Una coincidencia política clave comparten Mauricio Macri, Alberto Fernández y los precandidatos de Alternativa Federal (Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y Miguel Ángel Pichetto) a pocas semanas de iniciar la carrera electoral: asumen que sólo tendrán chance de ganar los comicios presidenciales si suman a los votantes desencantados de Cambiemos que ahora son indecisos en todas las encuestas públicas y reservadas que circulan en la Casa Rosada y los comandos de campaña de la oposición peronista.
Macri y los defraudados
En las próximas horas, el presidente recibirá una encuesta cualitativa que fue diseñada por Jaime Durán Barba. Ese sondeo de opinión es una recurrencia en la administración de Cambiemos, pero en esta coyuntura tiene un valor estratégico y definitorio. Macri usará ese profundo trabajo de sociología política y electoral para determinar su futuro político.
En la intimidad del poder, con el voluminoso sondeo de Durán Barba a la vista, Macri y Marcos Peña analizaran tres variables posibles: declinar la candidatura en María Eugenia Vidal, ampliar la fórmula electoral o preservar el ticket presidencial hasta decidir de qué manera se puede ampliar la base política de Cambiemos.
Las tres variables electorales dependen del número asignado a la intención de voto de Macri. Si está por encima del 30 por ciento, Vidal se queda como candidata a gobernadora en la provincia de Buenos Aires, explicaron ayer a Infobae después del Tedeum en la Catedral Metropolitana.
En cambio, si la cifra es mucho menor al 30 por ciento, el presidente y su jefe de Gabinete asumirían una decisión clave que impactará de lleno en la historia política e institucional de Cambiemos. Hasta ahora, ningún presidente constitucional abortó su posible reelección por el impacto despiadado de una encuesta que desnuda su fragilidad en el electorado.
Pero Macri y Peña tienen una mirada optimista del futuro electoral y juran que la nueva encuesta de Durán Barba sólo funcionará como una hoja de ruta para derrotar a la fórmula Fernández-Fernández y preservar el poder en Balcarce 50. En este contexto, el aparato electoral de Cambiemos se concentrará en los votantes que avalaron a Macri (en 2015 y 2017) y que ahora están molestos, frustrados e indecisos.
En el conurbano bonaerense, Macri sufre una catástrofe electoral. Sólo tiene posibilidades de preservar Vicente López, San Isidro y Lanús, y en la Tercera Sección electoral (Avellaneda, La Matanza, Lomas de Zamora y Quilmes, por ejemplo), Cristina tenía 60 por ciento de intención de votos y el presidente apenas cruzaba el 10 por ciento. Estas cifras son manejadas en reserva por Vidal y la fórmula Fernández-Fernández.
El nivel de aceptación de Macri en los partidos del conurbano es paradójico. Hizo cloacas, asfaltó calles y promovió el MetroBus, pero su imagen quedó atada al aumento de las tarifas, a la inflación y al desempleo, tres plagas económicas que entierran las mejoras institucionales. "Nuestras obras se ahogaron en la sopa", sintetizó un miembro del gabinete que hace meses que no sonríe.
Fernández y los defraudados de Macri
Alberto Fernández ya está cansado de ver en las redes sociales sus vídeos cuestionando a Cristina y su gobierno. Alberto es un dirigente pragmático y sabe que su carrera presidencial es un albur que nunca más se repetirá. Fernández aprendió la política del poder con Néstor Kirchner y jugará hasta el final para coronar la oportunidad que le entregó CFK.
"Les pido que vayan a convencer a los argentinos que creyeron y los defraudaron", dijo el candidato peronista apuntando al mismo electorado que busca recuperar Macri para obtener la reelección. Y completó: "El tiempo que viene es el de todos, vamos a hacer lo necesario para sacar a la Argentina de la situación en la que la han puesto".
Fernández y Fernández no son tan sofisticados como Macri para analizar al electorado nacional. Tienen algunas encuestas propias y asumen que la situación económica es la clave más importante para derrotar a Cambiemos en las urnas. Se trata de una certeza relativa: el electorado defraudado por Macri puede regresar si mejoran las variables económicas, una posibilidad con cierta verosimilitud a seis meses de las elecciones generales.
El exjefe de Gabinete y la expresidente calculan que sacaran más votos que Macri en las PASO y que inclusive pueden derrotar al presidente en primera vuelta. Pero el problema que tienen -como Macri- es que cerca del 40 por ciento de los votos apoyarán a otras fuerzas, y esos sufragios se correrán al casillero de los indecisos cuando empiece la carrera hacia un eventual balotaje.
Alberto y Cristina juegan a seducir al electorado frustrado para ganar en primera vuelta. Los dos saben que el balotaje es un misterio político y que la Casa Rosada se puede transformar en una quimera por un error de campaña que pasó desapercibido. El kirchnerismo es un aparato poderoso, y más con un gobierno acuciado por la economía y el desgaste de casi cuatro años de gestión, pero las nuevas tecnologías y la permanencia de Alternativa Federal pueden enterrar el inesperado sueño de Fernández.
Alternativa Federal busca su destino
Juan Schiaretti, Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y Miguel Ángel Pichetto tratan de mantener a flote al denominado peronismo racional. Estuvieron jaqueados por la oscilación personalista de Roberto Lavagna, y ahora buscan sumar a Margarita Stolbizer (GEN) y Miguel Lifschitz, gobernador de Santa Fe, una tarea que será compleja y se extenderá en el tiempo.
Schiaretti grabó un video destinado a anunciar la vocación de Alternativa Federal de sumar al GEN y a los socialistas, y a continuación mencionó a Marcelo Tinelli y Daniel Scioli, que hasta ese momento aparecía jugando en las filas de Fernández y Fernández.
El gobernador cordobés ya había iniciado conversaciones con Tinelli -como lo hicieron Massa y Urtubey-, pero la mención de Scioli fue una picardía política. Schiaretti no quería subirle el precio a Tinelli, y por eso citó a Scioli en el vídeo que sirvió para poner contra las cuerdas a Lavagna.
Como sucede con Macri y Fernández, los precandidatos Massa, Urtubey y Pichetto consideran que la clave electoral está en la seducción política de los votantes que frustró Cambiemos con su plan de ajuste made in Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo, antes de definir una estrategia electoral que satisfaga este importante objetivo, Massa, Urtubey y Pichetto tienen que preservar a Alternativa Federal como propuesta racional del peronismo.
La incógnita es Massa. El exjefe de Gabinete jura que no cruzará al kirchnerismo, aunque en las cercanías de Máximo y Alberto anoche no descartaban su renuncia a Alternativa Federal. Massa está tentado de cruzar, pero exige una movida de improbable cumplimiento: la renuncia de Cristina como candidata a vicepresidente de Alberto Fernández.
Mientras tanto, Alternativa Federal observará cómo evolucionan las convenciones del radicalismo -que tendrá lugar mañana- y del Frente Renovador, que fijará oficialmente la posición política de Massa. Urtubey y Pichetto, por su parte, continuarán recorriendo la Argentina para lograr un resultado en las primarias que consolide sus sueños de poder.
"Tenemos una chance para sumar votos, y será en el mes previó a las PASO", alienta Urtubey a su círculo de confianza. El gobernador de Salta rechaza un eventual acuerdo con Macri y descarta una alianza táctica con la fórmula Fernández-Fernández. "Son el pasado", repite como un mantra.
Macri, Fernández, Massa, Urtubey y Pichetto están detrás del mismo electorado. El candidato que acierte en la estrategia de seducción, jurará el próximo 10 de diciembre en la Casa Rosada.
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