final es abierto.
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