El último viernes de mayo Roberto Lavagna se sentó, con la tranquilidad que lo caracteriza, frente a su equipo de trabajo y analizó los últimos movimientos del escenario electoral. Fue una jornada de retiro en la que se evaluó la decisión de Sergio Massa de abrir el diálogo con el kirchnerismo y el impacto que esa jugada generó en Alternativa Federal.
Del encuentro, que llevó a cabo en un campo que tiene Lavagna en Máximo Paz, participaron su hijo Marco, Rodolfo Gil, Alejandro "Topo" Rodríguez, Carlos Hourbeigt, Juan José Amondarain, Liliana Schwindt, Eugenio Casielles, Armando Torres, Ramiro Marra, Leonardo Madcur, Heriberto Deibe y Santiago Tetamantti. El círculo más cercano.
En el retiro campestre se llegó a varias conclusiones que clarificaron el camino a seguir. En primer término, el ex ministro confirmó que seguirá adelante con su candidatura presidencial y que buscará llegar a un acuerdo con Juan Manuel Urtubey, quien quedó como el candidato mejor posicionado dentro de Alternativa Federal.
El alejamiento de Massa obligó a Lavagna y al gobernador de Salta a reconfigurar el escenario electoral y plantear un acercamiento inmediato para retomar la iniciativa. El vaciamiento de la tercera vía que se generó a partir de la conformación de la fórmula Fernández-Fernández les exige unirse para mantener en pie la idea de un proyecto antigrieta. De no elegir ese camino, podrían terminar protagonizando candidaturas testimoniales frente a Cambiemos y el kirchnerismo.
Lavagna tiene en la cabeza la idea de armar una fórmula con Urtubey. Obviamente que se imagina como candidato a presidente de esa dupla. Pero el primer paso es tener un diálogo más fluido con el mandatario salteño. Sabe que hay que resolver en el corto plazo las alianzas y las listas de candidatos.
Por ahora, el economista se mantiene firme en la idea de que se debe generar una fórmula por consenso. La misma postura que generó una confrontación pública con los fundadores de Alternativa Federal, pero que no pudo negociar en una mesa con todos los representantes de la tercera vía. Ese intercambio de opiniones para generar una estructura amplia nunca se llegó a concretar.
Urtubey también cree que el único camino que le queda para que su candidatura sobreviva es llegar a un acuerdo con Lavagna. El salteño considera que la mejor opción sería acordar una interna entre ambos. Tiene en claro que la salida de Massa y los permanentes impactos que recibió Alternativa Federal debilitaron el espacio del medio y es necesario un golpe de timón para poder armar una nueva estructura y ser competitivos en las elecciones generales.
El salteño y el economista aún no se comunicaron, pero la idea es que durante esta semana se encuentren para avanzar en las negociaciones. Pese a la diferencia en lo que respecta a la resolución de las candidaturas, ambos están menos duros en sus posturas y la posibilidad de un acuerdo es viable. Si no es una interna, será una fórmula en común, pero los dos están decididos a avanzar en una estrategia conjunta.
Durante el retiro Lavagna mostró ante sus íntimos su acierto prematuro con respecto al rumbo que iba a tomar Massa. Dos meses atrás les había anticipado que, más allá de cualquier confirmación del ex diputado con respecto a su pertenencia a Alternativa Federal, finalmente, iba a caminar al encuentro de Unidad Ciudadana. Fue ese motivo el que lo llevó a enfriar la relación con un dirigente al que le tiene aprecio pero con el que lo distancia, cada vez más, la forma de ver y entender la política.
Urtubey no entiende la decisión que tomó el líder del Frente Renovador. La comunicación fluida que tenían se cortó después de la decisión de Massa de buscar un acuerdo con el kirchnerismo. La última vez que hablaron fue el jueves pasado, cuando el tigrense, según contó el gobernador, le confirmó que seguiría dentro de Alternativa Federal.
Por otra parte, Lavagna les dejó en claro a sus colaboradores que de ahora en adelante los "únicos nombres valorables" para entablar una negociación son Urtubey y Miguel Pichetto. De la lista excluyó al gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, con el que se distanció luego de la fallida cumbre de la tercera vía.
El ex ministro de Economía cree que Schiaretti fue funcional al gobierno de Mauricio Macri y buscó frenar el crecimiento de una alternativa electoral en la que converjan el peronismo y el progresismo. Además, entiende que el cordobés prescindirá de contribuir en el armado nacional y que, con su reelección consumada, saldrá del escenario electoral con la tranquilidad de tener su provincia bajo control y un alto nivel de aceptación entre los cordobeses.
Diferente es la postura que tiene Urtubey, quien mantiene una buena relación con el gobernador de Córdoba y recibió su respaldo para seguir adelante con la candidatura. El salteño y el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, que forma parte del espacio que impulsa la candidatura de Lavagna, podrían ser el puente para intentar un acercamiento entre el economista y Schiaretti.
Lavagna y Urtubey están decididos a transitar un camino juntos. La debilidad de la tercera vía es elocuente. Lo saben. Y para no hundirse en la grieta -antes de intentar combatirla- deben unirse. Es la unidad o el final de una historia: la de la tercera vía.
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