Pendiente del celular e indiferente a los ex funcionarios presos: cómo vivió Cristina Kirchner la primera audiencia del juicio oral en su contra

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Cistina Kirchner en su primer
Cistina Kirchner en su primer juicio oral (Photo by JUAN MABROMATA / AFP)

"Cuidado con la cámara", le dijo a Cristina Kirchner el funcionario de Comodoro Py que la acompañó a la sala de audiencias. La ex mandataria se presentaba a su primer juicio oral. No dijo una palabra pero su sola presencia le alcanzó para acaparar la atención mediática y política del día.

A las 11:36 llegó a los tribunales. Ingresó directamente a la sala de audiencias por una puerta lateral del edificio. Cuando puso un pie en el edificio la esperaban parte de los dirigentes que fueron a acompañarla. Le hicieron una suerte de pasillo y la aplaudieron mientras pasaba. Antes de entrar a la sala de audiencias,  Cristina Kirchner se sentó a saludar a Hebe de Bonafini, presidenta de Madres de Plaza de Mayo.

Cuando la ex presidenta llegó ya estaban sentados allí los restantes 12 acusados del caso . Cristina se ubicó en la última fila con sus abogados Carlos Beraldi y Ary Llernovoy a sus costados. Saludó a quienes tenía más cerca, entre ellos Abel Fatala, ex subsecretario de Obras Públicas. En cambio  no tuvo contacto con el ex ministro de Planificación Federal Julio De Vido, ni con el  empresario Lázaro Báez,  ni con el ex funcionario y primo de Néstor Kirchner, Carlos Kirchner, ni con el ex secretario de Obras Públicas, José López.

Báez y De Vido en
Báez y De Vido en primera fila con Cristina Kirchner de fondo, a quiénes no saludó

De Vido Báez y  Carlos Kirchner están detenidos y se sentaron en primera fila, custodiados por agentes del Servicio Penitenciario Federal (SPF). Báez y De Vido que se sentaron uno al lado del otro,  vestían camisas en tonalidades del rosa y  llevaban escarapelas en sus abrigos.

López fue aislado del resto de los acusados ya que se buscó que no hubiera inconveniente con los otros imputados porque es arrepentido en la causa de los cuadernos de la corrupción. El ex secretario de Obras Públicas se sentó en el mismo sector que la Fiscalía y las querellas de la Oficina Anticorrupción (OA) y la Unidad de Información Financiera (UIF). "Así queda claro en qué lugar está", le dijo a Infobae  y enojado uno de los imputados del juicio.

A las 12:03 – con una inusual puntualidad para los usos y costumbres de  los juicio orales- ingresaron los jueces del Tribunal Oral Federal 2, Jorge Gorini, Rodrigo Giménez Uriburu y Andrés Basso. Así, comenzaba formalmente el primer juicio oral y público por sospechas de corrupción a Cristina Kirchner. Lo único que se hizo en el juicio fue leer unas 90 páginas de las 584 que constituyen  la acusación de los fiscales que investigaron el caso, Gerardo Pollicita e Ignacio Mahiques.

Fue una lectura tediosa que generaba caras de aburrimiento entre los acusados, los abogados y el público. Cristina Kirchner estuvo toda la audiencia con un celular en la mano. Lo miraba y lo manipulaba. Al mismo tiempo hablaba con Beraldi, uno de sus abogados. A veces se reían.

A las 13.21 la ex presidenta levantó la mirada porque en ese momento comenzaron a leer la imputación dirigida a cada uno de los acusados. Y la primera en ser nombrada fue ella en su carácter de "Jefe de una asociación ilícita".  Eso indicaba también que se había alcanzado la lectura de la página 38 del extenso requerimiento de elevación a juicio.

Cristina y su abogado, Carlos
Cristina y su abogado, Carlos Beraldi (foto NA: JUAN VARGAS)

Detrás de ella, con un blindex que los separaba, estaba el público. Hubo 63 asientos destinados a dirigentes y allegados a la ex presidenta. Justo detrás de ella estaba la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto.

Dentro del público que ingresó a la planta baja de la sala de audiencias estaban el diputado Eduardo "Wado" De Pedro, el sindicalista Hugo Yasky, la intendenta de La Matanza,  Verónica Magario , Tati Almeyda de Madres de Plaza de Mayo el periodista Horacio Verbitsky,  Martín Sabbatella, Gabriela Cerruti,  Juan Martín Menna y Oscar Parrilli, entre otros.

En una bandeja alta , se ubicó medio centenar de periodistas y consiguió un lugar el diputado Rodolfo Tailhade, quien cuando quiso acreditarse para ingresar en el sector de abajo, las localidades ya se habían agotado.

Los dirigentes comenzaron a llegar a Comodoro Py muy temprano. Los primeros a las 7 de la mañana. Ninguno quería quedarse sin uno de los 63 asientos reservados para el público. Pero a las 8:30 ya había una lista de espera. Se quedaron afuera de la sala de audiencias Sergio Berni, Héctor Recalde, Diana Conti, y Axel Kicillof, entre otros.

Todos se concretaron en el hall de entrada del edificio judicial. Faltaban todavía tres horas para que empezara el juicio. Salieron a las escalinatas de Comodoro Py y entre ellos pasó el fiscal federal Eduardo Taiano. Pasó inadvertido. Pero fue el fiscal que consintió los sobreseimientos de los Kirchner en las causas por enriquecimiento ilícito y el primero en firmar que una causa a la ex mandataria pase a juicio oral, la de dólar futuro.

Los dirigentes esperando para entrar
Los dirigentes esperando para entrar a la sala de audiencias (Adrián Escandar)

La expectativa era tan grande que ya a las 11  periodistas, fotógrafos y público -más de 100 personas- pugnaban por ingresar a la sala de audiencias. El mayor trabajo para hacerlo ordenado lo tuvo una agente de la Policía Federal. "Se pueden correr para atrás, necesito la puerta libre", les pedía la mujer sin éxito. "Por favor, dejen espacio", repetía. Pero todos se agolpaban. "Intendentes y diputados abajo", dirigía una de las personas que acompañó a Cristina Kirchner

A las 15:00, después de dos horas y 45 minutos de lectura, el juez Gorini dispuso que la audiencia terminaba y continuaría el próximo lunes.

Cristina se levantó y fue la primera en salir de la sala de audiencias. En el hall la esperaba el público. "Gracias, gracias, gracias", les decía mientras saludaba y su custodia le abría paso. Salió del edificio, se subió al auto oficial que la trajo y se fue. A un costado, un grupo de militantes la alentaba. No dijo una sola palabra. No lo necesitó para tener la centralidad informativa del día.

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